El profesor José Vicente Carrasqueño, «gerente» de campaña de Manuel Rosales, ha dicho que no se debe culpar al candidato por haber firmado el Acta Inmarcesible que instauró la monarquía absoluta de Pedro Carmona. No es extraña esta solidaridad, puesto que el propio Carrasqueño firmó el Acta Inmortal. Puedes contemplar el Acta Sublime y las firmas heroicas en analitica.com/bitblioteca/carmona_estanga/decreto1.asp. Ahora bien, Carrasqueño sostiene que no se debe condenar a Rosales porque esa rúbrica fue «un error de un día» y que en su pasado tiene una trayectoria democrática. O sea, si alguien mata a su mamá no se lo debe culpar, pues la mató una sola vez, pasó años sin matarla y con toda seguridad no la matará más.
Los dirigentes de la oposición tienen criterios jurídicos bien singulares. Para ellos basta que alguien declare que el Presidente renunció para tener seguridad plena de su dimisión, sin ver el texto firmado, sin pasar por Asamblea Nacional, sin contar con Tribunal Supremo. Esa declaración fue suficiente para abolir todo el sistema democrático, con destitución masiva de diputados, Tribunal Supremo, Defensor del Pueblo, aparte de la matazón del 12 y 13 de abril de 2002 durante el reinado.
Algún jurista debiera analizar el Acta Carmoníaca, cumbre intelectual de la oposición. Allí se juntan todas las negaciones posibles del derecho. Ni Luis XIV llegó a tanto, a pesar de que se le atribuye la frase «el Estado soy yo». Napoleón mismo no se atrevió a tanto, pues al menos hizo moverse al Papa hasta Notre Dame de París. Le quitó la corona y se la puso él mismo, según la leyenda, pero al menos contó con la convalidación papal. Carmona no. Consulto a los historiadores: ¿Ha habido algo similar en alguna satrapía oriental? Y lo más simpático es que se le entregaron todos los poderes a un solo individuo para contrarrestar la supuesta acumulación de poderes por parte de Chávez.
Ya no dicen que Rosales et al. firmaron una asistencia. Ahora admiten que sí lo hicieron, pero en medio de una confusión. Pero ¿fue confusión el texto de un decreto que instauraba una monarquía absoluta y despótica? ¡Vaya confusión! Vainas de palos. Evidentemente les dieron burundanga, pues no recuerdan.