Aquí en el Táchira hay un caso que ha sido emblemático, es el contrabando imparable de gasolina hacia Colombia, que se suma a la fuga de productos de primera necesidad, lo que ha representado, durante décadas, un perjuicio para quienes vivimos en ésta, la definida como la frontera más dinámica y viva de Latinoamérica.
Durante la IV, ni siquiera se intentó aunque fuese, colocar un paño caliente a la situación, que sirvió para que muchos se enriquecieran de manera fácil, bajo la mirada cómplice y bien pagada de los funcionarios, cuya principal responsabilidad es velar porque el contrabando sea frenado en beneficio de nuestra economía y de la Soberanía de la Patria.
En los 13 años de revolución se han tomado iniciativas diversas que para nada han dado resultados, ya que la solución no está en medidas puntuales como el tal chip o tag, que ha sido tan polémico y que sólo ha servido para que los delincuentes llamados gasolineros, de todos los estratos, con vehículos que van desde motos hasta lujosas camionetotas, a las que por cierto les cabe una gran cantidad de combustible, sino en una la solución que es la única y que solamente radica en crear conciencia en los funcionarios que tienen el deber de frenar esta delincuencial práctica, o por ejemplo crear un grupo élite de funcionarios a quienes se les inyecte mística, honestidad a toda prueba y que garanticen no ser venales ante la presión de las mafias.
El tag ha servido por ejemplo para que cada día de la semana quienes están en el negocio, llenen el tanque de uno o hasta más vehículos, los descarguen en pimpinas, lo almacenen y lo comercialicen, por ejemplo entre los talleres mecánicos que requieren del líquido para el lavado de piezas y herramientas y a los rebeldes contra el tag, que no han querido acudir a que se lo coloquen en su vehiculo, que han intentado recursos de nulidad a la medida y que ahora que ya casi todas las estaciones de servicio tienen el sistema, les toca acudir a los gasolineros que para ellos se han hecho indispensables. De esto me enteré estando en un taller donde llevé mi carro a reparar. allí fui testigo de la negociación entre el dueño del taller y el vendedor de un galón de gasolina por la suma de 30 bolívares; aproveché para hablar y preguntarle cómo hacía si las estaciones de servicio tenían prohibido vender gasolina en recipientes y fue cuando el fulano me contó el modus operandi, le comenté para darle confianza que yo no podía hacer esa gracia, porque mi vehiculo no permitía extraerle la gasolina con manguera y me dijo que había otra forma y que él lo hacía, me dijo que diariamente llenaba un tanque de 42 litros y que tenía clientela fija, que los tags estaban siendo clonados y que él estaba esperando para el día siguiente uno de 60 litros.
Esta es la pura verdad, y hay cientos practicando a diario esta canallada, como verdad es que si uno va a Cúcuta consigue por todos lados los productos de Mercal, así como Leche, aceite, azúcar, café etc., que aquí escasean en los anaqueles de supermercados y abastos.
Alguien tiene que colocarle el cascabel al gato, hasta ahora nadie ha podido y menos con un gobernador como el “mazamorro” que ve en esta situación un filón para desprestigiar al gobierno nacional y acusar a cada rato a la Guardia Nacional como cuerpo, por la acción de corrupción de unos pocos, por ello el anuncio de la candidatura de el actual Ministro para el Poder Popular de Interior y Justicia Tareck El Aissami para gobernador del Táchira, es una esperanza, porque, este compatriota sí sabe de inteligencia y seguramente, con sus conocimientos y experiencia va a encontrar la formula para sanear el recurso humano que tiene el deber de evitar el contrabando de gasolina y otros rubros cuya fuga tanto daño le hace a nuestra economía.
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