Cuento o Razón

La tarde muere bajos delirios oscuros

El periodista Juancho Marcano, desde su balcón, observaba el pequeño chubasco que lanzaba sus últimas lágrimas para despedirse del día e irse para mañana o para el para el siguiente dia o tal vez para dentro de una semana para volver a traer el payaso de su alegría que hace sonreír las plantas y pintarle los cachetes de verde.

El perro Pipo llegó cerca de donde su amo estaba observando el panorama y viéndolo emocionado contemplando la despedida de la llovizna, le comentó: "Juancho no sólo es un espectáculo ver el adiós del chubasco cuando se retira al final del día, sino también tienes que observar como muere la tarde conjuntamente con la llovizna y la oscurana".

- Es verdad, Pipo, no creas que lo he obviado y más aún cuando vivimos en esta parte privilegiada de la Tacarigua de Margarita, que llaman Tacarigüita, y en donde en ésta se encuentra El Portachuelo, esos dos cerros abiertos por la mitad por la mano del hombre, con el fin de que pase una carretera y los carros transiten fácilmente para llegar a su destino. Pero eso no es todo, desde este lugar tú puedes observar el espectáculo que presentan las tardes crepusculares de Juangriego que se mueren y sueltan lágrimas destellantes allá en el propio cementerio del horizonte.

Pipo escuchó detenidamente la exposición del periodista y después manifestó: "Pero aparte de toda esa belleza que tú describe Juancho, también podemos señalar que aquí en Tacariguita, la tarde también muere, pero claro, no con la luminosidad que lo hace en Juangriego, sino más bien yo diría que la tarde muere bajos delirios oscuros, pues la cobija de una espesa penumbra cubre todo el lugar y no hay luciérnaga que la perturbe.

El periodista Juancho Marcano sin asombrarse ya con las frases que pueda pronunciar su perro Pipo, se acordó que siempre en la zona ya entrada la noche, el cielo se pinta con su traje negro y llega un silencio que apenas es alterado por un ladrido o ya en la madrugada, por el alboroto de una guacharaca. El periodista pensó todo eso, le dio la razón a su perro y ambos decidieron buscar sus sitios de descanso, Juancho para leer y Pipo para conciliar el sueño.



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Emigdio Malaver

Margariteño. Economista y Comunicación Social. Ha colaborado con diferentes publicaciones venezolanas.

 emalaverg@gmail.com      @Malavermillo

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