La derrota que sufrió la oposición venezolana en sus pretensiones locas de querer aplicar la llamada Carta Democrática a nuestro país, deja ver claramente que ese club de malas hierbas no tiene pegada en nada. Por donde se meten salen con las tablas en la cabeza y muchas veces por la puerta de atrás. Esa derrota contundente los ha puesto nerviosos y hasta desesperados porque la cosa cada día se les pone color de hormiga y los objetivos que se han propuesto son inalcanzables.
El espacio del poco poder que tienen en la Asamblea Nacional lo han convertido en un chiquero, con leyes absurdas que quieren darles rango de legalidad a los criminales y delincuentes políticos, quienes con sus acciones violentas han incitado y ejecutado actos donde han perdido la vida muchos venezolanos y venezolanas. Es por ello que poco a poco las puertas se le van cerrando y ahora los vemos desesperados porque ni tumban a Maduro ni tampoco logran adueñarse del poder del Estado.
Ante todo esto es necesario comprender que un gobierno de la derecha significaría una verdadera tragedia para el país, porque de inmediato se iniciaría el desmantelamiento del Estado, con lo cual se acabarían las políticas sociales y darían al traste con lo logrado por la revolución en diecisiete años de Gobierno. Inclusive, estaríamos retrocediendo a situaciones políticas ya superadas y donde se implantaría el gobierno del terror y en pocos meses estaríamos viviendo situaciones parecidas a Brasil y Argentina, donde gobiernan hoy en día los corruptos y los empresarios son los auténticos dueños del poder.
La declaración de la OEA, a favor de Venezuela refleja el carácter democrático del gobierno revolucionario y la consolidación del aparato institucional, y donde las políticas sociales aplicadas son para favorecer a todos los sectores. Sabemos de los grandes esfuerzos que hace el gobierno nacional para hacerle frente a esta odiosa y perversa guerra económica, que está causando un trauma en toda la sociedad. De allí que la lucha revolucionaria tiene que ser incesante para hacerle frente a esta arremetida de los grupos de la derecha y al final vencerlos en todos los terrenos.
Con la decisión de la OEA, la oposición venezolana refleja una profunda crisis moral y con poca credibilidad a nivel internacional. Mientras que la revolución sale fortalecida y victoriosa. Esa es la verdad y así hay que decirlo en todos los espacios. La oposición no haya en que palo ahorcarse, pues sus planteamientos chocan con la realidad que los atormenta y casi seis meses después de haber ganado la mayoría en la Asamblea Nacional están con la espalda a la pared, tanto en lo político como en lo moral, ya que no han logrado su cometido y su base de apoyo se deteriora estrepitosamente.
Hay que seguir trabajando para derrotar esta guerra económica, pero también hay que seguir trabajando para fortalecer el espíritu de lucha, porque el desafío más importante que tiene la revolución es derrotar la conspiración de los enemigos, esos que se esconden en la llamada MUD. La oposición anda desesperada, irritada y frustrada en su propia salsa de ajo porro.