Gobierna el fascismo

       Sin duda alguna, el fascismo gobierna la ciudad de San Cristóbal. Esa es una triste realidad que frustra las energías, los sueños y las esperanzas de todas las personas que vivimos en este pequeño espacio territorial. Como una pesadilla de los mil demonios, los gobiernos burdos de la derecha, de la extrema derecha y el fascismo puro, se van turnando en la administración del poder municipal, con una fuerte carga negativa que castra hasta el crecimiento espiritual de la ciudad y su gente. A pesar de los alardes de ser una sociedad eminentemente católica, encumbrada y bañada con el rocío de la fe cristiana, hoy vemos que hay odio, mucho odio en buena parte de esta sociedad, que en su locura irracional quieren acabar con esta ciudad.

         Con mucha preocupación observamos una ciudad que se hunde en los sentimientos de la tristeza y la desolación, porque está siendo ultrajada, atacada, incendiada y saqueada. Hoy es una ciudad triste con mucha gente malvada y enferma de odio. Poco a poco se ha ido perdiendo la esencia del respeto y la convivencia entre sus habitantes, que inevitablemente está abriendo los surcos para que germinen los odios comprimidos desde el alma y al final cosechemos una ciudad inhabitable y una sociedad malvada, que aplaude la muerte, la quema de universidades, de libros, de instituciones, de vehículos.

Es una enseñanza perversa, porque lamentablemente muchas familias premian a sus hijos por ir a la guarimba, por quemar una institución e intentar asesinar un guardia nacional. En un diálogo macabro los padres  preguntan: Cómo te fue hoy hijo y él con aires de héroe guarimbero y voz engolada responde: Pa’ todo burda de bien, hoy quemé una buseta, una camioneta de Cantv y le di una pedrada a un Guardia Nacional. Así es hijo, continua así que vas muy bien.

          El odio fascista va tocando todas las puertas y todos los espacios, dañando el sentido de convivencia ciudadana. Ya no son sólo los espacios universitarios, también en los hogares, en los supermercados, en las iglesias, en la cola de los bancos,  donde  se va  promoviendo  la cultura del odio y la muerte. Hace unas semanas atrás asistí a misa en la  iglesia El Ángel, y durante su sermón dominical, el  sacerdote habló de San Maximiliano, que había sido torturado por los comunistas y que había que tener cuidado con los comunistas y los socialistas. En todo caso habría que recordarle a ese sacerdote que fue el fascismo el que lo asesinó, corriente política e ideológica que gobierna al Táchira en los actuales momentos.

          Imagínense estimados lectores, que parte de esa sociedad enferma hasta odia a las personas que ya han fallecido. Les cuento que en el acto de grado de Unefa, realizado recientemente, había una señora que maldecía silenciosamente a Chávez cada vez que lo nombraban y   con un aire de triunfo fúnebre decía: que se pudra en el infierno, que se pudra en el infierno, que se pudra en el infierno. Dios, dije yo. Seguramente esa señora tendrá familia, tendrá esposo, hijos e hijas. Seguramente esa señora será  escuálida y seguramente votó para que el fascismo siguiera gobernando la ciudad de San Cristóbal y continuara el caos, la guarimba, la candela y la basura piche. Y con todo esto, el sacerdote finalizaba su sermón diciendo: Pidamos a Dios por los estudiantes y los jóvenes tachirenses que luchan en las calles por una mejor Venezuela. Por poquito me vuelvo ateo, pero decidí  mas  bien no volver a misa.



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Eduardo Marapacuto


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