Orlando Urdaneta
Karl Popper decía que las religiones (entre ellas el stalinismo y el sicoanálisis) impiden toda refutación: niegas mi religión porque estás posesa del Demonio, prepárate a morir; rechazas mi stalinismo porque estás movido por la base económica burguesa, prepárate a morir; estás reprimiendo tu envidia del pene... Bueno, hasta ahora el sicoanálisis no ha matado a nadie.
Simone de Beauvoir decía que las religiones, el marxismo y el sicoanálisis parten de principios rígidos para llegar a una flexibilidad infinita (El segundo sexo, comienzo del segundo tomo).
Edgar Morin: “No se deduce a Torquemada de Jesús, la Inquisición de los Evangelios; pero hay en los Evangelios múltiples y contradictorias virtualidades, y podemos ver el camino que, de desvío en desvío, de interacciones en retroacciones, conduce a la Inquisición. El pensamiento de Marx contiene múltiples y contradictorias virtualidades; son algunas de estas virtualidades las que se actualizaron en la socialdemocracia de comienzos de siglo. Es una de las virtualidades de la socialdemocracia la que, en las condiciones geopolíticas atrasadas de la Rusia zarista, se cumplió en la desviación bolchevique” (De la nature de l'Urss, París: Fayard, 1983, p. 39).
Última cita, de Fernando Savater: “Las tres utopías del siglo XIX están cumplidas: los EUA, la URSS e Israel”.
Son, pues, doctrinas liberadoras ético-salvadoras que conservan el trasfondo autoritario de lo que impugnan. No son las únicas, porque la peor es el imperialismo, fase superior del capitalismo.
Un bebé no es ni imperialista ni terrorista. Tan culpable es el que usa el bebé como escudo humano como el que lo mata. En nombre de la Persona Abstracta, los EUA, la URSS, Israel, la Yijad (ﺟﻬﺎﺩ) sacrifican oleadas de personas concretas.
Tan execrable es el que explota el cadáver del niño, como el que invoca el Holocausto de judíos, gitanos, comunistas y homosexuales en la Segunda Guerra Mundial para ahora justificar el de Gaza.
Algo está saliendo mal, señores religiosos monoteístas, porque si contamos tantos crímenes, me quedo con María Lionza. O con ninguna religión.