Charreteras despechadas

La criminología enseña que un asesinato de, ponle, veinte o más puñaladas es un rollo pasional. Los agentes ni siquiera consideran de entrada otras hipótesis. A un atracador, en cambio, le alcanza una puñalada o tal vez dos, pues la primera lo pasa y la segunda lo repasa. A menudo ni una porque le basta arrancar el botín. Economía de medios.

Del amor al odio solo hay un tris, ya se sabe. Por eso los despechos son tan intratables. Todos los hombres son iguales. Las mujeres también. Fue un juego y yo perdí, esa es mi suerte y pago porque soy buen jugador. Se me olvidó tu nombre. Se me olvidó que te olvidé. Te fuiste sin dejar un beso ni un adiós siquiera. ¿Quién iba a imaginar que una mentira tuviera cabida en un madrigal? Angustia de no tenerte a ti, tormento de no tener tu amor, nostalgia de no escuchar tu voz. Hoy recuerdo aquellos besos, aquellos besos que nos dimos junto al mar. Yo no he visto a Lindaooo.

En fin. Ron, Rock-Ola y alguna amistad tan fiel que te escolte en el barranco.

El despecho político se parece. Algunos que tomaron el lado izquierdo de la vía al poder ya habían comenzado a mercadear su salto de talanquera. Los recibían en casas patricias; CAP y Caldera los arrellanaban en sus gabinetes; se apareaban con sus antiguos torturadores, que ni en la película Portero de noche, en que una prisionera vuelve con su guardia SS. Habían subido el nivel de vida sin perder el glamour de la izquierda. ¿Conoces al novio nuevo de la Tuti? Parece que fue guerrillero pero lo invité a la fiesta para que divierta porque es ocurrentísimo, chama, viajado, aprendió a preparar mojitos en Cuba y caitepatrás que aún es de izquierda. Ya adquirían modales y distinguían vinos. Habían comprado un humidificador de tabacos. No podían mudarse a La Lagunita, pero sí fumar un Cohíba de medio metro para creer que se igualaban. Claro, nunca les importaron las burlas de los burgueses porque no tienen autoestima.

Y en eso llegó Chávez y no les reconoció las charreteras ni los llamó para que le explicaran cómo es la revolución que ellos no supieron o no quisieron hacer. El colmo fue que los convocó a trabajar en serio por los pobres. Por eso se ensañan. Míralos. Te darán risa porque casi seguro no eres como ellos si leíste hasta aquí.

roberto.hernandez.montoya@gmail.com


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Roberto Hernández Montoya

Licenciado en Letras y presunto humorista. Actual presidente del CELARG y moderador del programa "Los Robertos" denominado "Comos Ustedes Pueden Ver" por sus moderadores, el cual se transmite por RNV y VTV.

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