Tenemos una oposición histérica. Bufa. Vandálica. Mírala. La peor amenaza nacional. Pero sería nula sin la demasiada gente honesta y cándida que la sigue disciplinadamente. Como en la Argentina. Y no es menos grave la cantidad de quienes Luis Britto García llama «matavotos», es decir, dizque chavistas cuya gestión de gobierno consiste en espantar votos, también disciplinadamente. Están de este lado de la talanquera, por saltarla.
En la discusión con la irracionalidad suicida que vota contra sí misma, basta introducir una hebra de cordura para ganarla. A la que oye.
Como dijo el Profesor Lupa en su artículo «Tango de la derrota» (abunda en Internet), no debemos culpar a la Argentina que votó por Scioli por la necedad de la que votó por Macri. Podemos meditar la lapidaria fórmula de Aníbal Nazoa: «La clase media se medio compromete cuando medio le conviene». Cierto, pero también es verdad nuestra ineptitud para dialogar con esa que llamamos clase media, incluyendo a quienes pertenecemos a ese conjunto borroso. No llegamos a Stalin ni a Pol Pot, pero bastante sectarismo hay, con histeria obtusa y hostil. La oposición tampoco sabe hablarnos sino maldecirnos.
No, no es fácil. La ‘clase media’ es el sector del proletariado que se identifica subjetivamente más con la burguesía que la desprecia que con la clase explotada que objetivamente es. Ideología pura. La burguesía la ridiculiza porque la ve como una chusca caricatura de «capitalista de quince y último». Ya viste la cuchufleta del capitalismo popular. Por eso y más no me entretengo aquí porque no es un artículo lo que resolverá esa contrariedad y menos con mi flaco talento. Sigue pendiente.
En la entrevista de Britto García con Vanessa Davies (Correo del Orinoco, 25 de noviembre de 2015) hace meditadas advertencias: la posibilidad de perder el 6D nos previene de errores estratégicos. Y más si ganamos. No es optimismo mentecato, que puede ser, pero hay razones para que el pueblo pobre y lúcido gane. Razones que excederían estos 2.298 caracteres.
Edgar Morin dice que el ser humano es sapiens, pero también demens y encima hystericus. Mira cómo anda el planeta.
El triunfo del burguesito argentino es una advertencia, porque aquí hay un sifrino igual. Quién sabe si peor.