En la batalla de rumores la oposición no hace sino perder. Las murmuraciones son tan infames que solo consiguen indignar y por tanto fortalecer a los chavistas, que cierran filas. Y la oposición más enloquecida se queda con el terror y el desaliento. Pura pérdida, como siempre.
Es mucho lo que se puede decir del rumor, que es irresponsable, que es impune, que es retorcido. Hay rumores que tienen miles de años, muchas de las que tenemos por verdades históricas son solo chismes, como muchos de Heródoto. Algunos chismes vienen engalanados de literatura. Ha poco se hallaron los restos de Ricardo III de Inglaterra y se verificó el rumor de que era jorobado, pero ¿cómo vencer la versión trágica de su vida según Shakespeare? Nada menos que Shakespeare, que contó aquella escena famosa: Ricardo rodeado de enemigos en su última batalla, le habían matado el caballo y da una de los voces más dramáticas del teatro: “A horse! a horse! my kingdom for a horse!” ‘¡Un caballo! ¡Un caballo! ¡Mi reino por un caballo!’ (V,4). Difícil competir con Shakespeare.
El rumor también tiene su arte, como el chisme. Si alguien corre que Fulana se comió una de reina pepeada con un jugo de guanábana, hay pocas probabilidades de que eso se propague. Pero si cuenta que la reina pepeada se creó en 1955 en homenaje a Susana Duijm, que acababa de ganar el primer Miss Mundo de Venezuela, el cuento tiene una alta tasa de propagación. Es más, poco importa verificarlo: tiene tal potencia que rebasa toda resistencia epistemológica.
Internet ha multiplicado exponencialmente esa tasa de propagación. Antes la conseja viajaba a la velocidad del «boca a oreja», pero en Internet es distinto. En 1994 se divulgó que cierto microprocesador cometía un error en una de cada 9 millardos de divisiones cuando un elefante rosado pasaba por la esquina de Tracabordo comiéndose una torreja. O algo así. El error FDIV de Pentium. La información se regó por el planeta en cosa de media hora. O menos. Lo llaman difusión viral.
La idea del robo de niños para extraerles órganos es tan milenaria como perversa, pero tiene un alto poder de propagación.
La única manera de combatir el rumor es con información confiable y oportuna. Pero mientras dura hace mucho daño. A la oposición.