Siempre he dicho que la mal llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD), es una estafa política, una mamarrachada del tamaño de los partidos que la conforman y la mediocridad de los liderazgos que la representan y que arrastran la conciencia de la culpa por haber convertido su lucha política en una mesa con patas de gorgojo y un mantel con migajas de aserrín, desprendido de las cabezas luminosas que allí se reunían para anunciar primero “la salida” y luego “la transición”.
Como una metáfora, ambos procesos perversos nacieron en la sombra y murieron en la oscuridad. Las amargas circunstancias de las cosas superfluas le cubrieron el rostro y se estrellaron con “la salida” y le postergaron “la transición”. Codiciando el poder y el placer se volvieron glotones y pensaron que el mundo era de chucherías. Y fue así como auspiciaron, promovieron y financiaron la violencia, la “guarimba” y las barricadas; prácticas terroristas con las cuales asesinaron a decenas de venezolanos en el año 2014. Esos opositores fascistas, muchos comensales de la MUD, quisieron convertir a Venezuela en un inmenso cementerio. De verdad, fue una locura, pero tal vez la espiroqueta ya había empezado su trabajo destructivo en el cerebro de esos malvados miembros de la MUD.
¡Seamos sinceros, señores opositores! Ustedes mismos se enterraron en su propio banquete de migajas, de ollas putrefactas y golosinas de ajo porro. Ustedes mismos se hundieron en el amargo destino de las circunstancias mediocres. Acudiendo a la crueldad sobre la crueldad, empezaron a construir el puente que los condujo al extremo de la maldad, donde la política dejó de ser política para convertirse en un trabajo perverso, un negocio turbio, donde la corrupción es el postre favorito de la MUD. En esa pelea de niños malcriados y glotonería, fueron volviendo todo como un chiquero, con comidas regadas por todos lados y la señora que limpiaba había sido despedida porque no le pagaban.
Pronto los olores nauseabundos comenzaron a sentirse con fuerza en la MUD. Movimientos raros empezaron a denunciarse abiertamente y un buen día, en el menú salió publicado el precio del deseado lomito: 150.000,oo bolívares fuertes por el derecho a participar en la cola para ver si logran una curul. Algunos comensales gritaban de alegría y otros con cesta-ticket de militante “guarimbero”, pegaron el grito al cielo. Los que podían pagar la tarifa usurera de la MUD podían quedarse, mientras los escuálidos pobres, pero defensores de los oligarcas, prácticamente fueron desalojados a patadas; ni siquiera se les permite quedarse afuera para ver si algún comensal les arrima una chayota.
Triste por toda esa pobre gente que creyó en la MUD. Inocentemente pensaron que era un hogar de cobijo, cuando en realidad era un nido de de vicios y corruptelas, donde se planificaron los golpes de Estado, los incendios a instituciones, las guarimbas, la salida y la transición. Allí se reunían a planificar la muerte de venezolanos y la destrucción de la patria. Mientras los más ricos se comían el lomito, para los pobres guarimberos, el resto de los partiditos y loas viejos como AD y COPEI, solo les dejaron el bofe y el guargüero. Toda esa situación hizo que la MUD implosionara y hoy es una estafa hecha pedazos, sin posibilidad de agruparse nuevamente, porque a muchos les hace falta 150.000 bolívares, para poderlos dejar entrar a la nave de la “guarimba” cósmica.