Exoplanetas para escapar del planeta Tierra

La ciencia astronómica siempre corrompe el valor humanitario de la vida. Con cada nuevo secreto revelado del Universo, nos vamos olvidando de la extrema crisis social, que castiga el alma de la astrológica Humanidad.

No necesitamos la vigilia espacial de gigantescos telescopios en el cielo, para observar el hambre y descubrir la pobreza de su propio egoísmo.

Nuestra enorme esperanza de hallar agua, vida y sueños galácticos, que se encuentran gravitando fuera de nuestro gran sistema solar, se contrapone con nuestra fatal indiferencia hacia las personas que no tienen agua, que no tienen vida y que no tienen sueños galácticos, porque se encuentran gravitando dentro de nuestro gran sistema solar.

Cruzamos los dedos para hallar nuevos palacios en el Cosmos, que puedan ser colonizados en un futuro cercano por la raza humana. Pero no queremos darle un apretón de manos al niño enfermo con cáncer, al vagabundo que mendiga frente al semáforo, ni a la prostituta que fue salvajemente golpeada.

La Vía Láctea es tan blanca como la noche del planeta Tierra, porque las cicatrices del sol no se pueden ocultar con un dedo, y aunque duermas con la más profunda oscuridad de una puerta cerrada, siempre hay diez ventanas abiertas que reflejan el brillo de la homofobia, de la xenofobia, y de la corrupción global.

Es tristemente desconcertante nuestra triste capacidad de asombro. La adicción a la tendencia tecnológica es tan fuerte, que vivimos intoxicados en una anormal sociedad de consumo, donde mi gloria personal supera al bienestar común.

Tenemos corazón para matar en la guerra, pero no tenemos amor para rescatar la paz. La palabra del perdón siempre es una efímera silueta, que resplandece cuando ya no quedan corazones en manos de los enemigos, y solo queda esperar que una nueva tontería escrita en las páginas bíblicas, despierte la clásica violencia irracional de los hombres y las mujeres.

Somos criaturas irracionales cuando celebramos con bombos y platillos, el histórico descubrimiento difundido por la NASA en febrero del año 2017, que afirmaba la existencia de siete nuevos exoplanetas con un tamaño muy similar a la Tierra, que se hallan a 40 años luz de nuestra demoníaca presencia terrenal, y que orbitan alrededor de una estrella enana ultra-fría llamada Trappist-1.

Tres de los siete exoplanetas se encuentran en la hipotética "zona habitable", pudiendo contener agua líquida en sus superficies. El gran suceso astronómico fue el Santo Grial para la comunidad científica, y ya muchas personas empiezan a empacar su ropa dentro de la maleta, para no perderse el trepidante viaje hacia la imaginación agnóstica.

Recordemos que un exoplaneta, es un planeta que orbita una estrella distinta al Sol, por lo que no pertenece a nuestro santificado sistema solar, donde el fantástico astro rey es el verdadero dador de la vida. En la actualidad, existen exoplanetas muy famosos como: Kepler-438b, WL 1061c y KOI-4878.01, que son los caballitos de Troya para justificar las noches de insomnio en Madagascar.

El uso de la clarividencia periodística nos convierte en animales recelosos, porque estamos seguros que la Tierra es el único planeta que alberga vida en el Universo, y porque ningún exoplaneta ya descubierto o por descubrir, presentará las condiciones naturales idóneas para que usted y yo vivamos tranquilos.

Estamos terriblemente solos y abandonados en el Mundo. No importa la pasión de la Física, ni la reacción de la Química, ni la respuesta del Álgebra. Jamás se hallará vida inteligente fuera de la Tierra, y nunca seremos capaces de comprender esa milagrosa verdad universal.

Por desgracia, la inteligencia fue un regalo conferido únicamente a los Seres Humanos, y ahora estamos pagando el precio más alto por la osadía divina, ya que la politiquería siempre compra los votos del pueblo, prometiéndole un idílico androide a cada inmigrante ilegal, que curaba con hierba seca a los enfermos.

