En
lo que concierne al área científico – tecnológica y su desarrollo
dentro de Venezuela, existen iniciativas gubernamentales dirigidas a
incrementar el conocimiento científico-tecnológico de la población,
tales como las bibliotecas virtuales, infocentros, ferias científicas,
concursos de innovación tecnológica popular, etc., que si bien han
aportado avances aún es necesario infundir en el pueblo la importancia
por conocer e involucrarse en temas de ciencia y tecnología que son
de interés nacional, donde cobra máxima relevancia la creación y
aplicación de herramientas tecnológicas destinadas a alcanzar la plena
soberanía de las industrias básicas de la nación y en general del
aparato productivo nacional .
Para
poder lograr que el pueblo se empodere del conocimiento científico
tecnológico que fue secuestrado por las elites de Venezuela, es necesario
romper con un modelo educativo cuyo objetivo es la formación de personas
con una ideología tecnocrática. Gracias al proceso de cambios que
vivimos hoy en día, se ha dado un gran paso con la aprobación del
proyecto de Ley Orgánica de Educación en el 2009.
Pero
tendríamos que preguntarnos ¿qué es la tecnocracia? Uno de sus mayores
exponentes fue Ernesto Mayz Vallenilla, fundador y primer rector de
la Universidad Simón Bolívar (este dato hay que tenerlo presente).
Este personaje fue uno de los mayores defensores de la ideología tecnocrática,
la cual ha traído atrasos a Venezuela. Saúl Rivas Rivas utiliza una
descripción muy adecuada de la juventud formada bajo este modelo tecnocrático
que nos puede dar una visión de lo perjudicial que es esta ideología
para nuestro país:
“Una juventud
anónima, invisible, masificada, sin historia personal y social, sin
cultura propia y educación propia como base de la relación con las
otras culturas y civilizaciones (punto de partida necesario de la interculturalidad):
es una juventud que permanece en la eterna infancia, en el “mastica
chicle” y en todo caso, en una eterna “adolescencia”. Y por tanto
una juventud sin brújulas, que sin madurar envejece al nacer, sobre
todo si se liquidan de antemano sus potencialidades creativas en un
mundo donde todo se le ofrece hecho: permítame pensar por usted,
como decía el lema de aquella publicidad, que ahora se convierte en
una ideología global de la Era Digital. Una juventud sin reflexiones
profundas…” (Dominación de la juventud por la ideología
tecnocrática neoliberal, Saúl Rivas Rivas).
Este
modelo impuesto durante los años de la IV república en Venezuela,
desgraciadamente tiene su origen en los Estados Unidos de Norteamérica
y puso su mira en la universidad venezolana que para los años 50 y
60 era un núcleo revolucionario y peligroso para los intereses del
imperio.
Teniendo
esto como objetivo el imperio a través de Rudolph Atcon, asesor del
gobierno norteamericano para América Latina desde el Departamento de
Estado, la OEA y la ONU, diseñó el modelo que ya fue denunciado en
1980 por un grupo de Venezolanos (“El modelo tecnocrático de la educación
superior en Venezuela”, Quintero, M. y col., 1980). El Plan Básico
o “Plan Atcon” (1960 y 1970) fue disciplinadamente concretado en
Venezuela (con paralelos en el mundo: el "Plan Karachi", en
Asia (1959-60), el "Plan Addis Abeda", en Africa, (1960-61)
Se trazó un plan de reformas que incluyó la privatización, el alza
de matriculas, la represión al estudiantado y al profesorado. Se redujeron
los aportes del estado, y el número de años de estudio -para sacar
mano de obra rápidamente por medio de carreras “cortas”, educación
a distancia, flexibilización de programas y la creación de Universidades
para poner en marcha el “Plan Básico” que consistió en:
1) Disminuir la importancia de las humanidades, las ciencias sociales
y toda materia que sirviera para analizar críticamente la sociedad,
a cambio de un programa de orientación tecnocrática y pragmática.
La idea fue “convertir” la Universidad Pública en una institución
de formación tecnológica, para lo cual debía elevarse a status de
científico y profesional las áreas tecnológicas. Se promovió entonces
la educación tecnológica de 1 a 3 años, y proliferaron los Institutos
Politécnicos y Colegios Universitarios.
2) Se promovieron estructuras curriculares individualizantes, con el
conocimiento fragmentado, superespecializado, sin una visión integral
de los problemas estudiados.
3) Se suprimieron “facultades” y se fragmentaron, con la creación
de numerosas “escuelas”, “institutos” y “centros”, muy “exigentes”
que consumieron el tiempo de los investigadores y alumnos permitiendo
el control político.
4) Se semestralizaron y hasta trimestralizaron las carreras para darle
“vertiginosidad” al proceso educativo y mantener un permanente ciclo
de inscribirse-evaluar-inscribirse y no dar tiempo a la reflexión.
5) Eliminaron las “secciones” o salones estables de estudiantes,
para impedir que los alumnos se conocieran y establecieran relaciones
afectivas y/o políticas.
6) Profundizaron el modelo unidireccional de “transmisión” de conocimientos
y disminuyeron la construcción de saberes a partir de la experiencia
compartida, reflexionada y analizada.
7) Se ejecutaron diversas estrategias para desmovilizar estudiantado,
como los programas de extensión universitaria - poco pertinentes socialmente
o de alcances limitados-, para ocupar el tiempo libre y se adelantaron
campañas contra el movimiento de resistencia estudiantil, promoviendo
las formas organizativas y la ideología corporativista (centros excursionistas,
cine clubes, organizaciones de turismo estudiantil, negocios administrados
por estudiantes dentro de las universidades, etc...)
