Un crío exige su chocolate favorito de madrugada e inmediatamente. Los padres le explican la conveniencia de esperar el amanecer. El arrapiezo se tira al piso con una pataleta que hasta morado se pone. Ansiosos, los malcriadores salen a esa alta hora, con lluvia, a buscar el chocolate. Dos horas después consiguen un negocio abierto por error hacia las estribaciones de la Carretera Vieja de La Guaira. Al llegar amaneciendo encuentran al chamo previsiblemente dormido, pero se levanta hecho una fiera porque lo despertaron con los ruidos de la llegada. Intentando endulzarlo, le entregan el chocolate obtenido con tanto sacrificio. Nuevo berrinche: el chocolate no está relleno de fresa, el único que le apetece de madrugada. Furioso, lo tira por la ventana para que nadie más pueda disfrutarlo.
La temperamental señorita niña repudia la taza de té porque está frío. Luego se enfurece porque se lo traen demasiado caliente. Al traérselo tibio, escacharra la taza contra el piso porque no está ni frío ni caliente y ella lo quiere por igual frío y caliente.
La oposición solo aceptaría el veredicto de la Organización de Estados Americanos y del Centro Carter sobre el Referendo. Jimmy Carter y la OEA ratificaron lo dicho por el Consejo Nacional Electoral. Pues tampoco. Cacerolazo contra Carter. Y eso que, como Carter les dijo, explicó todo en inglés para que la oposición entendiera. La OEA está vendida. Chávez compró a Carter y hasta sobornó a la Academia Sueca para que le diese el Nobel.
Los patricios candidatos opositores exigieron, tirados en el piso, morados de arrechucho, que les quitasen las captahuellas en las elecciones del 3 de diciembre pasado como condición para no retirarse. El CNE, malcriador oficial, aceptó. Pues tampoco. De todos modos no participaron y ahora se baten contra el piso porque no fueron elegidos.
Las universidades golpistas exigen, moradas, auditar el Registro Electoral Permanente. Está bien, aquí tienen el REP y lo que pidan por esa boquita. Pues tampoco. Ahora amenazan con que no quieren nada de nada de un cipote de un pito. Cho cuidao que nos vamos, ah, bueno pues. Intransigencia caótica.
¿Quién los estará malcriando con dólares de esos que están por cierto a punto de desmoronarse?