Nuestro pensamiento rechaza el altruismo y premia el individualismo. Las cosas materiales pueden construir una casa a prueba de balas, pero no pueden comprar la dulzura de un hogar familiar. Las agresiones del entorno ambiental van derrumbando los ladrillos, las bisagras y los jardines, para que finalmente quedemos tan desnudos en el desierto, como una frágil estrella divagando en el firmamento.

Hoy en día la astronomía es un derecho tan privatizado, como el libre acceso al agua potable, al gas doméstico y a la electricidad.

Poca gente sabe que vive dentro de un cuerpo celeste, pero mucha gente vende su cuerpo por placer. Un nuevo exoplaneta no me garantiza comida en la mesa, agua en la ducha y luz en la sombra, pero puedo fingir interés para cumplir con la demanda colectiva.

Por eso, la desinformación que sufre la sociedad del consumo con la llegada de más exoplanetas, nos invita a soñar con utopías marcianas en tiempos de narcotráfico, que fácilmente pueden recrear la paranoia extraterrestre, sin necesidad de falsificar un pasaporte y estornudar pandemias por capricho.

La incoherente felicidad que produce la existencia de nuevos exoplanetas, comprueba la infertilidad emocional de la civilización del siglo XXI. Se gastan fortunas para descifrar los tesoros desconocidos del Universo, mientras padecemos un sinfín de graves problemas ecológicos, los cuales no causan el mismo frenesí noticioso que los ricitos de oro.

Vemos que las agencias astronómicas internacionales, se obsesionan con encontrar el verdadero clon del planeta Tierra.

Una pelota rocosa que tenga el mismo marroncito, el mismo azulito y el mismo verdecito, que por siglos se ha descolorado gracias a la nociva intervención del Hombre, quien siempre ha preferido pintar su apellido con el gris tormenta, con el rojo sangre y con el negro muerte.

Al igual que usted, yo también me pregunto: ¿Qué beneficios obtiene la Humanidad con el descubrimiento de los exoplanetas? ¿Qué beneficios obtiene el Medio Ambiente con el descubrimiento de los exoplanetas? ¿Qué beneficios obtiene una hormiga con el descubrimiento de los exoplanetas?

El esnobismo de los científicos a escala mundial, no reconoce la gran originalidad que ostenta la Tierra. La ciencia desea convertirla en una pelota genérica, mundana y repetible, como si fuera un balón de fútbol que recorre todas las canchas deportivas, esperando que cualquiera lo pise y le marque un gol.

La gran biodiversidad del planeta Tierra, no es la consecuencia de los accidentes fortuitos, devenidos del todopoderoso Big-Bang.

Las pinceladas de arte que se esconden en el sabor de las frutas, en la piel de los animales y en el olor de las flores, demuestran que un artista tuvo que pintar con delicadeza esa vida natural, porque si condicionamos nuestra existencia al binomio de explosiones y evoluciones, entonces solo hallaríamos la plaga de los matorrales, la peste de los hongos y la inercia de las piedras.

La terquedad científica que busca copiar y pegar el verbo del planeta Tierra, en cualquier suburbio galáctico presente en el Universo, nos hace pensar que la ola de desastres crecerá progresivamente en contra de la Pachamama, ya que seguimos sin respetar la huella dactilar de su milenaria creación.

Por ejemplo, las más de 300 ballenas muertas en la zona de Farewell Spit (Nueva Zelanda), es un lamentable hecho que demuestra la incomprensión del Ser Humano, hacia su propio mundo terrenal en pleno apogeo. Llenar la trágica noticia ocurrida en la bahía Golden, con figuraciones relacionadas al suicidio masivo de ballenas, al embrujo paranormal del maléfico lugar, a una cadena sísmica submarina, y hasta al magnetismo elemental de la Tierra, solo enfatiza la charlatanería que busca colonizar los exoplanetas.

