El capitalismo no solo es bárbaro sino imbécil. Si sigue como va, destruirá al planeta con la gente adentro, tú, tus hijos. Según su método infernal, para saciar su sed ciega de balances positivos, el capital va regando muerte en guerras; contaminación; intervención ilegal en todo el mundo; ruina a través de las políticas neoliberales de sus aparatos sicariales internacionales: FMI, Banco Mundial, OMC, OMS, etc.
¿Falta algo? Falta mucho. Represión de obreros; imposición de gobiernos títeres para reprimir por procuración, ¿verdad, Uribe?; exacción de capitales mediante la Deuda Externa, como nunca se vio ni con la Compañía Guipuzcoana de Guillermo Zuloaga. Invasiones y amenazas a todo el mundo; maquinaciones contra las iniciativas ecologistas; devastación de culturas que no sean la del centro comercial; imposición de una industria agroalimentaria bandolera; crímenes de la industria farmacéutica y de sistemas de salud forajidos. Opresión de los débiles, mujeres, niños, razas “inferiores”. Militarización del planeta...
Lo más loco es que no se salvarán ni los capitalistas. Si el recalentamiento alza el nivel del mar, Manhattan naufraga peor que el Titanic. Y literalmente medio mundo.
¿Cuál es la sensatez de todo esto? No hay. Nunca hubo, pero hasta ahora el planeta tuvo paciencia suficiente para reír las cosquillas del capitalismo. Ya no. Ya comenzaron los desastres, El Niño, que nuestra oposición amaestrada y embrutecida dice que es culpechave, como toda cosa mala que pase de este lado de la Galaxia. Inundaciones, sequías, frío invernal, calor infernal, extremos que se tocan en el efecto invernadero, sin contar los continentes de basura no biodegradable que flotan en los océanos y un largo etcétera.
Con los medios imperiales hablando de las Profecías de Nostradamus y del Calendario Maya con sus predicciones tan apocalípticas como ficticias, para distraer de las verdaderas. A los tontos.
Capitalismo sin gente será el final de esta película de terror, si querías saberlo. Tal vez en computadoras que perpetuarán obstinadas sus transacciones bursátiles, sostenidas por sistemas automáticos de mantenimiento eterno. A eso conduce su lógica. Todavía estamos a tiempo para derrotarlo y sobrevivir.
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