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Hace casi exactamente dos años escribí aquí un artículo intitulado «El síndrome de los 15 días» (8/1/05). En él exponía el obstinado fracaso de la oposición en alcanzar el poder a como diera lugar y en no más de 15 días. Los aceleraditos predominaban y cualquier retardo era enfrentado con un «¡vete ya!» que de histeria convulsa no bajaba.

La epilepsia sigue ahí, pero el 3 de diciembre pasado se abrió una alternativa que tiene sobre el pujo varias ventajas. En primer lugar construir un movimiento sobre bases firmes y no sobre un castillo de naipes que puede derrumbarse como el que erigieron el 11 de abril de 2002. Ahora es peor, porque ni siquiera logran erigirlo, como vimos durante las guarimbas. No hay vía rápida, por más que el National Endowment for Democracy financie cuanta aventurilla surja de los bares en que la dirigencia opositora hace heroica resistencia al rrrÉgimen. Háganse ustedes mismos, señores quijotescos, la caridad de apartarse de esa vía. Y el magnicidio, señores loquitos, aniquilará toda convivencia y ustedes llevarían la peor parte.

Construir un movimiento político tiene varias ventajas, como la posibilidad de acopiar fuerzas duraderas, como en la carga lenta de las baterías. Se acumulan recursos, orientaciones, estrategias, la única manera segura de alcanzar el poder, como lo demostraron Acción Democrática y Copei hace años. Rafael Caldera perseveró hasta que llegó dos veces al gobierno. AD, en cambio, a cuatro años de fundada, dio el golpe de 1945 para derrumbarse rapidito en 1948. Más bien, durante los 10 años de dictadura, AD pudo afianzar tesoneramente su apoyo popular para ganar dos elecciones seguidas en 1958 y 1963. Hugo Chávez también lo comprendió después de Yare. El método aceleradito, como el de Cipriano Castro, solo funciona cuando el Estado está en desmoronamiento terminal, que no es ni de lejos el caso actual.

La perseverancia tiene la ventaja también de que Marcel Granier y demás atosigaditos no puedan seguir anotándose en trastadillas que causan desastres como los de 2002, que acarrearon pérdidas incalculables incluso para los mismos golpistas.

¿Tendrá Julio Borges proyectos en serio? ¿Querrá Teodoro pegar siquiera una en su larga carrera política? Su conducta responderá por ellos.


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Roberto Hernández Montoya

Licenciado en Letras y presunto humorista. Actual presidente del CELARG y moderador del programa "Los Robertos" denominado "Comos Ustedes Pueden Ver" por sus moderadores, el cual se transmite por RNV y VTV.

 roberto.hernandez.montoya@gmail.com      @rhm1947

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