Colonizar los exoplanetas mientras extinguimos a la jirafa. Ese bello animal que todos dibujamos y pintamos en nuestra infancia, y que con su gran altura corporal demostraba la gran altura del pacifismo. Pero ahora las jirafas se arrastran como los proféticos gusanos de la extinción, ya que se encuentran en condición de animales vulnerables según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), porque los francotiradores ejercitan la caza furtiva con artillería pesada, desde la gran altura del amarillento ecocidio.

De igual manera, la famosa muerte del hipopótamo "Gustavito" en El Salvador, nos demuestra que un simple animal puede ser utilizado, como un mecanismo de presión laboral. Primero se informó que el mamífero había sido atacado por personas inescrupulosas, que con afilados picahielos lo hirieron hasta ocasionarle la muerte. Y luego nos informaron que el mamífero estaba enfermo y murió de una hemorragia pulmonar, tras ser evaluados los resultados forenses de la necropsia.

Pero ahora se sabe que detrás de la muerte de Gustavito, existían reclamos y pugnas entre los sindicalistas y directivos del Zoológico Nacional de El Salvador, que con la defunción del hipopótamo lograron capitalizar la negligencia de los más inocentes, y demostraron que el tres de marzo sigue siendo olvidado por todos.

Todos repudiamos la muerte del perrito argentino llamado "Chocolate", que fue despellejado vivo en la provincia de Córdoba, y que estuvo una semana agonizando hasta su letal fallecimiento. Los ladridos de Chocolate justificaron el salvajismo humano, que resuena todos los días en las amargas calles latinoamericanas.

Un individuo que maltrata a los animalitos, no es solamente un delincuente condenado por la ley. Realmente estamos en presencia de psicópatas y sociópatas, que tarde o temprano desatarán sus furiosas frustraciones, en contra de sus peores enemigos de carne y hueso.

Mejor que comer carne es devorar los plátanos, las bananas y los cambures. Pero los hijastros de Darwin también tienen sus días contados en la Tierra, ya que el gorila oriental, el orangután de Borneo, el gorila occidental y el orangután de Sumatra, se hallan en peligro crítico de extinción según la Lista Roja de la UICN, porque mientras los simios de Darwin se nutren del potasio para trepar sus árboles, los simios del Tío Sam se nutren de mortíferas pistolas y afilados proyectiles, para desertificar y arrancar los plátanos, las bananas y los cambures.

Cambiar el abuso del abusivo es imposible. Por siglos, el burro ha sido empleado como animal de carga en gran parte del Mundo. Las civilizaciones aprovecharon su benevolencia y su incansable espíritu de trabajo, para forzarlo a recorrer grandes distancias con toneladas de injusticia a su paso. El resultado del tradicional abuso se paga con la casi extinción del burro mexicano, siendo un extraordinario mamífero que por haber puesto su talento al servicio de la Humanidad, ahora se encuentra llorando de rodillas en la ancestral región azteca.

El tamaño no importa, importan los sentimientos. Basta con pensar en la vida de los majestuosos elefantes, que han sido la macabra diversión en infinidad de espectáculos públicos, donde son ferozmente golpeados, domados, ridiculizados, robotizados, y vejados por sus malditos dueños. No hay que viajar hasta los confines de la India, de Pakistán o de Vietnam, para presenciar una buena dosis de violencia con aplausos en primera fila, ya que frente a tu casa hay un estupendo circo con animales, que juega con el don de los elefantes.

A veces jugar con la sabiduría de los elefantes, es una oportunidad de oro para demostrar su gran nobleza. En un santuario de elefantes de Tailandia, un trabajador fingió estar ahogándose en el río por la corriente de agua, y pese a la confusión de todas las personas que escuchaban sus gritos y miraban la caótica escena, una elefantita no dudó en arriesgar su vida dentro del agua, y rescató con muchísima valentía a su mentiroso cuidador.

