Alertamos desde hace varios años sobre la presencia de paramilitares colombianos en el Zulia y el gobierno no hizo nada. Por el contrario, permitió que estos se fortalecieran y multiplicaran en la región. Hoy el gobierno está sufriendo los embates de las acciones de la oposición que pretende derrocarlo con el apoyo de paramilitares colombianos. Los hechos suscitados estos días en el Zulia lo corroboran.
Líderes de base de la oposición han afirmado que la orden es seguir los lineamientos de personas externas que han llegado para organizar la resistencia y, esto se compágina con las últimas insinuaciones realizadas por Capriles. Hemos observado en sectores de Maracaibo toda una logística muy bien hilvanada alrededor de las barricadas. Personas con radios transmisores, cámaras fotográficas y de video, celulares sofisticados y quizás hasta con armas. Llegan automóviles y motorizados que reparten envases de comida, agua, refrescos y pertrechos para la protesta: miguelitos, cohetes, morteros, bombas molotov. A pesar de todo esto, que está a la vista, los cuerpos de seguridad no actúan contra estos individuos y los deja operar libremente de barricada en barricada.
Es cierto que se deben respetar los Derechos Humanos de los manifestantes y erradicar la represión, pero se debe actuar con Cuerpos de Inteligencia para desarticular a los paramilitares que prestan logística y tácticas para generar violencia y causar terror. Pues los que nos encontramos secuestrados –por las guarimbas- en nuestra casas también necesitamos que nos respeten nuestros Derechos Humanos. El gobierno debe proceder de inmediato con una estrategia que ubique y capture a los grupos paramilitares. Precisamente la indiferencia del gobierno, ante las denuncias del paramilitarismo en el Zulia, ha permitido que esta situación ponga en jaque a la sociedad.
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