Los disparates de Bush y de Manuel Rosales pueden leerse de dos maneras: una atroz y otra banal.
La trivial la hemos practicado todos, incluso los partidarios de Rosales. No creo que tenga muchos, puesto que es una candidatura negativa, para salir de Chávez y no para construir nada. Se vota por él por lo que odia y no por lo que ama. Es injusto que nos riamos de él porque solo lo merece quien le dio el garrote. Cualquiera puede disculpar su ignorancia en la exclusión social, por ejemplo. Cualquiera puede dispensar su idiotez en un accidente genético que inspira solidaridad. Lo que no es excusa es promover a un tío así para Presidente de cualquier República.
La lectura atroz es devastadora. Decir que la Isla de Margarita está rodeada de agua por todas partes no es propio de un ignorante sino de un pasmado. Ante una puerta bajo llave, Bush se queda paralizado con una sonrisa casi humana, esperando instrucciones. Pide permiso hasta para hacer pipí, como registró el lente arrechísimo de Reuters. Desde Bush, la dictadura mundial escoge a sus candidatos entre los de intelecto más abreviado posible, con apoyo de los intelectuales con Teodoro, supongo. La dictadura mundial desecha a Borges y a Petkoff porque, a pesar de ser incondicionalmente sumisos como para llevar el maletín de Rosales, tienen inteligencia y cultura suficientes como para ser riesgosos. En cualquier momento, por improbable que sea, se ponen a pensar y a tener iniciativas propias, y hay que invadirlos como a sus pupilos Sadam Huseín y Manuel Noriega. Rosales en cambio se deja poner chuletas; Teodoro no conoce la regla del punto y coma, pero todavía no se deja poner chuletas, supongo. Que Rosales diga que 100 años son casi un siglo es percance menor, pues lo importante es que sea servil más por faltoso que por disciplinado. Un cínico puede fallar; un idiota no.
Pero el Imperio no cuenta con dos consecuencias: al imponer a ese señor, nos está diciendo que no nos merecemos un presidente de inteligencia siquiera normal. Tampoco consideran que más de un opositor normal puede adviertir la tiranía monstruosa hacia donde pretenden dirigir a la humanidad. Pero «que se retiren; no importa», como dijo Rosalio Cardenal Castillo Lara, porque su vía no es electoral.