Si bien es cierto que los síntomas de la derrota están haciendo mella en los sectores de la oposición venezolana, su naturaleza violenta es intrínseca a ellos y su historial de violencia es de larga data, inclusive durante los cuarenta años que gobernaron, infestaron a este país de todo tipo de vicios, corruptelas y saqueos; fueron implacables con los opositores políticos, donde hubo desaparecidos, torturados y hasta masacres, solo por ser opositores a su funesto modelo puntofijista. Además, nadie olvida aquella nefasta expresión ¨con los adecos se vive mejor porque roban y dejan robar”.
Y esa enfermedad de la irracionalidad, de la conducta violenta, su accionar racista y guarimbero ha ido haciendo metástasis y hoy en día tenemos una oposición enferma, infestada en todas sus generaciones, que cada día arremeten con fuerza y con mucho odio contra la institucionalidad del Estado, contra el gobierno legítimo y constituido, de acción y saboteo permanente contra la gestión gubernamental. Y de esto no escapa ni el gobierno nacional, ni las gobernaciones, ni las alcaldías. Desde siempre han arremetido con violencia contra el chavismo, donde las bajas pasiones de los violentos opositores han hecho mucho daño.
En el caso de Táchira, específicamente en la ciudad de San Cristóbal, los niveles de infección mutaron con la peste verde, y ahora tenemos un ser político irracional, cabeza cuadrada, virulento, violento y con mentalidad asesina, porque se ven dispuestos a matar. En el caso del parlamento regional, tenemos un trío de diputados opositores que no son referencia de eficiencia, sino de pésimo actuar. También está todo ese submundo de supuestos lideres de la oposición, donde abundan hasta las malas hierbas.
Precisamente, con las derrotas consecutivas a lo largo de estos catorce años, fundamentalmente las mas recientes del 7 de octubre y 16 de diciembre de 2012, el odio les brota por los poros de la piel, lo que les ha llevado a reactivar las guarimbas en la ciudad, tal como el día jueves y viernes, cuando grupúsculos de estudiantes de la Universidad Católica del Táchira y de mi ilustre Universidad de los Andes, actuaron con violencia contra instituciones del Estado, contra sus funcionarios y contra el pueblo, que lo único que quiere es paz y tranquilidad. Por ello es que debemos rechazar con fuerza este tipo de violencia venida de pequeños grupos de estudiantes, fichas tal vez, de los moribundos partidos políticos AD y Copei, Nuevo Tiempo y otros insignificantes.
Durante cuatro años detentaron el poder acá en el Táchira y nada hicieron, ni una obra de envergadura, sino pura mazamorra, chanchullos, actos de corrupción. Desgobernaron al Táchira y muchos funcionarios –hoy tras las rejas- son el símbolo de los gobiernos opositores. De allí que a nadie le debe extrañar la actitud asumida el día jueves y viernes por esos grupúsculos estudiantiles, que arremetieron contra la tranquilidad de la gente y su ciudad; pero si debemos rechazar con contundencia su violencia irracional. Es allí donde el camarada gobernador Vielma Mora debe actuar con mano dura para que estos grupos violentos no sigan causando daños a la gente de manera tan vil y tan cobarde.
Politólogo
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