Según la teoría, una catástrofe es una discontinuidad en un proceso continuo. En español eso quiere decir el primer dominó que cae, la gota que desata la avalancha, el aumento de pasaje que dispara el Caracazo.
La oposición viene jugandito a la catástrofe desde el ensayo de paro general del 10 diciembre de 2001. No es que antes no quisiera tomar un atajo para derribar el gobierno bolivariano, sino que fue en esa fecha cuando el gobierno de los Estados Unidos emprendió la operación de acoso y derribo que aún no ha terminado. Ni terminará.
La oposición está declarada en insurrección permanente. Cualquier pequeña fisura la desata, como la violencia reciente en Mérida, como cualquier pequeña guarimba. En cualquier momento se desata una acción violenta destinada a alborotar a la gente contra el gobierno. No lo consiguen, pero igual que en Iraq y en el Líbano, no consiguen lo que buscan pero causan una destrucción enorme en el intento. Se les ve el «lejos» a cada rato. En diciembre pasado pidieron eliminar las captahuellas como condición para ir a las elecciones, el CNE las eliminó y de todos modos no fueron a las elecciones. Les das la espalda y sacan el puñal. Ahora llaman a votar por Manuel Rosales pero advirtiendo que no irán a votar si no se dan las condiciones caprichosas que exigen. Convencieron a sus exaltaditos de que no había condiciones para votar y ahora no encuentran cómo llamar al voto. En fin, «que se retiren, no importa», dijo el Cardenal cuando se le iba la gente harta de su arenga política ante La Divina Pastora.
Y cuando se desata la tragedia salen chillando, como los destituidos de Pdvsa luego de que sabotearon la empresa. Buscan la salida catastrófica y luego se quejan de que la catástrofe los afecte. La estructura del niño malcriado, que no acepta las consecuencias de sus actos, como los alcalditos malcriaditos de Baruta y Chacao.
La línea es promover la movilización de la gente de oposición para llevarla a algún matadero como el 11 de abril de 2002. El mismo Plan A de ese año. No tienen Plan B.
No vienen con menudo, porque lo de los repuestos de aviones de guerra que la Embajada contrabandeó es tal vez lo más peligroso de todo. Por eso todos debemos hacer lo que hicieron unos motorizados bolivarianos el 4 de diciembre pasado: inteligencia social. Y en ella encontraron explosivos, en puntos estratégicos de Caracas. El fascismo falló esa vez porque sus planes son grotescos y ridículos. Pero esos planes fallan solo cada vez que se encuentran con un pueblo unido y con alta conciencia.