El título de este artículo está inspirado en la sempiterna pregunta de la oposición frente al gobierno, podríamos decir, que ya parece una pregunta filosófica existencial, de esas que se hacen a lo largo de los tiempos, como: ¿quiénes somos?, ¿de donde venimos?, o ¿hacia donde vamos? Preguntas que permanecen porfiadamente inalteradas y a las cuales muchos intentan darle una solución sin lograrlo.
La idea de escribir este artículo me vino a la mente cuando vi la respuesta que dio Rafael Poleo a la pregunta de Leopoldo Castillo de ¿Qué hacer?, con la reverencia del discípulo al maestro que espera una respuesta iluminadora y trascendente. Y el gran gurú respondió con una frase lacónica y aplastante – La calle. Me quedé pasmado con la respuesta de este iluminado opositor, por su originalidad y profundidad. Me es difícil entender como aún invitan a Poleo a la televisión y tratan de crear una gran expectación previa acerca de lo que este señor va a decir, para que finalmente diga – La calle. Me es difícil creer que esta persona tenga audiencia aún, después de haberlo visto hace unos años atrás diciendo ante las cámaras que el gobierno no iba a construir el viaducto a La Guaira porque era incapaz de semejante obra, por cierto después de la inauguración del viaducto, me parece que se perdió de la televisión por un buen tiempo.
Volviendo al tema de cómo derrotar al Presidente Chávez, la oposición desde 1998 viene intentando distintas vías, sin que ninguna haya sido la acertada. Obviamente, la primera vía, fue la insurreccional, intentar dar un golpe de estado seguido de una huelga general, para luego, seguir con la vía insurreccional no asistiendo a las elecciones parlamentarias. Y a pesar de todo, el gobierno no sólo no cayó, sino que más bien se fortaleció.
La oposición también ha intentado desacreditar al gobierno en su accionar económico, planteando recurrentemente la inminencia de una crisis apocalíptica, crisis que recurrentemente la van desplazando para el año siguiente. Es bastante lógico que el ataque de la oposición vaya por ese lado, teniendo en consideración que la ideología liberal es fundamentalmente económica y no un planteamiento político. Y este aspecto es para mí tremendamente importante, no es posible obtener victorias en el terreno político sino se apela a planteamientos políticos. Recuerdo en estos momentos, el caso chileno, Allende ganó la presidencia con un 36% de los votos, y en 1973, en las elecciones parlamentarias, la izquierda alcanzó un 42% de la votación. Y este avance en el terreno político, se logró en medio de una crisis económica con 800% de inflación, huelgas todos los días, paros nacionales de transportistas, médicos, etc. Lo que nos lleva a reflexionar que las razones económicas no son suficientes para impactar en la esfera de lo político. Finalmente, en Chile, la derecha tomó la vía del golpe de estado, cuando sus tesis económicas y su acción deliberada de desestabilización económica no dieron los frutos esperados en el plano político.
Ahora bien, lo que me extraña es que la oposición no haya podido dar con la clave para derrotar al gobierno, si a mí me parece que la fórmula es evidente y está a la vista de todos. Para derrotar a Chávez, es necesario hacer lo que éste ha sido capaz de hacer en todos estos años, si él ha estado triunfando todo este tiempo, entonces es claro que él tiene la clave del triunfo. Señores de la oposición no busquen más, estudien la actuación política del chavismo.
¿Por qué Chávez triunfa en 1998? Porque él logra encarnar los deseos y sueños de la mayoría de la población después de un largo proceso de empobrecimiento, de degradación y desintegración de la sociedad venezolana. Es decir, el liderazgo de Chávez está íntimamente relacionado a unas circunstancias históricas que posibilitan que su liderazgo sea reconocido y aceptado. En función de esto, uno de los errores de la oposición ha sido no reconocer las circunstancias que están presentes en la actualidad, han tomado decisiones fuera de contexto, en política es muy importante actuar en el momento correcto. Se trata de tener el olfato político de Lenin cuando ordenó la toma del palacio de invierno, señalando o es ahora o nunca. Obviamente, la oposición ha sufrido una gripe de 10 años que le ha afectado el sentido del olfato. La oposición ha sufrido de un mal que en política es muy grave, la impaciencia.
En el éxito del chavismo también destaca el hecho de que en el plano político, éste ha contado con un discurso propiamente político, es decir, un discurso que tiene que ver con el poder y con la relación del pueblo con éste, que se concentra en la consigna de poder popular. Independientemente de lo que ocurra en el terreno económico o social, el gobierno cuenta con una plataforma atractiva, motivante y movilizadora para los electores, es decir, la tesis de que este es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Frente a esto, la oposición no ha podido articular un discurso político creíble y movilizador, un discurso de futuro. El discurso de la oposición se ha centrado en señalar que este es el peor gobierno que ha tenido Venezuela y que frente a esto, lo anterior no era tan malo o inclusive era muy bueno. Un movimiento político que lucha por el poder debe centrar su acción en el presente pero con un discurso hacia el futuro. La única vez que tuvieron el poder por 72 horas, en un solo decreto, borraron de un plumazo toda la institucionalidad del país y lo llevaron de nuevo a la constitución del 61. Y ahora se sorprenden e indignan con los 26 decretos de Chávez por ser inconstitucionales y un retraso para el país. La oposición también ha confundido los espacios, propugnando un discurso económico en el ámbito político, como se señaló anteriormente, ese discurso no cala, porque finalmente es el discurso de siempre, de la libertad económica, el libre mercado, y el Estado llevado a una condición disminuida y carente de todo poder.
