Propio de sus actuaciones neuronales en política y su manera de entender esta, el ex candidato y mil veces vencido por las fuerzas patrioticas Henrique Capriles Radonsky volvió a fallarse y a fallarle a todos aquellos que lo consideran una especie prometedora en política. En efecto, el dialogo pasó sin pena, pero tampoco con gloria pese a la especie de profecías que hizo este líder de la derecha direccionadas al presidente Maduro: Mañana va a temblar en Miraflores, sentencia con todo el odio disfrazado.
Lo cierto es que el telúrico deseo de Capriles lo dejó mal parado ante los pocos fans que le quedan. No tembló en Miraflores, y si alguien lo percibió debe ser por condiciones naturales de esa persona, pero no realmente por las contundentes intervenciones de quien nunca se ha caracterizado por ello.
Si habría de calificarse en términos de escala el temblorcito del ex candidato acostumbrado a las derrotas. Habría que utilizar la escala de risa y no la de Ritcher. 0,5 y va que chuta diría en su dicharacha el venezolano y venezolana de a pie- pues éste no hizo otra cosa que proyectar los miedos que lo arrastran a su epifanía del terror ubicada en Tradición , Familia y Propiedad. El sismito no llegó a más, nadie lo sintió, y es que ya hace un tiempo que el único que lo siente es el gobernador de Miranda, temblores internos y una honda profundidad oscurisima que hace difícil saber dónde queda su conciencia, de allí sus constantes desvaríos.
Nicolás no sabe lo que le espera, fue otra de su estrepitosa sentencia que se desinfló al salir de su boca, pues Maduro, el presidente constitucional de todos y todas los venezolanos y venezolanas sabe desde un principio lo que puede esperarse de opositores a la vida y al gobierno también, como los que dice representar este discípulo del Dr Plinio de Oliveira.
Que salida puede ofrecer alguien que se formó en la convicción fanática y adicta al odio que concibe desde su bilis y que tiene inscrita en sus tuétanos al sostener que un mal de la revolución es crear la sensación de igualdad, pues esto -y en Henrique es evidente- cercena el derecho de la superioridad de castas y el divino derecho a la propiedad (véase: http://www.aporrea.org/actualidad/a142641.html )
La última es la sentencia que los sentencia a ellos, animados por el golpe en lo que han llamado ahora o nunca en su afán de defender la propiedad y los intereses que los coloca de espaldas a la historia manejándose entre mascaras y forzados a un dialogo en el que nunca han creído.
El sismito de Capriles, no produjo daños, aunque no debe el pueblo dejar de estar alerta pues su epicentro sigue ubicándose en mayamí.
Nelson España