Así denominó el general Muller Rojas a la corte que rodea al presidente Chávez !nido de alacranes! Ello tiene origen en la declaración del general Baduel.. El país nacional y el país político, tanto de la oposición como de la Revolución Bolivariana, quedaron sorprendidos por la deserción de un personaje de renombre dentro del bando revolucionario. Parece que el general Baduel acompañó al presidente Chávez en el juramento del samán de Guere. Y digo que lo acompañó por cuanto no parece que se comprometió como corresponde al simbolismo que se le atribuye a juramentos de tal naturaleza. El tiempo se encargó de demostrar que Baduel estaba prestado al bando de la revolución.
Esas contradicciones tan profundas ya afloraban cada vez que pronunciaba sus adjetivados discursos moralistas. Adjetivación muy propia de esa moral pacata desenterrada de los sótanos de la Inquisición. Para un revolucionario auténtico es imposible “tocar las campanas y andar en la procesión.” Lo primero es deslastrar la conciencia, buscar la unidad de la inteligencia. Desde los jacobinos de la Revolución Francesa, pasando por los próceres de nuestra independencia, hasta llegar a los bolcheviques de la Revolución de Octubre – que por cierto en este 7 de noviembre cumplen 90 años-- lo primero para estos revolucionarios fue ponerse en paz con su conciencia y definir los campos entre racionalidad y creencia, o mejor, entre materialismo e idealismo. Esa claridad estaba en Dantón, Marat o Robespierre; de la misma manera que en Miranda, Bolívar y Sucre; como también en Lenin, Trosky, Mao Tse Tung, Ho Chi Min, Fidel Castro o el Che Guevara.
La mentalidad del general Baduel no estaba hecha para posiciones revolucionarias. Aguantó, aparentó, estalló y desertó. Valga como punto de referencia la siguiente pregunta ¿Por qué el general Muller Rojas, entre sus compañeros de armas, tiene mayor claridad ideológica? Porque según propia confesión cumple con la condición elemental del revolucionario: unidad de la inteligencia. Hay que deslindar los campos de la racionalidad y la creencia. Con padre nuestros y avemarías no se hacen revoluciones.
El general Baduel ha lanzado por la borda el fardo de su compromiso revolucionario, o como se dice en la jerga boxística, tiró la toalla. No resistió salir al siguiente round: la implementación de la reforma constitucional. Hay que agradecerle a Baduel su franqueza. Antes “no sabía en que palo ahorcarse”, ahora encontró el botalón de la contrarrevolución al cual puede anudar la cuerda tejida con sus propias contradicciones. Nadie le colocó la cuerda al cuello. Lo hizo con sus propias manos: suicidio político.
General Baduel, el respeto y admiración de las mayorías nacionales, ganados por su actitud cívica en defensa de la constitucionalidad y la democracia, usted los cambió por el aplauso hipócrita de la contrarrevolución. ¿Recuerda la muchedumbre abigarrada de obreros y gentes humildes de Maracay frente al cuartel de la Brigada de Paracaidistas listos a defender la constitucionalidad?.¿Qué le suena mejor? ¿Los aplausos de la oligarquía y el imperialismo, o el reconocimiento sincero y cálido de las mayorías nacionales de obreros y campesinos pobres? ¿Qué le resulta más grato general Baduel, el aplauso sincero del pueblo explotado o la actitud farisaica de la burguesía explotadora? ¡General Baduel, no sabe lo que se perdió! Estábamos en el mismo bando, ahora estamos en trincheras contrarias. ¿Cómo se siente? ¿Con el corazón arrugado por la ignominia cometida contra las mayorías nacionales? Díganos una cosa, en el nido de alacranes ¿qué jerarquía tenía, general Baduel?
leonmoraria@cantv.net
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