Un discurso político centrado en la defensa de la propiedad privada y la libertad económica no puede tener audiencia en el pueblo llano en estos momentos, cuando la mayoría de la población venezolana no tiene propiedad alguna que defender, y la defensa de la libertad económica aparece algo abstracto y lejano para la mayoría que vive de un sueldo y debe estirar la quincena. En todo caso ese discurso debiera ser puesto en términos políticos, es decir, que la mayoría pudiera identificar beneficios tangibles de salir en defensa de tales postulados. Un argumento en el cual si creo que la oposición ha dado en el clavo, es en la crítica al uso de los recursos petroleros para ayudar a otros países. Porque el argumento está articulado de una manera política, es decir, la ayuda a otros países es dinero que no se utiliza en mejorar las condiciones de vida del pueblo. Por supuesto, hay razones de peso para dicha ayuda, pero son razones que pueden entender individuos que ideológicamente están claros del significado y los beneficios que tiene para el proyecto político venezolano la conformación de un frente de países que se opongan al imperialismo yanki, pero para el común de la gente, incluso para aquellos que apoyan el proceso, se trata de regalar el dinero de los venezolanos a otras gentes.
En resumen, para derrotar a Chávez, en primer lugar, hay que esperar circunstancias más propicias que pudieran llegar en algún momento determinado, cuando y como, es algo difícil de precisar. Pudiera ser que estas circunstancias se fueran conformando desde un ángulo inesperado, como podría ser el ejercicio pleno del Poder Popular que a mi modo de ver, si es genuino, y se ejerce en profundidad, conllevará a una confrontación con el Estado, aún cuando este sea un Estado defensor del pueblo. Es mi opinión muy particular que cualquier Estado de cualquier signo y orientación política es un ente normativo y represivo del individuo y de los grupos que conforman la sociedad. Más aún, en el caso de un Estado que se burocratice en extremo, una posibilidad nada descartable, por lo menos, en la historia de la humanidad hay ejemplos varios.
Otro aspecto, es la necesidad de encontrar un discurso político que en verdad pueda enfrentarse al discurso chavista, el discurso del Poder Popular. Aquí es donde el problema es mayúsculo para la oposición, ¿pues que se puede oponer al atractivo concepto de Poder Popular? ¿El Poder de la oligarquía? En este punto, no le queda otra alternativa a la oposición más que esperar que la oferta de más poder al pueblo no se de en la práctica y poder decir que Chávez engañó al pueblo, y tal vez señalar que la oposición es en verdad la única capaz de dar verdadero poder al pueblo.
Para finalizar quiero decir que vi una entrevista al profesor Emeterio Gómez, en la cual, en un momento dado, él reconoció que la oposición no tenía ningún plan económico, que no fuera volver al capitalismo clásico. Y en la esfera política reconoció que Chávez dominaba la escena debido a la especial relación que tenía con el pueblo. Frente a esto, él aboga por algo que él llama el capitalismo moral, un capitalismo consciente de la responsabilidad social inherente. En otras palabras, un capitalista que no trabaje en función de la maximización de la ganancia, sino que opere con una ética de solidaridad y responsabilidad social. Le deseo mucha suerte al profesor Gómez, pero me parece que un sistema como el que propone ya sería cualquier cosa menos capitalismo. Además, mezcla dos esferas del quehacer humano, la ética y la economía, y pretende que la primera se imponga sobre la segunda. El propugna el surgimiento de un capitalista nuevo, algo así como lo que se propugna en el otro bando, con la aparición del hombre nuevo del Che Guevara. Creo que nos moriremos esperando la aparición del capitalista nuevo o del hombre nuevo socialista. La verdad es que el profesor de economía, metido a filósofo, nos muestra el arco iris a lo lejos con la marmita de oro, pero no nos muestra el camino como llegar allí, es decir, como internalizar en los capitalistas los valores de solidaridad y cooperación, opuestos al individualismo, la avaricia y el egoísmo, propios de la ética del capitalismo clásico.
También quiero relatarles que el sábado pasado estuve en Chacaito, accidentalmente a la hora que se desarrollaba la concentración de la oposición en contra de las 26 leyes de la habilitante. Debo decir que allí no vi más que 300 personas a lo sumo, lo que vi, fueron personas de la clase media, pero además, no vi gente joven sino más bien de la tercera edad. La gente que vi firmando en contra de las leyes era gente mayor e incluso quienes andaban recolectando las firmas era gente bastante mayor. La verdad es que he estado en fiestas familiares más concurridas, y por supuesto mucho más entretenidas.
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