Conducta nada extraña, porque no sería uno los mandamientos que a diario y durante toda su vida violan, sino todos juntos. Defender al sistema capitalista en versión neoliberal, que el anterior Papa calificó de salvaje, no es proceder cristiano y generoso. Al contrario, muy diabólico.
Lo fuera del común, es ver una parcialidad política jugándose a “Rosalinda”, contando su adversario muera, pero no porque se arriesga intentando asesinarle, corriendo todos los riesgos que eso implica, como no poder acudir al vacío de poder, idea que si no lo ha puesto en práctica, bastante la ha acariciado, sino rogando en rincones oscuros, radio, prensa y televisión, que aquello acontezca. Hasta sus vigilias hacen.
En una campaña electoral, donde el resultado lo determina la actitud de la gente, las preferencias del electorado, ganador será quién mejor llegue a éste. Se trata de presentar un buen programa que recoja las aspiraciones colectivas, muestre claras perspectivas, dentro de un discurso inteligente o, como me gusta decirlo, recordando a un viejo filósofo, envolver la oferta en empaque atractivo. Por supuesto, se requiere un excelente candidato; si es posible mejor que quiénes se le opongan.
Poner a correr rumores que el candidato al cual se adversa muerto está o por morirse, desenlace que no depende del comando electoral, no parece acertado. Por supuesto, no es nada limpio, humano, inteligente, seguro y menos cristiano. Esto último pesa, porque uno bien sabe, que la derecha en Venezuela se la pasa todo el día dándose golpes de pecho. Se pone en trance muy dificil a los más altos prelados que acompañan al bando opositor. Además, la cizaña que transportan los rumores es arma pecaminosa.
¡Imagínense! ¿Qué diría al Papa, al ver a de los suyos, en aquelarres llamando a la muerte?
Por supuesto, uno no cree haya de esa espantosa cosa; pero tampoco ve a los altos dignatarios de la iglesia expresar como es debido, en tiempo y espacio, preocupación por la suerte del presidente y la salud de la nación. La fe mueve montañas, solemos decir y hasta creer en lo que la frase encierra; por eso chavistas o no, pero llenos de la buena, de todas las religiones oran en público y privadamente, por el bienestar del presidente. Pero quienes debieran hacerlo en primer término callan y estando en eso, uno en verdad no sabe qué piden. Por supuesto, entre esos altos dignatarios hay excepciones muy notables y honrosas, como Mario Moronta.
Callarse no es buena señal, porque rogar por la vida de un humano y la salud de una nación es un deber cristiano; a un obispo no le está permitido pasar agachado o mostrarse neutral o indiferente. En este asunto no hay tutía, corres o te encaramas.
¿Cómo quedan los del bando opositor, si el candidato a quien le quieren poner mortaja y urna, no sólo se presenta jovial a la contienda, que va a hacerlo, y les derrota abiertamente, tal cual anuncian las encuestas?
Ese proceder es todo lo malo y muestra de desasosiego.
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