Para nadie es un secreto que el discurso opositor anda perdido en los desiertos de la arrogancia, de la mediocridad y la lacerante manipulación que sopla tormentas de arenas imaginarias que supuestamente enterrarán a los chavistas como fuerza política y como corriente ideológica. En realidad son puros espejismos, propios de la disociación psicótica y narcótica de la que sufren casi todos los escuálidos y sus principales dirigentes, quienes hablan, opinan y actúan de una manera rara, como si hubieran sido esterilizados del hipotálamo, el tallo y la corteza cerebral, el sistema límbico, el hemisferio derecho e izquierdo, la medula espinal, la región occipital y la zona lumbar. Grave la situación, cuyo cuadro clínico es de pronóstico reservado.
Y como consecuencia de esos post-operatorios y la disociación psicótica y narcótica, la oposición anda como desahuciada, originando situaciones de extrema gravedad y anunciando la guarimba, el caos y la muerte. Al parecer la jauría opositora se prepara con todo para salir al ruedo y dañarle la tranquilidad a la familia tachirense, especialmente a los que habitamos la ciudad de San Cristóbal. En el marco de esos esquemas de violencia terrorista y guarimbera, no vale el clamor de los niños que en su inocencia claman para que los dejen ir a sus escuelas y/o colegios, jugar en los parques y pasear con su familia. Tampoco valen los dolores que pueda sentir una madre embarazada, pues a los miserables guarimberos no les importa la vida y mucho menos estarían dispuestos a no dejar circular las ambulancias. De este odio fascista no escapan ni los abuelos y abuelas, quienes deben sufrir en carne propia la irracionalidad iracunda de los violentos opositores.
Se trata del mismo formato del año pasado, cuyos efectos colaterales todavía se hacen sentir y resultan fatales para la tranquilidad y el bienestar de todos los tachirenses. En Febrero de 2014, apenas terminó el fandango de la feria, comenzó a ejecutarse el plan macabro de violentar la tranquilidad de algunos municipios tachirenses, tornándose seriamente grave la situación en San Cristóbal, Cárdenas, Jáuregui y Junín. Todos recordamos como se fue desarrollando la trama, bien organizada, bien calculada y delineada. Parecía el plan perfecto, tuvieron un clímax de verdaderos carniceros que llegó hasta las puertas de una masacre. Hicieron mucho daño a personas e instalaciones de la ciudad, quemaron Cotatur, la Unefa, emisoras de radio, con atentados en diferentes partes de la ciudad y el secuestro de muchas familias, quienes vieron el rostro y los colmillos afilados del fascismo y de los grupos opositores de la derecha.
En este mes de Enero ya ensayaron algunas escenas de violencia y trazado algunas pinceladas de sangre sobre la tela amarilla. Se trata de ir preparando el escenario o el campo de guerra en el propio terreno y en algunos medios de comunicación. Tratarán de buscar alguna provocación y partir de allí el terrorismo desmedido, pero siempre haciendo aparecer a los guarimberos como niños de pecho y a los cuerpos de seguridad como fuerza represiva y opresora. Ante esta guerra anunciada, el Estado venezolano y los gobiernos regionales, con sus organismos de seguridad, no les debe temblar el pulso para hacer cumplir la Constitución y someter a los grupos e individuos violentos y juzgarlos con todo el peso de la ley. Dios está al lado de la justicia y no al lado de los violentos opositores. Amén.