La desesperación de la ultraderecha venezolana no es mamadera de gallo. Vienen demostrando que son capaces de vender su alma al diablo, cosa que ya hicieron, por hacerse del poder. De manera que las elecciones del venidero 8 de diciembre se les presenta como un momento que, cualquiera que sea el número de alcaldías que ganen, servirá para arremeter en su venganza contra el pueblo Bolivariano.
Las elecciones del 8-D, para ellos no significan exactamente unas elecciones porque no compiten acogiéndose a unos estatutos y reglas legalmente establecidas. Han demostrado que la única regla valedera es precisamente si ganan. No respetarán un voto ni miles de ventaja, tal como ocurrió en los comicios presidenciales del 14-4-2013. Igual gritaron fraude cada vez que fueron derrotados por Hugo Chávez.
Como se trata de un comportamiento que linda en los límites de la locura, no queda otra respuesta que, de manera consciente, darle una lección democrática. Esta ultraderecha, que lamentablemente ha logrado envenenar a miles y que lastimosamente pareciera liderar a la mayoría opositora de nuestro país, no presagia pasos correctivos. Su lenguaje, comportamiento, gestualidad y sobre todo su rostro constituyen la degeneración de quienes han convertido el activismo político en una aventura. ¡Peligrosa y satánica aventura!
De manera que el 8-D es para ellos una excusa. Si no creen ni respetan al organismo electoral, una y mil veces preguntamos: ¿Por qué inscribieron candidatos? ¿Para qué participan en elecciones para cargos de representación popular si luego los abandonan, tal como ha ocurrido en el estado Miranda con el gobernador invisible?
Queda demostrado que el único cargo o puesto que los tiene enceguecido es precisamente el de Presidente de la República y la razón es sencilla. Este delirio tiene su explicación. Ellos han recibido tanto financiamiento y tantas recetas desestabilizadoras de sus amos del norte pero hasta ahora han correspondido con torpeza y metidas de pata.
Uno supone que a los Estados Unidos no le queda otro camino que seguir financiándolos y todo ello a costa de aplicar, a un alto precio para el pueblo venezolano, el saboteo a los servicios y a la economía, tal como ha venido ocurriendo.
La gran mayoría de nuestro país tiene confianza en las medidas antidesestabilizadoras que anunció el Presidente Nicolás Maduro en el transcurso de la presente semana. Este pueblo, que no merece tener una oposición tan antipatriótica, aprueba y pide al gobierno aplicar toda la fuerza de la ley a quienes en su desesperada y alocada ansias de poder nos han sometido a una guerra económica innecesaria.
La firmeza de nuestro gobierno y pueblo se impondrán. El balance de 15 años de Revolución Bolivariana nos permite decir que en Venezuela hoy hay más democracia y más inclusión social. ¡NO VOLVERÁN!