Yon Goicoechea, Yongo como lo conocen sus amigos de la Ucab, del Country Club, los comerciantes del Sambil y del centro comercial San Ignacio, al momento de recibirnos lleva puesto un arrugado y manoseado ropaje de billetes verdes.
Con las manos pintadas de blanco, Yon nos atiende en una lujosa oficina pagada por la Embajada de Estados Unidos en Venezuela. En la pared que está a su espalda tiene colgados una serie de diplomas otorgados por National Endowment por Democracy (NED), International Agency for Development (Usaid), Freedom House, Open Society Institute de George Soros, el movimiento serbio Otpor y Albert Einstein Institution. Sobre su escritorio tiene colocado tres portarretratos con fotografías donde aparece confraternizando con Oscar Pérez, Iván Ballesteros y Alejandro Peña Esclusa. En el transcurso de la conversación, nosotros preguntamos y Yon responde de manera insensible.
—Yon, el Instituto Cato de Washington te acaba de otorgar el premio Milton Friedman. Este galardón también lo han recibido el economista británico Peter Bauer (2002); el economista peruano Hernando de Soto (2004) y el ex primer ministro de Estonia, Mart Laar (2006); a quienes se les conoce una trayectoria. ¿Cuál es tu mérito para que te concedieran este galardón?
—Al recibir los 500 mil dólares del premio, puedo decir que estoy contento, yo no se qué es lo que siento, voy saltando como el río, como el viento, como el colibrí que besa la flor en la mañana. Estoy contento, yo no sé qué es lo que siento, voy saltando como el río, como el viento, me pongo a bailar, no puedo explicar qué es lo que siento, que reviento con las ganas de cantar.
—Repreguntamos, ¿cuál es tu valía para que te otorgaran el premio Milton Friedman?
—Esa respuesta no la puedo suministrar en este momento. Pues, Ars Publicidad me adeuda la entrega del guión para poder contestar este tipo de preguntas tan difíciles para mi meollo. Después de este premio, qué será, qué será de mi vida qué será, si sé mucho o no sé nada ya mañana se verá, y será, será lo que será.
—Muchos analistas han dicho que los 500 mil dólares del premio se destinarán para financiar partidos y organizaciones de la derecha, ¿qué alegas al respecto?
—Están equivocados quienes piensen que con mi dinero van a hacer fiesta, que mi premio es una caja chica donde todos pueden meter la mano. Ayer me llamó Stalin González pidiéndome una alta suma de dinero para financiar su campaña como aspirante a la Alcaldía de Caracas. Por su parte, Nixon Moreno me solicitó un apartado en dólares, porque apenas abandone la sede de la Nunciatura Apostólica tiene planificado pasar seis meses de vacaciones en Hawai.
—¿Cuántos dólares le darás a Antonio Ledezma?
—Cuando llegue le diré tantas cosas, o quizás simplemente le regale una rosa.
—Se comenta que Manuel Rosales también te exigió una tajada grande del premio.
—Como no le di nada, Rosales me enseñó los dientes. Rosalito se creía que él a mí me iba a llevar y cuando me oyó tocar, ay, le cayó la gota fría y al cabo de la com-partida el tiro le salió mal. Qué cultura va a tener Manuel Rosales, si nació en los cardonales. Me lleva él o me lo llevo yo, pa’ que se acabe la cosa. Rosalito a mí no me lleva porque no me da la gana.
—Todas tus respuestas revelan que eres muy apegado al dinero.
—Tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor. El que tenga un amor que lo cuide, que lo cuide, la salud y la platica que no la tire, que no la tire.
—Finalmente, ¿qué opinas de los 500 mil dólares del premio Milton Friedman?
—Cuando los dólares llegan así de esta manera, uno no se da ni cuenta. El billullo reverdece, la chequera florece y la ambición se revienta.
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