Hasta cuándo no vamos a llamar por su nombre la realización de guarimbas y barricadas por un grupo minoritario llenos de odio y con una carga de violencia de tal magnitud que mantienen en estado de angustia a las y los habitantes de algunos municipios del país.
Esas acciones sólo se pueden denominar como vandalismo, hay diccionarios de la lengua española que lo definen como: Destrucción y devastación que no se atiene a ninguna consideración ni respeto, considero que ésta definición se ajusta a lo que el fascismo tropicalizado a través de sectores de la ultraderecha están actuando en Venezuela con su estrategia de calle.
Todos y todas las personas de bien, saben que son actos de provocación y generador de caos, y que ese vandalismo forma parte de un libreto para tratar de conseguir las condiciones objetivas para una intervención extranjera, que permita la restitución del orden interno.
Es preciso seguir informando que los municipios en donde actúan los vándalos, son alcaldías que pertenecen al escualidismo venezolanoque casualidad, pero hay un clamor por parte de la comunidad en general: la gente quiere paz y más paz, la gente quiere que las manifestaciones sean pacíficas y bien argumentadas y la gente también pide de una actuación más contundente por parte del Estado.
En éste punto, quiero destacar, que no se trata de que el Estado aplique plomo a los violentos, Pero si necesitamos que a esos locos del odio, no sigan envalentonados y sigan haciendo lo que les da la gana, como espacios sin ley en donde reina la anarquía, considero que sin irrespetar los derechos humanos y el debido proceso, ya basta de esa locura fascista y el Estado debe ponerlos en cintura y a derecho, necesitamos paz, ya basta de que todos los días, desde el 12 de febrero hay una persona muerta en Venezuela, producto del vandalismo, ya basta de que un grupúsculo pueda poner en jaque la tranquilidad de una nación.
