Ahora que se avanza hacia la Policía Nacional y se habla de hechos concretos y estadísticas optimistas en el país, la mayoría de los cuerpos de seguridad del Zulia, especialmente en Maracaibo, experimentan un retroceso aterrador, tomando en cuenta las cifras delictivas con muertos registrados diariamente en la región.
Observamos como las policías municipales y de la región, tanto las controladas por la oposición como por los revolucionarios, vuelven a una práctica que creo nunca ha resultado en el combate delincuencial: los famosos operativos. Cuando coloquen esas alcabalas, al día siguiente revisen los medios de comunicación y verán que a pesar de eso, los hampones siguen matando, violando y atracando sin control.
Ya cuando este tipo de procedimientos estaba casi erradicado y se empleaba en casos excepcionales, porque las acciones se sustentaban en patrullajes y trabajos de inteligencia con la participación de la ciudadanía, vemos que regresan a esos retenes móviles que sólo buscan generar una sensación de seguridad que no existe. Son operaciones para que la gente crea.
Los operativos policiales se convirtieron, desde hace mucho en herramienta política utilizada por dirigentes, para confundir a la población e intentar convencerla de que les dan seguridad, pero todo es una mentira.
Estos procedimientos, mis amigos lectores, son una caricatura de combate hamponil. No se requiere ser experto, para saber que una alcabala atestada de oficiales, primero, causa malestar en la gente que verdaderamente anda en la calle porque trabaja, cumple con el deber de padre, de ciudadano y, segundo, sirve de alerta a los delincuentes. No creo que un hampón por más osado que sea, vea a un grupo de uniformados y se meta. Señores, si viene de pasajero se lanza con el bus andando, pero no se expone.
Quizás haya casos que se pudieran controlar con operativos, como el consumo de alcohol conduciendo, documentos vencidos, entre otras faltas, pero no se justifica la “caza de choferes” para aplicar multas tal cual hace la Polimaracaibo, mientras en el barrio los ladrones atacan a las familias indefensas, y cuando se requiere de su presencia, no van y hasta es posible que ellos mismos resulten implicada en los delitos.
¿Cómo creer entonces que existe una real intención de enfrentar el hampa con esos operativos? No se puede, si la tuvieran, se encontraran en las peligrosas comunidades con la gente que los necesita, y no generando recursos para la Alcaldía que, en definitiva, no se traducen en beneficios, más cuando el burgomaestre, Daniel Ponne, siempre argumenta que carece de dinero, sobre todo, para pagar las deudas a los trabajadores que despide por ser chavistas.
Periodista.
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