Cuando el 8 de octubre amanezca con la certeza del triunfo arrollador de Hugo Chávez y las mayorías nacionales celebren su nueva victoria en casa, calles y plazas, posiblemente en ese mismo momento y en el sosiego del hecho consumado, miles de venezolanas y venezolanos se dedicarán a la tan necesaria reflexión, esa que permite a los seres humanos más sensatos su supervivencia, en particular la política, y que en esa jerga se le da el nombre de “reacomodo”, estado de voluntad este ya pre anunciado en plena campaña electoral por ciertas personalidades en el seno del campo opositor venezolano.
Tal es el caso de David De Lima, William Ojeda, Hérman Escarrá y Aldo Cermeño, en ese mismo orden, quienes públicamente dieron un paso al frente, y sin negar su condición y decisión de seguir siendo adversarios políticos del proyecto bolivariano, no tuvieron sin embargo prurito alguno en reconocer públicamente los aciertos, sobre todo en materia de derechos sociales, de los 13 años de gobierno del presidente-candidato Hugo Chávez.
Nunca es tarde cuando a dicha es buena dice el refrán popular, pues con tal actitud ganamos todos los que habitamos esta tierra de gracia, en cuanto y tanto queda conjurado, confiemos que para siempre, el plan de quienes en esta década y algo estuvieron batiendo los tambores de guerra mediáticos contra el proceso democrático-revolucionario venezolano: la extrema derecha venezolana. Pero peor aún, contando para este despropósito con la escoria de viejos ex guerrilleros y políticos frustrados.
Pese a que el liderazgo bolivariano ha estado desde 1998 extendiendo la rama de olivo de diálogo y el debate democrático de ideas, el extremismo de derecha venezolano encabezado, sobre todo, por el partido Primero Justicia, como hemos sido testigos, logró secuestrar por largo tiempo la voluntad de quienes, seguramente estaban, y aún están, dispuestos a lucir su talante democrático desde el campo opositor; entre otras razones no menos válidas, porque día a día estos sectores perciben una realidad incuestionable: que el gobierno bolivariano ha venido garantizando el más amplio disfrute de libertades públicas y derechos como nunca antes en nuestro país, consagrados además en una de as constituciones más avanzadas del mundo en a materia.
Más aún: dentro de este contexto nacional, ese sector opositor que emergerá en Venezuela post 7 d e octubre, ha accedido sin restricción alguna a señales bien contundentes del entorno político internacional , en particular el europeo, donde la frontera ideológica entre izquierda y derecha en temas vitales se difuminó extremadamente, producto sobre todo de la satanización que del debate político democrático lleva adelante la maquinaria mediática privada en esos países desde la época del “Teacherismo”, colocada al servicio de la imposición a “tabla raza” del experimento extremista neoliberal, vanguardizado como es actualmente en esas latitudes por banqueros corruptos y estafadores -como los que aquí están detrás de Capriles Radonski-, para así demoler el “Estado de bienestar social” arduamente conquistado por esos pueblos, y de cuya aplicación hoy vemos las consecuencias en la humanidad de sus ciudadanos más débiles, económicamente hablando.
Habría que señalar también que estos sectores opositores venezolanos que se muestran dispuestos a iniciar en nuestro país una nueva etapa en eso que llaman “lo políticamente correcto”, tal vez han sido tocados en su fibra nacionalista, e incluso integracionista latinoamericana, cuando sus ojos han visto caer en los últimos 2 años sobre pequeños e indefensos países como Libia y Siria, la saña más criminal que de agresiones imperialistas que conozca la historia reciente.
Una oposición como esta es la que ha estado esperando el país. Una oposición que acoja el llamado que ha venido reiterando el presidente Chávez de rescatar la ética política y el debate civilizado de ideas, pues como lo dijo recientemente en entrevista concedida a José Vicente Rangel, tenemos que “continuar la maduración nacional, la conciencia de que esta es la Venezuela nuestra y que estamos obligados y llamados a convivir con nuestras diferencias. Por eso les decía: después de la victoria aspiro que surja otra (oposición de) derecha con la cual se pueda conversar sobre estos temas”.
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