La oposición reina de manera absoluta en su propia descomposición de clase política y aún así, con grandes fisuras en sus costados, sigue avanzando en su empeño obstinado y perverso de querer asesinar a la democracia. A cada rato la violan, la apuñalan, causándole heridas profundas que poco a poco han ido socavando las bases de su propia existencia. La oposición se deshace con cada acto criminal que comete y ya no serán los López, los Rosales, los Ceballos y los Ledezma, quienes tengan que sentir el latigazo de la justicia venezolana, sino que también será toda esa clase política nefasta, corrupta y asesina que, en nombre de la democracia, comete con premeditación y alevosía todos los actos antidemocráticos y luego con un discurso vacuo, terminan reivindicando sus acciones criminales. Así son ellos.
En medio de toda esa locura desatada por los grupos opositores, agrupados en la MUD, en Fedecámaras, en la CEV, los paramilitares y otras mafias; surge desde los mismos infiernos una interrogante que prácticamente los condena al abismo: ¿Sobrevivirá la oposición a su propia violencia? Quizás no, porque viéndolo bien, nada fracasa como el éxito obtenido por la arrechera inducida, ni tampoco por las "salidas de laberinto" propuestas por los asesinos de la extrema derecha venezolana. Precisamente esas son las premisas de un final atormentado para los escuálidos, escrutados en una tragedia anunciada.
Recordemos que la oposición venezolana secuestró la democracia y más que eso, viene torturando, prostituyendo y apuñalando el concepto mismo de democracia. En su nombre han cometido los peores actos antidemocráticos, han asesinado a mucha gente, a hombres, mujeres, ancianos y niños; incluso a sus propios seguidores, cuando francotiradores les disparaban certeros tiros en la cabeza. En su nombre han dado golpes de Estado, han eliminado la Constitución y todos los poderes públicos, tal como lo hicieron en el año 2002. Pero la cosa no queda allí, porque también en nombre de la democracia, han incendiado instituciones, universidades; han trancado calles, han degollado motorizados, han escupido el rostro de funcionarios policiales. Y con todo este prontuario de verdaderos asesinos, pretenden hablar de democracia.
Sea como sea hay que parar esa locura de los escuálidos, porque la historia no nos perdonaría que no derrotemos de manera contundente a esos asesinos de la democracia, que se escudan en el falso discurso democrático. De allí que una de las tareas inmediatas es rescatar el concepto de "democracia" y devolvérselo al pueblo y desde allí empezar a acabar con esa farsa que dice: "ellos son los pacíficos y los revolucionarios violentos". No compatriotas, no mordamos ese peine, porque esa es la apariencia que se nos quiere imponer para generar incertidumbre.
Mientras la revolución ha profundizado la democracia en todos los espacios, haciendo suyos todos sus postulados; la oposición venezolana ha secuestrado el concepto mismo de democracia. Son dos cosas diferentes que debemos tener en cuenta para no confundirnos. La revolución ha reivindicado la práctica democrática en toda su totalidad, mientras que la oposición en una orgia de odio visceral terminó asesinando a la democracia. Este 6 de diciembre, con nuestro voto, vamos a sentenciarla a cadena perpetua. Que se pudran, pero más nunca volverán a gobernar este país. Y si es por la fuerza, entonces será por la fuerza. Sean serios.