La palabra socialismo toma cuerpo, sin dudas, tanto es así que hasta el genio se salió de la botella para aplicarle la técnica del bonsay, ante la imposibilidad de atraparla y recluirla.
Proscribir esa palabra ya será cuesta arriba, como Sísifo. “Es más fácil ponerle puerta a la sabana que freno a la lengua de los murmuradores” diría Cervantes.
A mí no me gusta la práctica del bonsay porque considero que es una especie de crimen impedirle a una planta que crezca a sus anchas con toda naturalidad, tampoco suelo creer en verdades absolutas y mucho menos me aferro a lo que tengo en la cabeza sino que prefiero ponerme siempre en lugar del otro, como un ejercicio de tolerancia.
Estimo que uno es tolerante en la medida en que se tolere a sí mismo; nada de posiciones tomadas inexpugnablemente ni para sí ni para con los demás. Y, es a partir de esta modestísima reflexión desde donde parto para señalar que la referida frasquitera nodriza de rancios rencores oligárquicos, se trae por los crespos no de arriba, la necedad de un capitalismo popular que, en realidad, intuyo que ella quiere decir capitalismo socialista.
Por algo esa casta chupasangre no se atreve a proclamar el capitalismo a secas sino que ahora lo presenta como capitalismo popular porque tampoco se atreve a denominarlo como capitalismo socialista.
De donde ella se sacó esa vaina sólo salen desechos, escombros pero no obstante, anda ella con su cara bien lavá hablando estupideces porque piensa que somos bolsas y no es así, todo lo contrario.
Comparo que hablar de capitalismo socialista es algo así como echarle agua a la leche para desleírla, quitarle fuerza, rebajarle contundencia, a la vez que meter de contrabando y maquillada la palabra capitalismo, tan desacreditada y maléfica por su naturaleza criminal.
La susodicha burra del progreso tiene la cabeza en otra parte, por lo que es precisamente hacia allá adonde debemos orientar el análisis político;
Ya sabemos que asociar capitalismo con socialismo es como tratar de ligar aceite con vinagre, es tratar de sembrar en nuestro campo, contradicciones que afecten la pujanza de la revolución bolivariana. No se trata de algo inocente sino que tiene un trasfondo que debe ser esclarecido ante el pueblo.
Por ejemplo, en el sistema capitalista prevalece el darwinismo social, el sálvese quien pueda; mientras que en el socialismo prima la solidaridad en todas sus manifestaciones. En el capitalismo el billete es la finalidad mientras que en el socialismo es la satisfacción de las necesidades sociales.
Algo de lo más sobresaliente en las diferencias que existen entre capitalismo y socialismo es la noción de trabajo puesto que en el capitalismo el trabajo es esclavizador y en el socialismo el trabajo es liberador.
La noción de libertad en el capitalismo es distinta a la del socialismo. (Todos recordemos las posiciones contrapuestas respecto a la reducción de la jornada de trabajo cuando la fallida reforma constitucional).
No olvidemos que todo lo existente, excepto la Naturaleza, estuvo primero en la cabeza del hombre y de la mujer. El reto es materializar las esperanzas del pueblo trabajador pero no esperemos que todo sea de la noche a la mañana. La obra de gobierno bolivariano no debe ser evaluada sólo en el contexto de los grandes beneficios populares ya alcanzados, hay que considerar las enormes dificultades creadas por la oligarquía plutócrata.
Nota: Os digo que podéis complementar esta lectura con Artículo coescrito: “Del origen y evolución del lenguaje humano a las armas nucleares”,
oceanoatlanticoguillermo@gmail.com