Absurda, ridícula, o cualquier otro calificativo queda pequeño para uno referirse a las voces etéreas de los intelectuales de la odiada y extrema derecha, que vinieron a este país a un “encuentro de fracasados”, tal como los calificara Álvaro García Linera, Vicepresidente de Bolivia. Además, despotricaron del gobierno y del sistema político nuestro. Sin exagerar, esa camada genuflexa está profundamente desorientada y carcomida por el odio visceral. Se trata de personajes reaccionarios que menosprecian al ser humano, que detestan las luchas sociales y defienden al capitalismo a capa y espada, cuando del mismo sólo quedan las mortajas.
Ahora bien, si es absurda las posiciones asumidas por estos “doctos” e intelectuales de la rancia derecha de la región, más aún es absurda la postura de los grupos opositores venezolanos, también del tronco de la derecha, que para agarrar un poco de aire han invitado a estos personajes de marras. Por qué no invitarían a Antonio Ledezma, a Oscar Peréz, a Ramos Allup, a Berenice Gómez (alias la Bicha) a Kiko y la tal Carla Angola, crema y nata de la escuela del filósofo del Zulia, que anda huyendo cuál cobarde por las tierras del Perú. De verdad, sería interesante reunir a estos dignos venezolanos y establecer cátedra con sus enseñanzas, que bien pudieran transmitirse vía satélite para beneficio del resto de la humanidad. Pero como diría mi amigo Eduardo Brisset, debemos conformarnos con los Vargas Llosa, los Apuleyo Mendoza, los Quiroga, los Castañeda, los Granier y los Capriles Radonski.
No obstante, a pesar de sus pataletas, de sus rabietas, sus llantos, de sus babas, sus golpes de Estado, sus guarimbas, sus paros petroleros, sus sicariatos, sus paramilitares, su mazamorra, sus manitos sucias y afeminadas, deben aceptar que siempre han sido y seguirán siendo derrotados, porque a cada paso que den aparecerá, como siempre ha aparecido, el latigazo de la ola revolucionaria que le trastorna el sentido del equilibrio y de la marcha. Con el juicio turbado no logran asimilar, y así en una especie de movimiento rotatorio, permanecen anclados en el barro de sus propias fantasías perversas. Toda una tragedia.
Así anda la oposición venezolana, desde que el filósofo huyó cobardemente. Sin timón, sin brújula y un verdadero capitán que le ayude a desatar las amarras que la mantienen atada al viejo puerto golpista, la oposición siente terror, siente miedo de terminar aplastada por la ola revolucionaria
De verdad, encallada en el mar de sus propias contradicciones, parece que le ha caído la maldición del perla negra. En tanto, las olas de la revolución le golpean a cada instante el estribor, la popa y la proa; dejando bien claro que el barco de la oposición se hunde cada día. Los llamados de los intelectuales parecen voces de cadáveres, que andan por allí en sus últimas engañifas. Trágico destino: una mitad se entierra como una momia en las fosas de la arena, mientras la otra se erosiona lentamente por la fricción permanente de las olas, que son empujadas por las corrientes frescas del socialismo del siglo veintiuno .
Aunque parezca mentira, esa camada variopinta, compuesta por pequeños partidos, piratas vestidos con sotanas, financistas económicos y medios de comunicación y ahora intelectuales reaccionarios de la extrema derecha, claman para que venga el tiburón imperial y los salve de la marea roja, que desde hace buen rato baña con sus corrientes el rostro de las democracias revolucionarias.
*Politólogo
eduardojm51@yahoo.es