Carta pública.
Ciudadano Rafael Caldera.
Su despacho.
1.- Resurrección, decadencia y muerte.
A cuatro años de su resurrección política, seguramente usted ha experimentado el irreversible y devastador avance del proceso de putrefacción política y moral que carcome el sistema de partidos y cúpulas de poder creado por usted y su generación.
¡Vaya paradoja de esta pequeña historia nuestra! Fue precisamente el mismo día y por acción de las mismas armas que se originaron dos fenómenos definitorios del transito histórico que vivimos actualmente los venezolanos: usted resucito de entre los cadáveres políticos y la farsa llamada
2 ¿Recuerda usted, señor Caldera?
Señor Caldera, después de estos 1.460 días transcurridos, ¿recuerda las incidencias de aquel 4 de Febrero…? Yo me pregunto todavía si usted estaba o no al tanto de las conversaciones sostenidas en los meses finales de 1991, entre el suscrito, para entonces 1er. Comandante del batallón de paracaidistas < cnel. Antonio Nicolás Briceño>, y una persona muy cercana a usted, quien llego a manifestar delante de un grupo oficiales del Movimiento Bolivariano: < el Dr. Caldera esta al tanto de la insurrección; no se opone a ella y espera que no se metan con él y su familia>.
¿Recuerda, Dr. Caldera, su actitud durante la madrugada y la mañana del 4 de Febrero, en pleno proceso de insurrección? Un amigo suyo,, que le acompaño en su casa durante aquellas horas, me aseguro que dio usted instrucciones de
En todo caso, no sería extraño que usted hubiese estado al acecho, en conocimiento previo de la insurrección; y nada de raro tendría la espera cordial de la
En todo caso, la historia es implacable, y cosas como esas no pueden ocultarse todo el tiempo. Paso a paso las verdades se imponen.
3.-
Sr. Presidente, permítame preguntarle acerca de algo que sí fue público y conocido por todos los venezolanos: su discurso de hace 4 Febreros. ¿Recuerda las cosas que dijo aquel martes de insurrección y resurrección? Toléreme decirle que a estas alturas, conociendo diversos detalles de aquellos sucesos, estoy persuadido de que aquel discurso suyo en el Congreso no fue tan espontáneo como hasta ahora el país lo ha creído. ¡De teatro sabe usted mucho, Sr. Caldera! En ese discurso pronuncio frases que conforman una especie de
¡Oiga, señor, el canto de su propia tragedia! A cuatro años de aquel canto, quienes armamos el escenario y convocamos el auditorio ese día, ahora se lo devolvemos desde el seno del pueblo, donde hemos recogido la auténtica < voz de la nación>, como diría aquel magnifico orador francés, Honore Mirabeau.
4.- Los fantasmas de Miraflores.
El proceso de resurrección trajo también, junto a usted, Dr. Caldera, un escuadrón de fantasmas que ahora os circunda. Uno de ellos es el Pigmalión, aquel hombre que esculpió la estatua de una hermosa mujer y se enamoro tan perdidamente de su obra que le pidió a los dioses le dieran vida para terminar casándose con ella. Así mismo, usted, locamente apegado a su
Otro de los fantasmas que lo rondan, Sr. Caldera, es el Maquiavelo.
5.-El camino de Carlos Andrés Pérez.
Hace dos años inicio usted su segundo gobierno, hijo no deseado del 4 de Febrero. A los pocos meses; le lance un alerta ante las evidencias ya notables de su claudicación:
Después de haber tenido en sus manos la posibilidad de iniciar la era de la reconstrucción nacional, usted ha conducido al país en una situación idéntica a aquella que vivimos en los meses finales de 1991 y Enero de 1992. Por ello, y para evitar que el país estalle de nuevo. En nombre de millones de compatriotas, le pido que RENUNCIE Sr. Presidente.
Si, Dr. Caldera, usted perdió la potestad y la autoridad para continuar siendo el presidente de Venezuela. Recuerde el mensaje que usted me envió, con uno de sus emisarios, a la cárcel de Yare, siendo presidente electo:
Oiga usted la voz del pueblo que es la voz de Dios:
Despierte, reaccione… y renuncie, es el momento, sr.
Comandante Hugo Chávez Frías.