Para el casi pensamiento de la ultraderecha, Danny Glover no significa ningún peligro conceptual. Está bien que cumple con la máxima instancia de legitimación para esta gente, es decir, viene de Hollywood y como ñapa, es varón, rico y habla inglés. No está mal, pero es negro, y es natural que un negro apoye a este rrrÉgimen de mulatos y zambos. Algo parecido pasa con Evo Morales, que es presidente de un país, lo cual implica una relación con el poder que para esta gente es legitimante. Pero es indio, lo que indica su carácter usurpador, pues indio no manda, siempre según el casi pensamiento de la ultraderecha.
Pero con Sean Penn se les trancó el serrucho, porque tiene los mismos rasgos de Glover, pero es blanco, anglosajón, con ancestros irlandeses e italianos. Hasta tiene un nombre de pila irlandés, Sean, que significa ‘Juan’ y pocos saben que se pronuncia shon. O sea, la máxima legitimidad, pero apoya el rrrÉgimen. Tremendo gatuperio para el casi pensamiento de la derecha y sobre todo para la que Henry Ramos Allup, tan simpático, llama “la ultraderecha recalcitrante, ultramontana y repugnante”.
¿Qué hace un chico como tú en un lugar como este?, le decían, palabras más, palabras menos, los columnistas de esa ultraderecha recalcitrante, ultramontana y repugnante. Tremendo enredo, que a mí, lo siento, me tiene de lo más despreocupado, porque hace añales que en alguna mudanza se me perdieron el racismo, el clasismo y el sexismo.
No hallaban qué decir los contratados para decir que todo en el gobierno es malo y si Chávez llega a caminar sobre las aguas no dirán que es un milagro sino que no sabe nadar.
Pero donde el serrucho se trancó de modo más patético fue con la princesa Elizabeth Louise Amélie Paula Dolores Poniatowska Amor, que, a pesar de no ser hombre, es hija del príncipe Jean Joseph Evremond Sperry Poniatowski, descendiente directo de Estanislao II Augusto Poniatowski, último rey de Polonia.
Cuando uno tiene uno de esos embrollos, como cuando tiene que injuriar a una buena persona, termina diciendo disparates. “Sí, es buena gente, pero es calvo y no sabe silbar por la nariz”.
Con razón dijeron disparates tan patéticos sobre Penn y Poniatowska, pobrecitos.
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