El Partido debe ser la expresión genuina del Poder Popular

Al formalizar la solicitud de militancia en el Partido Socialista Unido, luego de haberme mantenido sin militancia partidista desde mi salida del MAS en 1999, lo hago con el deseo de participar activamente en el proceso de construcción del nuevo partido liderado por el Presidente Hugo Chávez Frías, con la convicción de que la consolidación y profundización del Proceso Revolucionario Bolivariano, requiere de un instrumento organizativo que promueva la formación de un liderazgo colectivo, que sea la expresión de los movimientos y redes sociales arraigadas en la base popular. Este partido debe convertirse en un centro organizador y de convergencia de todos los factores y fuerzas motrices de la Revolución Socialista Bolivariana, promotor de la unidad de los revolucionarios venezolanos y también de la formación de una amplia alianza social y política antiimperialista, hacia la construcción de la democracia socialista y de un nuevo modelo socio productivo que tenga como eje el desarrollo humano, la soberanía productiva, la primacía del trabajo sobre el capital y la formación de una economía solidaria y social.

La nueva formación política deberá prefigurar el tipo de sociedad humanista, democrática y socialista en cuya construcción empeñará su esfuerzo. Libre de los sectarismos, pragmatismos, clientelismos y dogmatismos fundamentalistas que caracterizaron a la mayoría de las organizaciones políticas en el pasado, por cuyas desviaciones se frustraron muchas veces los anhelos de liberación y de justicia social de nuestro pueblo. La tarea que tenemos por delante es inmensa, construir la verdadera unidad de los Revolucionarios Bolivarianos Venezolanos, unidad de pensamiento y de acción, sin maniqueísmos aberrantes, estableciendo un dialogo militante con aquellos que apoyando el proceso decidido mantenerse al margen, sin que ello implique un debilitamiento de la estrategia fundamental de construcción del Partido Socialista Unido. El respeto a la libertad de conciencia, el pluralismo y la tolerancia democrática son valores fundamentales que deberán sustentar la práctica revolucionaria. El debate democrático franco dentro del partido y con los aliados, es la mejor garantía de solidez y legitimidad del proceso de su construcción.

Hay que superar el viejo concepto de partido vanguardista, mesiánico, concebido como “intermediario” entre el pueblo y el estado, cuyo desarrollo histórico dio origen en nuestro país, a la partidocracia cogollorica clientelar de la IV Republica y al vanguardismo radical que condujo a la izquierda venezolana a errores históricos con altos costos políticos y humanos. El partido debe ser, ni más ni menos, la expresión genuina y directa del poder popular, de los trabajadores, intelectuales, sectores medios, mujeres y jóvenes comprometidos con la revolución, respetando la dinámica y la autonomía propia de los movimientos sociales. Debe ser también, un instrumento al servicio de la lucha permanente contra la corrupción y la burocratización interna y asimismo, deberá garante del desarrollo y consolidación de la contraloría social como apoyo fundamental a la gestión del gobierno revolucionario como expresión de la voluntad popular.

En otro orden de ideas, Gustavo Márquez Marín se refirió al carácter inédito del proceso revolucionario venezolano, basado en la unidad cívico militar, para impulsar una revolución antiimperialista, democrática y pacifica, que ha tomado como referente fundamental el legado histórico revolucionario y antiimperialista venezolano y latinoamericano, rechazando los dogmatismos ideológicos y deslindándose de algunos modelos fracasados aplicados en el siglo XX, de rasgos totalitarios y antidemocráticos., cuyas contradicciones internas provocaron su derrumbe.

El hilo conductor del Proceso Revolucionario Bolivariano debe ser la construcción de una democracia socialista participativa, vale decir, una democracia plena, una democracia integral, en lo económico, en lo político y en lo social, que tiene como centro el ser humano. En este sentido, reafirmamos que la democracia es la esencia del proyecto socialista libertario, mientras que el capitalismo se caracteriza precisamente por negarla en la práctica, al generar sociedades profundamente injustas y desiguales, en las que no existe en la práctica la igualdad de derecho y oportunidades, sino por el contrario su negación permanente.

gamarquez2@yahoo.com


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Gustavo Márquez Marín

Carabobeño, nacido en Valencia, ingeniero egresado de la Universidad de Carabobo donde también ejerció la docencia, durante la gestión del Presidente Hugo Chávez se desempeñó como Ministro de Industria y Comercio (1999), Ministro de Estado para la Integración y Comercio Exterior (2005-2007), Embajador en Austria y Representante Permanente ante los Organismos de Naciones Unidas en Viena (2001-2004), Comisario General del Pabellón de Venezuela en la Expo 2000 Hannover (1999-2001) y Miembro de la Comisión de Negociación con Colombia de las Áreas Marinas y Submarinas (1999-2001).

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