Todo se derrumbó, o sea…

O sea, tenía meses acumulando la furia, como nos dijo el Flaco que hiciéramos, para luego convertirla en votos. Yo andaba furiosa todo el tiempo, o sea, furiosa en la clase de pilates, furiosa mientras tomaba capuccinos doble mocca con mis amix, pero todo se hizo más fácil, o sea, cuando el gobierno comunista empezó a bajar los precios. Entonces mi mamá y yo nos fuimos furiosas y compramos cinco teles chísimas mientras clavábamos miradas fúricas y dignas a los chavistas, o sea, a los niches que también querían comprar.

La furia fluía, o sea, y la Virgen Dorada de Altamira me ayudó, o sea, porque yo nunca, o sea, never, voy al CCCT, o sea, ese centro comercial ochentoso, o sea, de la época de Cristóbal Colón, o sea, pero milagrosamente estaba ahí cuando un ministro tarifado con bozal de arepa atacó, comunistamente a una decente tienda de teléfonos carísimos y super cool. Ahí, o sea, la furia se puso furiosa. “¡Entreguen al ministro!” -gritábamos pensante y furibundamente, y si nos lo entregaban, o sea, mínimo que yo le clavaba las uñas, aunque se me partieran, o sea, porque ¿qué es una uña comparada con la libertad?

El ministro cobarde, o sea chavista, no se se entregó, así que aproveché para comprar un Galaxy para aumentar mi indignación.

Como esa olla de presión que usa la señora de servicio cuando cocina… bueno, no sé lo que cocina en esa olla pero, o sea, así, echando humito estaba yo justo antes del plebiscito que borraría del mapa a los chavistas forever, o sea, para siempre. 

Entonces el tuit WTF del Flaco: “Todos a votar con amor”, o sea, y yo ya estaba tan furiosa que insulté a Wiston y a El Potro por Twitter y salí a derrocarlos con mi voto porque somos mayoría, yo lo veo clarito en mi muro de Facebook, o sea.

Con mi cacerola lista esperaba… y perdimos otra vez, o sea. Pero dicen que ganamos las ciudades nice, aunque yo sé que nada que se llame Maracaibo puede ser nice, o sea, y el Flaco, en vez de mandarnos a descargar la arrechera, dijo que estaba  cansado y que no sabía sumar, o sea, y no hay guarimbas, y nadie dice que el CNE es tramposo y todo se derrumbó dentro de mi, dentro de mi, o sea… y ya es navidad y me voy a Miami hasta enero, o sea, que este comunismo me está matando, o sea, adiós, o sea Bye!



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Carola Chávez

Periodista y escritora. Autora del libro "Qué pena con ese señor" y co-editora del suplemento comico-politico "El Especulador Precóz". carolachavez.wordpress.com

 tongorocho@gmail.com      @tongorocho

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