En la segunda campaña electoral de Carlos Andrés Pérez como presidente, “El gocho pal 88”, recuerdo oír a más de un incauto asegurar que era la opción lógica, pues ya había robado lo suficiente en su primer mandato y no tendría necesidad de hacerlo en el segundo. Era como aquel espíritu que flotaba en el aire que aseguraba que adecos y copeyanos eran lo mismo con una pequeña diferencia: los copeyanos robaban para ellos y los adecos repartían el botín.
Estos probos políticos que robaban y dejaban robar, por algo eran «democráticos», llevaron a Venezuela a la situación que todos conocemos. En esos momentos de pobreza material y espiritual, de poco valía que el petróleo estuviese a 10, a 40 o a 200 dólares el barril, la miseria estaba enquistada en el ADN de Venezuela y trataba de arreglarse «regalando» latas de leche en polvo, sardinas y spaghetti.
Pero aún así perseveraban y perseveran en sus ofertas con una «receta» que nos permitirá salir de nuestro miserable petróleo barato, de nuestra economía informal y de nuestra situación esperanzadora. Después de dejarnos tetrapléjicos nos «ofrecen» la silla... eso sí, ellos la conducen y sabemos hacia donde... aunque esa parte no la cuentan.