La perversión es la hormona del crecimiento humano. Por eso unos jóvenes perversos de la localidad de Chillán en Chile, se atrevieron a subir un video en la red social Facebook, donde se enorgullecen de drogar con marihuana a un gato, que no pudo salvarse de la hormona del crecimiento humano. Aunque los cobardes cerraron sus cuentas de Facebook, justo ahora hay más adolescentes grabando y compartiendo el perverso placer de la hormona, con todos los fieles seguidores que esperan nuevos materiales de maltrato animal.

Las drogas cortan las alas de la libertad. El hermoso Cardenalito venezolano, que es un pájaro nativo e idolatrado por la cultura venezolana, también se halla al borde de la funesta extinción. La naturalidad biológica de su espléndido color rojo, lo convirtió en un trofeo para los cazadores, en una mercancía para los contrabandistas, y en una obsesión para los científicos.

Sus plumas, su canto, su elegancia, su erotismo y su resplandor. Todos quisieron comprar toda la excentricidad del cardenalito, y ahora todo el territorio venezolano está a punto de perder, la rojiza poesía del diminuto pájaro rojizo.

Quisiéramos admirar una bella orquídea, y olvidar todo el caudal de desolación presentado. Pero ni siquiera las orquídeas se salvan de la anarquía.

Es consabido que las orquídeas son plantas veneradas por el folklore latinoamericano, pero en países como México, Perú, Cuba, Chile, Colombia, Brasil y Venezuela, las orquídeas se están sembrando en los huertos del limbo, por la alta tasa de deforestación, por la expansión de la frontera agrícola y de los proyectos mineros, por el urbanismo en áreas verdes protegidas, por el uso continuo de agrotóxicos, y por la venta de flores exóticas a nivel internacional.

La Acacallis cyanea, la Chloraea disoides y la Dendrophylax lindenii, son muy alérgicas a los más de 18.000 objetos que constituyen la basura espacial producida por la Tierra, gracias a todos los escombros procedentes de satélites artificiales, cohetes y explosiones de fragmentos metálicos, que representan el gran progreso astronómico de la ciencia moderna, basado en el legendario uso del espionaje, del belicismo y del ocultismo, para conquistar la misteriosa órbita de los siete queridos exoplanetas.

Queda claro que seguir disfrutando la ficción teatral, nos volverá ciegos por la caótica realidad de la Tierra. De allí que los exoplanetas significan un prisma de cambios positivos, para una especie humana vilmente condenada a dilatar su ecuanimidad.

Fíjense que mientras más conocemos los pecados del Universo, mayor es el vacío interior que sentimos por dentro. La culpa, la depresión y la enemistad. Pero mientras más ayudamos sin esperar nada a cambio, mayor es la recompensa emocional que sentimos por dentro. La plenitud, el gozo y la amistad.

No queremos ser hojuelas negativas del maizal, pero la negatividad es un conflicto multipolar sin resolver.

Lanzar una bomba atómica en la Tierra, y luego jugar golf en la Luna. He allí la llave maestra del aprendizaje, que todos necesitamos aprender.

Estamos perdidos dentro de un milenario laberinto, que después de cometer un genocidio necesita un poquito de paz. Pero después de recuperar fuerzas con un poquito de paz, necesita cometer un nuevo genocidio dentro del milenario laberinto.

Aunque todos vamos a morir, pocos moriremos en santa paz. La mayoría de los Seres Humanos tendremos que viajar hasta un exoplaneta, para evitar ser juzgados por el orgullo y sus legendarias heridas.



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Carlos Ruperto Fermín

Licenciado en Comunicación Social, mención Periodismo Impreso, LUZ. Ekologia.com.ve es su cibermedio ecológico en la Web.

 carlosfermin123@hotmail.com      @ecocidios

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