Nos conocemos desde hace décadas. Nuestra amista nos viene por los libros y por los libros conservamos esa vieja relación. Su familia y mi familia han vivido entre bibliotecas, trabajando en librería, metidos en archivos, buscando datos, fotografías, viejos documentos. Solíamos encontrarnos en la Librería de Jonás Castellano o en la Gran Pulpería del Libro Venezolano donde José Rafael Castellanos. Luego nos unió el activismo político a finales de los noventa cuando aparece en el escenario el Comandante Chávez. Con Sant Roz nos unimos al gran sentimiento nacional que despertaba la causa bolivariana en 1998, y organizamos en la Facultad de Ciencias de la ULA, el famoso encuentro de dos rebeliones con la participación del propio Hugo Chávez, el almirante Hernán Gruber Odreman, el general Francisco Visconti, entre otros. Fue la Faculta de Ciencias de la ULA el primer centro universitario en invitar a Chávez una vez que salió de la cárcel y en el Taller de Literatura que dirigía Sant Roz en la Facultad de Ciencias se inició el estudio y trabajo para impulsa una Constituyente en el Occidente del país.
Ya puesto en marcha la lucha por la Constituyente, Sant Roz y su grupo de trabajo, entre los que me encontraba, salimos a ganarnos el voto. Teníamos una gran desventaja frente a la maquinaria chavista y a la de la oposición, pero dimos la pelea. Entonces escribíamos para todos los periódicos que nos daban algún espacio: La Razón, El Globo, Frontera, El Diario de Los Andes. íbamos a la radio y a la televisión de pueblos como Bailadores, Tovar, Zea, Lagunillas y Mérida. Toda aquella experiencia la recogió Sant Roz en un libro que tituló “De forro de la Boina” que fue, hay que decirlo, de un chavismo indefinido, un chavismo sin norte socialista, un chavismo profundamente minado por la derecha: Luis Miquilena, Luis Velásquez Alvaray, la gente del MAS y muchas otras que sería ocioso repetir. Pero ahora lo que nos ocupa es el trabajo intelectual de nuestro amigo Sant Roz que no tiene pausa. Entre 1998 y ahora el 2009, nos ha entregado una docena de libros para la lucha revolucionaria, y como su olfato es fino para saber dónde se cuecen las trácalas, para detectar a los débiles y traidores, y lo que se doblegan fácil ante el ataque inclemente de los medios, nos ha dado valiosos testimonio de su metralla mental con obras como: “Cisneros, Un Capo Global”, “Las Jineteras”, “Las Putas de los medios”, “La CIA en Venezuela” y ahora, “Los Medios: Más Putas que nunca”.
Este último trabajo, como la editorial que publica dice en su reseña: “Los medios de comunicación social y sus rehenes se besan con fruición cada mañana. Tocados de gratitud, en permanente delirium tremens, los sujetos estragados por la pantalla del televisor, piensan en la libertad, en los derechos humanos, en el acoso al libre pensamiento. Nunca antes se habían sentido humanos. Cuando menos lo son, se ven arrebatados por querer serlos. Vagan con la fijación sobre unos enemigos vestidos de rojo, que están en todas partes. Estos seres aterrorizados, tocados de gratitud hacia los medios, son profundamente vulnerables e indefensos, no importando cuántos títulos tengan, cuantos reconocimientos hayan recibido en sus vidas, sean siquiatras, sea investigadores, Ph.D’s, o se hayan pasado la existencia leyendo o escribiendo “genialidades”.
Los hemípteros de los medios les sacan el neuma sin que se enteren, y ellos para vengarse salen a marchar: tocan cacerolas, se meten en algún Mc Donald’s o se compran algún muñeco de Disney.
Son víctimas adictas a la risa artificial de los enlatados del canal Sonny o Fox, mecanismos del inconsciente que ayudan a negar las fatigas del purgatorio o del infierno. El cautiverio es la esperanza. La luz del cautiverio que ven cuando se anuncia alguna batalla final, algún rosario en familia. El ser plagiado siempre está considerando cuándo habrá alcanzado la suficiente madurez para cometer un crimen memorable. Para prestar su vida para una masacre, y tener el valor, luego, de celebrarla. Un ser plagiado sólo recibe órdenes. Ha perdido incluso la capacidad del fingimiento; todo se lo traga y vive inflado de artificialidad venenosa y de desmemoria. La clave. ”
Felicitamos a Sant Roz por esta obra tremenda, dura, descarnada, que ya veremos a los lenguaraces de la tele diciendo que Sant Roz los insulta y los ofende llamándoles puta. Ellos no podrán demostrar que no lo son. Supongamos que William Echeverría trate de demandarlo por lo que dice, cómo podría demostrar Echeverría que no es cierto. No faltará, pues, quien trate de demandarlo a él, que tan acostumbrado está a eso de amenazas y juicios en los tribunales.
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