Los resultados en las elecciones municipales del 8-D parecieran haber aplastado la fantasía del plebiscito nacional fabricada por el inmaduro líder de la oposición, ya que tanto en número de alcaldías como en cantidad de votantes el PSUV y sus aliados superaron a la fracasada Mesa de la ultraderecha. Seguramente este nuevo descalabro, convenza a la alta dirigencia encopetada de la oposición a que debe sustituir al ausente gobernador de Miranda por un nuevo hombre o mujer capaz de darle una dirección más realista y menos alucinógena a la alternativa antichavista en Venezuela.
Indiscutiblemente, la victoria del Partido Socialista Unido de Venezuela debe ser apreciada con humildad por su dirigencia y servir de impulso a la reorganización en todos los niveles, ya que para el año 2014 se espera un Congreso Nacional de esta tolda política. Tal evento será propicio para avanzar en la consolidación de ese nuevo instrumento revolucionario que soñó Hugo Chávez y que deseamos la inmensa mayoría de los patriotas: un movimiento socialista de masas que a la vez sea escuela para la generación de cuadros honestos, unitarios, combativos y solidarios.
Felizmente, tanto simpatizantes del chavismo como opositores demostraron con sus millones de votos durante el 8-D que confían ampliamente en las instituciones del Estado Venezolano, sobre todo en el Consejo Nacional Electoral, por encima de los difamadores y conspiradores que han intentado desacreditarlo desde el 14 de abril del presente año.
Con absoluta certeza, lo más destacable de esta nueva jornada democrática es que con un sobresaliente índice de participación que se aproximó al 60%, las elecciones municipales de 2013 se convirtieron en una victoria aplastante de la democracia bolivariana contra el fascismo y el golpismo que pretendieron aprovechar la lamentable desaparición física de Hugo Chávez para implantar un caos nacional y apoderarse de la Presidencia de la República por vías no constitucionales.
