Acomplejaditos

Pompeyo Márquez dijo el jueves pasado en Últimas Noticias (p. 61) estas aladas y haladas palabras:

Durante setenta años se me estuvo diciendo que estábamos a las puertas del colapso del capitalismo y lo que se derrumbó era lo que se nos vendía como socialismo.

Increíble. ¿No era él quien decía eso, precisamente? Ahora resulta que se lo decían, ¿quiénes? Debe ser sabrosa tanta cachaza, a juzgar por su excitación. Luego de que aventó a un montón de muchachos a la guerrilla, en donde muchos murieron bajo torturas ahora legales en los EUA o en el mejor de los casos invirtieron su juventud siguiéndolo. Luego de que instigó a matar por el socialismo, ahora dice que se lo vendieron. No tiene nada de malo ir a la guerra, pero ese acto exige una lealtad algo más presentable que la de Pompeyo, pues es asunto de vida o muerte. ¿Cómo pudo ir a la guerra con convicción tan endeble como para luego hacer un cambalache tan radical? Porque no fue que cambió de opinión sobre el mejor vino de la temporada o la fija del 5 y 6. No, él se equivocó nada menos en si Dios existe o no, en la primacía de la lucha de clases, en si vale o no la pena matar por un principio. Y ahora está aliado con aquellos a quienes instigó a matar. ¿Tú confías en alguien así? Con razón los ricos los usan y luego los desprecian.

Pongo este ejemplo como podría poner otros iguales o peores. ¿Pensará Pompeyo en Alberto Lovera? Sí, tuvo la insolencia de denunciar a los «desaparecidos» de este «rrrÉgimen» hasta que la viuda de Lovera lo mandó a callar.

¿Por dónde se empieza la infamia? Por las tentaciones. Y las tentaciones no son que te gusta el buen vino, la orilla de una piscina, los trajes bien cortados, no. La buena vida puede uno disfrutarla con un poco de suerte y sin nervios. Eso no tiene nada de malo; todo lo contrario. ¿Cómo va a ser malo comer sabroso? ¡Si uno lucha precisamente para que todos podamos ir, como ya vamos, al Teresa Carreño a ver un buen ballet! La clave está en otra parte, me parece. Reprimir el lujo conduce precisamente a poder traicionar por obtenerlo, porque significa que uno padece de complejo de inferioridad social, que es la clave de todo esto. Nada como una buena autoestima para nunca traicionar.

Sutpen, en la novela ¡Absalón, Absalón!, de William Faulkner, es despreciado por una ricahembra. Pasa décadas haciendo dinero solo para imponerse a aquella ingrata. Igual le pasó al Gran Gatsby y a José Tomás Boves desdeñados por ser pobres. Esas novelas son excelentes, diría Friedrich Engels, para entender el orden burgués, mejor que mil libros de economía política. Estos desdenes provocan acciones increíbles en los acomplejados, como las payasadas de Pompeyo.

Por eso cuando veas a un revolucionario en una Hummer o con un reloj de oro, solo por confundirse con los ricos, ya sabes que hay alta probabilidad de que dentro de unos años diga que le vendieron el socialismo del siglo XXI.


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Roberto Hernández Montoya

Licenciado en Letras y presunto humorista. Actual presidente del CELARG y moderador del programa "Los Robertos" denominado "Comos Ustedes Pueden Ver" por sus moderadores, el cual se transmite por RNV y VTV.

 roberto.hernandez.montoya@gmail.com      @rhm1947

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