La mayoría había escogido la política de partidos como un medio para amasar inmensas fortunas.
En el fondo todos eran impotentes. Porque la verdadera política no es para carajitos malcriados.
No hay nada más horrible que un impotente que busca el poder, y quizá el caso más horrible de este ejemplo sea el del señor Capriles Radonski, que lo que me provoca es náuseas y una infinita indignación.
Por eso, todos estos tipejos que en nuestra historia carecían de preparación moral y política para dirigir un país, acabaron siendo exacerbadamente regionalistas, entregados a la pequeñez y a la lujuria, a la avaricia y al robo más descarado e incontrolable.
Al que le falta cabeza para emprender algo grande y noble en política, lo que persigue es robar y engañar.
Páez y Santander inauguraron la primera etapa de la gran balcanización de América Latina, cada quien cogiéndose su parcelita de poder, cada quien formando sus partiditos y sus logias personalistas.
Páez nunca tuvo cabeza para pensar en la gran Nación latinoamericana y por su parte Santander era un cura arrepentido (que nunca dejó de ser cura) y que llevaba en su alma, como dice Miguel Peña, todas las arterías de Maquiavelo y todos los crímenes de la Edad Media.
Santander era un mercader tan bajo y repugnante que en su testamento hizo la lista de los que le debían algunas lochas y que no se las habían pagado e incluyó en ella a su amante Nicolasa Ibáñez.
Estos dos personajes, Páez y Santander, van a dar un giro de 180 grados al proyecto del Libertador para la conformación de la gran Nación latinoamericana, y colocaron la primera piedra para hacer de este hemisferio un continente enclenque, raquítico, disgregado y miserable.
Ambos se despojaron del gran nombre “colombiano”: Uno comenzará a llamarse “venezolano” y el otro “neogranadino”. Más abajo al sur, el otro canalla de Juan José Flores se autodenominará “ecuatoriano”.
Esta pequeñez tan virulenta, tanto en el norte como en el sur de América Latina, provocará el más grande fracaso de las ideas integracionista de Bolívar.
¡Imagínense ustedes, qué podrá tener en la cabeza este pobre ignorante e impotente de Capriles Radonski, que desconoce a su propio país, en medio del proceso creativo y expansivo que vive actualmente nuestra América Latina!
Ante la constelación de hombres cultos y valientes que en gran parte están debatiendo la gran unidad del continente latinoamericano, la imbecilidad de este guiñapo de Capriles provoca asco y pánico.
Porque no teníamos cabeza, ni valor ni sentido de patria, la América Latina con tipejos como Páez y Santander se hundió en meras reyertas aldeanas, y hoy eso no lo debemos permitir cueste lo que nos cueste. Ahí con Mercosur a la espera de nosotros. Con el gran problema de Las Malvinas, con la amenaza de las bases gringas en Colombia…
Por eso en este momento, no podría concebir América Latina que después de luchar tanto, venga y se adueñe de Venezuela un soberano Guiñapo e impotente.
Sería el acabose.
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