La victoria contundente del pueblo, en el reciente referéndum, ha desempolvado los añejos, recurrentes y fracasados llamados al dialogo entre la oposición y el chavismo. Hay quienes dentro del chavismo, se han atrevido a presagiar el fracaso de la revolución en caso de que no se de la platica. Para estos; “la oposición está a la espera de que le den la oportunidad de profundizar el proceso socialista”, de hecho, para ellos esta revolución no ha avanzado más, no por la existencia de una contra revolución nacional e internacional, “sino porque no hemos dejado que los pitiyankis nos echen una manito en nuestra ardua jornada”. A estos señores, cuando el CHE decía que en una revolución se triunfa o se muere, si es verdadera, les parece que el carajo se fumaba un tabaco de hoja lata, simples radicalismos de la lucha armada Cubana. Son tantas las cosas que han ocurrido en este país, y tanta la blandenguería cursi, en las que ha incurrido esta revolución, que resultan odiosos y repugnantes esos falsos y propagandísticos llamados al diálogo. Para muchos Venezolanos, las incontables acciones fraticidas llevadas a cabo por la oposición, como el paro petrolero, es culpa de nuestra permisividad indolente. Las preguntas que la gran mayoría de los Venezolanos se hacen actualmente son; ¿otra veeeez?, ¿diálogo con quien?, ¿para que?, ¿esta vez será productivo?. Primeramente, resulta difícil identificar un interlocutor válido y serio en ese sector. Lo otro es que resulta sorprendente que todavía quede alguien que crea, no solo en la posibilidad de diálogo de la oposición, sino en el respeto a los acuerdos a los que se pudiera llegar.
Nuestra revolución en muchos aspectos luego de haber matado el tigre le ha tenido miedo al cuero. Las mesas de diálogo que ha abierto esta revolución, lo ha hecho luego de sendas victorias. Primeramente luego de vencido el golpe de estado, el gobierno le permite a los golpistas sentarse en una mesa de tu a tu, lo mismo ocurre luego del paro petrolero. La sanción que reciben los genocidas del golpe de estado, por los asesinatos de los francotiradores, por derrocar a un gobierno legitimo y por perseguir con saña asesina a los dirigentes de la revolución, fue el sentarse en una mesa de diálogo que no condujo a nada. Ya que cada vez su accionar fue más desestabilizador. Lo mismo ocurrió luego del paro petrolero. Las mesas de diálogo han servido a la revolución para debilitarse más y a la oposición para mostrarse tan fuerte como el gobierno.
En este país, no hay una real oposición tan numerosa, hay chavistas y antichavistas, el sector que vota a favor de la oposición, no lo hace por apoyarlos a ellos, sino en contra de Chávez, impulsados por esa campaña de satanización psicológica que se dirige en contra de la revolución y en contra del líder que la conduce, desde el momento mismo en que aparece la figura de Hugo Chávez, aquel 4 de febrero de año 92. Nuestros camaradas, en vez de buscar caer en gracia o simpáticos con la dirigencia opositora, deberían más bien buscar los mecanismos para desactivar los instrumentos que codifican el comportamientos alienado de este sector de nuestra sociedad. Buscar en lo posible parar esa campaña constante de disociación psicótica a la que es sometida nuestra población desde que se levanta hasta que se acuesta. Si estamos tan ansiosos de reactivar aquellas mesas de dialogo que en nada ayudaron a nuestra revolución, que por el contrario estimularon a la oposición a continuar con su acción cargadas de violencia y terror, hagámoslo mejor con el pueblo opositor, allí hay más seriedad y compromiso con el país, hagámoslo con ellos, allí si vamos a conseguir patriotismo venezolano. No coloquemos las mesas de diálogo en los mejores hoteles de Caracas, coloquémoslas en las urbanizaciones, en las comunidades, en los barrios, allí el diálogo sí sería provechoso. En esos espacios el diálogo pasaría de ser un hecho meramente mediático, a ser un ejercicio de unidad y de avance nacional. Dejemos por favor de regalarle un palco inmerecido a los que sueñan con destruir nuestra grandiosa nación.
En el momento actual, debemos dosificar y profundizar en el pueblo, nuestras victorias. Trabajar y trabajar por todos los Venezolanos. Aceptar y corregir nuestros errores. Ser decididos y trascendentales en la consecución de nuestros objetivos, dejar a un lado las indecisiones, comparar lo planificado, lo esperado, con lo hecho. Dejar de ser tan improvisados.
Nuestra aparente debilidad, muchas veces, la origina nuestras indecisiones. Es menos vergonzoso poncharse tirándole, que permanecer con el bate entumecido. . .
…a cada conspiración sucedía un perdón y a cada perdón sucedía otra conspiración…
Simón Bolívar
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