No es casual la imbecilidad imperturbable de la oposición. Ni incompatible con la perfidia. He despejado con los años que la estupidez no es incongruente con la perversidad. Tampoco es casual que doquiera que el Imperio irrumpe hace reinar el caos y la devastación: Libia, Irak, Afganistán, por nombrar solo tres, porque la lista es larga. Solo añadiré que Venezuela está en esa nómina. Promueven a María Corina Machado y a Leopoldo López y relegan a Henry Ramos Allup, que no es mejor pero al menos no es memo. María Machado fue escoltada en tribunales por funcionarios de la Embajada de los Estados Unidos. Por algo será. No solo mostró las rodillas a Bush, de minifalda y sandalitas veraniegas (Milagros Socorro dixit), sino que se hace acompañar por oficinistas gringos para que quede claro quién la tutela y patrocina. Es la misma gente que el Imperio promueve desde Hong Kong hasta la Calle B de Los Ruices, pasando por el nazismo de Ucrania, o la «Primavera Árabe» que provocó el caos al norte del África. Es, pues, una idiotez estructural, pues «hay método en su locura» (William Shakespeare dixit).
Merodean, rondan, amenazan. Guarimbas, asesinatos selectivos, guerra económica, instigación a la violencia en las colas que provocan, ataque a domicilios, mercenariato surtido, incendios, asedios varios y este novísimo y viejísimo atentado golpista denunciado por Nicolás Maduro el jueves, que sería mera torpeza delirante de comiquita si no fuese tan asesina… Uno se la pasa esperando el leñazo, sintiendo en las costillas el friíto de la puñalada, la emboscada de quienes, como pareja infiel, niegan luego toda evidencia: nadie estuvo en Miraflores el 12 de abril de 2002, solo fantasmas firmaron el Acta de Carmona, nadie conoce a Lorent Saleh, nunca hubo Paro, jamás existieron guarimbas. Y así por todo el mundo, con objetivos que, lo siento, no comprendo, salvo que sean acciones del Complejo Industrial Militar para asegurar su ofertón de armas. Si esa explicación no es cierta no me quedan como hipótesis más que la manía y el furor de los asesinatos en serie. Ojalá haya una causa racional porque, si no, estamos ante una banda maníaca, torpe y sádica de talla planetaria.
Porque lo malo no es solamente lo que vengo prosando, sino que se posesionan de los cerebros de millones de personas, que hoy están convencidas de que Islam es terrorismo y justifican el asesinato de cualquiera que las autoridades canten yijadista, al capricho, al desgaire, por mantener un clima de terror y persecución permanentes de la ciudadanía, que ríete de la novela 1984 de George Orwell. Convendría saber por qué se suicidó el segundo jefe de la investigación sobre el atentado a Charlie hebdo la madrugada siguiente a los hechos, en la misma comisaría de Limoges donde otro policía se suicidó en noviembre de 2013.
Pero junto con su ineptitud existencial demuestran una paradójica competencia para armar una maraña de picardías económicas, acaparamiento, especulación, estafas, amén de guerra sicológica, crispación, provocación, instigación…
Son unos incapaces pero precisamente por eso son un ssstidio, porque no es tanto lo que joden como lo seguido.
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