Verdades bien dichas

Una capital agonizante…

Leí recientemente un artículo de opinión de Eunice Sánchez que llevaba por título, palabras más, palabras menos, “la ciudad agoniza”, su contenido debe invitarnos a la reflexión. Si somos bolivarenses, si somos ciudadanos y ciudadanas, si tenemos compromiso con esta tierra que nos ha visto nacer y que nos cobija a diario, debemos llamarnos, sin lugar a dudas,  a una reflexión colectiva.

Ciudad Bolívar agoniza, mientras la indiferencia del gobierno local sigue haciendo mella, incluso sobre la autoestima del colectivo bolivarense. Recordemos que el entorno nos influye y nos ayuda o, todo lo contrario. La autoestima se fortalece y se construye precisamente aupada por estímulos internos y externos, de allí la importancia que, en algunos casos, tiene el entorno y sus mensajes. A los bolivarenses nos toca luchar contra un precario estado de cosas en materia de servicios públicos y vialidad como factores que, sin lugar a dudas, influyen en la autoestima colectiva. Y debemos luchar porque estamos obligados a mantener alta, siempre alta, nuestra moral y  valoración ciudadana, por encima de los vicios del desgobierno local que nos agobia.

Destaca el artículo que nos habla de la ciudad agonizante la necesidad de brindarle atención a la capital bolivarense y dejar la confrontación estéril y politiquera de descalificaciones malsanas. Nos invita a trabajar por la ciudad para que los bolivarenses recuperemos el buen ánimo y hasta la sonrisa. Decía el artículo que es hora de demostrar que en Bolívar no existe una “camarilla”  que ha tomado la ciudad como rehén, sólo por intereses politiqueros, mientras la capital sucumbe ante la desidia. Una verdad bien dicha que hoy me tomo el abuso de referir porque siento en su esencia la misma angustia ciudadana que nos mueve a quienes por encima de siglas o colores políticos, queremos a esta ciudad con sentido de pertenencia.

Ciudad Bolívar merece del esfuerzo de todos para avanzar juntos y con la moral bien alta en esta tarea colectiva de hacer ciudad. Recuperemos la sonrisa, la autoestima colectiva y el ánimo ciudadano de los bolivarenses y de las bolivarenses. Tenemos un movimiento artístico y cultural que ya quisieran otras regiones poseer, tenemos un poder popular cada vez más organizado, tenemos grandes aliados como la gobernación del estado que ha recuperado para la ciudad espacios estratégicos. Tenemos grandes fortalezas, sólo necesitamos que cada uno de los actores asuman sus responsabilidades, eso sí, gobernando obedeciendo.

Necesitamos calles asfaltadas para sentirnos orgullosos nuevamente de nuestra ciudad, plazas limpias, avenidas limpias, barriadas limpias, mercados sin anarquía, esas cosas sencillas y cotidianas que solo son posibles cuando hay amor y compromiso. Lástima que algunos tengan oportunidades estelares y las desperdicien como dice Eunice en “politiquería barata, sucia, chantajista, egoísta, burlista, destruyéndose unos con otros con ese malsano sentimiento que lleva el hombre por dentro llamado codicia”, el cual termina aniquilándolo poco a poco como ser humano y convirtiéndolo en bazofia humana. Una verdad variopinta que salpica a unos cuantos.

Yo si soy entrépita y qué…

No encontré una definición clara de la palabra, apenas dicen los diccionarios que es algo así como entrometido o entrometida. Pero lo cierto es que sí soy entrépita, si me meto, me inmiscuyo, me entrometo en todos y cada uno de los asuntos que tienen que ver con mi ciudad. Me dicen “entrepita” porque opino sobre el desastre que vive la ciudad, pero quienes lo hacen dejan al descubierto el peso que mis opiniones tienen sobre ellos. Honor que me hacen cada vez que me citan, por lo menos sé que mi tarea no es en vano. Seguiré haciendo lo que me toca.

Triste es, eso sí, que el irrespeto y el odio sean las únicas armas de confrontación de los defensores a ultranza del alcalde. Siguen desperdiciando una gran oportunidad de gobernar esta ciudad, transformarla o simplemente cumplir con algunas de sus promesas. En honor a la verdad el desastre está a la vista y no necesita anteojos. Las baterías opositoras están enfiladas hacia quienes nos atrevemos a reclamar, exigir o simplemente recordarle al alcalde sus funciones. Desde esta trinchera lo hacemos y lo seguiremos haciendo con altura y con respeto. Lástima que hasta para confrontar tengan tan mal tino y tan mal proceder. Dice un dicho que el respeto purifica el alma y si no lo tienes es que nunca has tenido alma.

Una verdad latente: decía Montesquieu que la descomposición de todo gobierno comienza por la decadencia de los principios sobre los que fue fundado… Un mensaje para los falsos promotores de un “cambio” que nunca llegó.

natachainatti@gmail.com



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Natacha Inatti


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