La oposición venezolana no quiere reconocer que el mundo viene cambiando y esta surgiendo países emergentes que cada día suman terreno en este nuevo escenario global, para mirar hacia el futuro y participar en el nuevo horizonte político que se esta propagando en Europa y Rusia, quien se ha constituido en el nuevo encaje adecuado para etiquetar con un verdadero insulto a las viejas potencias que originaron un vertiginoso trance bursátil en las diferentes jerarquías del poder político mundial. Algunos dirigentes se encuentran haciendo un discurso muy mediocre porque no pueden olvidar sus culpas del pasado año 2002, donde nuestra población experimentó situaciones riesgosas y su autoestima bajo mucho, porque, la derecha la condujo a un verdadero despeñadero social.
Muchas familias vienen asistiendo a la iglesia parroquial para mostrarle al cura sus flaquezas y que éste elija el camino a seguir. De hecho, las motivaciones colindan con un mundo permeable de ideas y con varios encuentros catequeticos salen del templo a sus hogares de una manera mecanicistas obviando su compromiso con Dios y la fe.
La agenda opositora se ha vuelto en los últimos días muy frenética porque trata de darle credibilidad a sus posiciones ideológicas y el pueblo de un modo transparente busca el contacto con todos los agentes sociales implicados en los programas de servicio social del gobierno bolivariano. Para ganar, es necesario meterse en faena contundente en un plan histórico que nos haría entender el momento epopéyico en el que estamos viviendo.
Es evidente que el modelo productivo venezolano tiene que cambiar para adecuarnos al sistema económico internacional y, lograr que cada trabajador precario tenga su antigüedad, derechos vinculantes y la estabilidad en su puesto de trabajo. Nuestro presidente – Hugo Chávez Frías- ha ganado tiempo ante el problema financiero mundial, viene ganando consenso cada actuación suya ante la crisis y, en consecuencia, tiene asegurado el sistema financiero regional y, por unanimidad le dio suficiente garantías al mercado bursátil, permitiéndole al Estado su credibilidad internacional y la garantía de sus depósitos.
La oposición necesita su autocrítica porque su acción depende de una diversidad de hilos que ningún líder controla y actúa como un corsé, dificultando cualquier argumento sólido, ya que la decisión es darle flexibilidad y certeza a sus políticos.
Llegó el momento de asumir liderazgos que permitan fomentar la tecnología en el Estado, más sí es una comunidad familiar o núcleo endógeno con un proyecto laboral bien definido que va a beneficiar al campesino, estudiante, anciano y ama de casa. Ya es la hora de
No sentirse solo y reconocer que el país debe redimensionar sus leyes y perfil administrativo
Escritor. /analista
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