La situación comenzó en el momento que algunos residentes del conjunto habitacional Torres del Saladillo de Maracaibo, decidieron jugar con fuego dándole apoyo a un grupúsculo de guarimberos que querían acabar con el casco central de la ciudad. Desde lo alto de los edificios creyendo en el cuento Maduro vete ya, contribuían con los revoltosos lanzando botellas u otros objetos contundentes a los funcionarios policiales y militares que llegaban a restablecer el orden.
Como era de esperarse, no transcurrió mucho tiempo cuando la situación se les salió de control a tal punto, que muchas de esas familias que respaldaban a los protagonistas de los desastres, tuvieron que abandonar sus apartamentos y después suplicaban la intervención del Gobierno zuliano para poder regresar en paz.
Por varios días consecutivos los guarimberos mantuvieron una terrible zozobra en el área, bloqueaban el libre tránsito causándoles graves daños a transeúntes, comerciantes, principalmente a los buhoneros, quienes se vieron obligados a lanzarse a la calle dispuestos a todo para defender su derecho al trabajo, a ganarse el sustento, la plata de llevarle la comida a sus padres, a sus madres, a sus mujeres, a sus hijos.
La acción de los agitadores en Torres del Saladillo llegó a tales extremos, que la policía tuvo que resguardar la Basílica, la casa de la Virgen de Chiquinquirá. Y aquí tengo que hacer una obligatoria reflexión como maracucho: ¿qué se puede esperar de unos bandoleros capaces de poner en jaque la paz de La Chinita? ¿No les corre por la sangre la Patrona y Reina de los zulianos? ¿No sienten nada destrozando, dañando, destruyendo ante los ojos de la Santa Morena? Uno piensa en eso y se queda mudo. Sin duda estuvimos en presencia de una guarimba a Nuestra Casta Señora. Imperdonable sacrilegio.
Sin embargo, el Gobierno regional tras el pedido de los vecinos del complejo habitacional coordinó una mesa de diálogo con los buhoneros, en función de restablecer el orden y se logró la paz a la que tanto llama el presidente Nicolás Maduro.
Pero las familias que se prestaron a esos desórdenes tomaron una cucharada de su propia medicina. Vieron el verdadero rostro de esa oposición que pretende tomar por asalto el poder. Vivieron en carne propia el odio de esos guarimberos que llenos de arrechera no entran en razón y no reconocen nada ni a nadie.
Dios quiera que esa gente de Torres del Saladillo haya comprendido el peligro de que violentos de esa naturaleza lleguen a Miraflores. Si reducidos a grupúsculos ejecutan tanta destrucción que no podrían hacer si en un caso hipotético se convirtieran en mayoría y tomaran el Gobierno.
Solamente piensen que a pesar de ser unos derrotados, hay una pelea a cuchillo por debajo de la mesa de la unidad entre Leopoldo López y Capriles Radonsky. El primero, preso insiste en ser el jefe absoluto de la oposición a través de su padre y su esposa, Lilian Tintori, y el segundo anda activo en la calle convencido de que el máximo líder es él y nadie más; ambos olvidan por completo que en un tiempo fueron amigos y compartieron juntos en Primero Justicia.
¡Chinita líbranos de esos líderes, te lo suplicamos Virgencita!
PD: Debemos recordar que esta es la segunda guarimba que los opositores le hacen a la Santa Morena en Maracaibo, la primera fue ejecutada en la feria del año pasado, cuando la campaña electoral municipal. Activistas de UNT al verse en peligro dada la arremetida de Miguel Angel Pérez Pirela, provocaron disturbios en el sagrado evento de la Bajada, con el objetivo de hacerle daño al candidato revolucionario y lo que hicieron fue enlodar el acto de Nuestra Patrona y toda la población mariana.
@AlberMoran