8) Crearon nuevas universidades alejadas de los centros poblados para
disminuir el contacto directo de los estudiantes con el resto de la
sociedad.
9) Diseñaron arquitectónicamente las nuevas universidades para impedir
los mítines y tener mayor control de los estudiantes: inexistencia
de grandes auditorios, cafetines pequeños y dispersos, planta física
con diseño de “tránsito” y no de “permanencia”, áreas verdes
sin asientos ni facilidades para estar reunidos.
10) El horario fue restringido lo más posible al diurno, con transportes
que vacían las universidades a una hora determinada.
11) En los años 80 cobra fuerza la tendencia mundial hacia la división
internacional de la producción de conocimientos tecnológicos, y comienzan
a “financiarse” proyectos de investigación en diversos países,
cada uno de los cuales serían fragmentos aislados e inútiles por sí
solos, pero que integrados si han sido útiles para los “financiadores”.
12) Vincularon a la universidad con el “aparato productivo” y así
vimos las reuniones con los “empresarios” para “determinar y egresar
lo que estos necesitan: cuadros al servicio de las clases dominantes,
con la creación de grupos de investigación articulados a las líneas
de desarrollo del nuevo orden neoliberal.
Vemos
pues que se trata pues de organizar la universidad de manera mecánica,
diseñada para domesticar a los estudiantes, adaptarlos al capitalismo,
y no para que los estudiantes descubran y desarrollen una forma humana
de vivir.
Este
adoctrinamiento nos dejó como resultado un triste ejército de
profesionales automatizados y colonizados, básicamente especializados
en áreas tecnológicas. Unos escuálidos con pensamiento acrítico,
y conformistas. No es para menos. Los pobres estudiantes fueron sometidos
a un régimen de estudio que se apoyaba en la concepción empresarial
del máximo rendimiento en el menor tiempo. Este régimen de estudio
formó estudiantes dispersos sin tiempo para socializar ni de establecer
nexos.
Es
todo un plan inspirado en la ideología tecnocrática necesaria para
formar a los proletarios de cuello blanco con las nuevas tecnologías
del norte que están orientadas hacia la acumulación de capital y no
hacia el desarrollo social. Una tecnología que por cierto, tiene una
carga ideológica y además establece lazos dependencia y dominación.
Todo
lo anteriormente planteado, es reproducido fielmente dentro de la Universidad
Simón Bolívar que fue fundada en 1970, tiempo histórico dentro del
cual se intervino la UCV, se promulgo una nueva ley de universidades
y se impuso el modelo Atcon en miras de formar tecnócratas bajo la
visión de Mayz Vallenilla; que hizo en la Universidad Simón Bolívar
el modelo perfecto de universidad para los intereses de EEUU.
Desgraciadamente utilizaron como epónimo el nombre de nuestro libertador
para esta institución que se opone drásticamente a su pensamiento
antiimperialista. Afortunadamente hoy en día en el marco de la celebración
de los 200 años de nuestra independencia vamos avanzando a concluir
este proceso de liberación del yugo imperial.
Simón
Bolívar en la carta de Jamaica nos hablaba de América como el nuevo
mundo y nos planteaba “…formar de todo el nuevo mundo una sola nación”,
vinculada por un origen, una lengua y unas costumbres, comunes a todos
sus componentes, así mismo debemos de impulsar un desarrollo científico
tecnológico propio a nuestros orígenes y que responda a las necesidades
del pueblo venezolano.
Con
esto como objetivo es necesario romper con varios paradigmas que nos
atan a seguir bajo el yugo de los intereses del extranjero. Para empezar
hay que eliminar esa suposición de la neutralidad de la ciencia, tan
profundamente arraigada en el espíritu y conciencia de tanto de nosotros.
Esta suposición se cae por su propio peso en la medida en que nos volvemos
conscientes de que no es posible separar el objeto de nuestro acto de
conocimiento, de las razones de ese acto, que no es posible distinguir
entre el momento de la investigación de la realidad y el momento de
la formación de esa realidad.
De
esta circunstancia surge claramente que existe una diferencia cualitativa
entre la planificación de la ciencia, siempre orientada hacia fines
concretos, y la ejecución de la investigación científica, en donde
aparecen elementos psicológicos y políticos de otro tipo. El científico
pudiera ser indiferente a las posibles aplicaciones posteriores de sus
resultados, o en el caso contrario, puede estar íntimamente compenetrado
con los objetivos políticos de la planificación, y entonces ser consciente
de que su tarea tiene una razón y unos objetivos claros. Claro para
avanzar hacia una nueva sociedad es necesario formar una ética dentro
del pueblo que esté ligada al último caso.
Es
en los países dependientes, como Venezuela (por ahora), en donde el
científico, y su correspondiente comunidad científica, actúan de
manera indiferente ante las posibles aplicaciones ulteriores de sus
resultados, ocurriendo la mitificación de la ciencia y la tecnología,
es decir, se le ubica en una paradójica categoría de actividad
lúdica o deportiva y hasta superflua, destinada fundamentalmente a
incrementar el acervo cultural.
La Universidad
Tradicional venezolana en la actualidad, como máxima practicante y
defensora de tal mitificación de la ciencia, representa el símbolo
por excelencia de la dependencia en nuestro país.
Precisamente
es esta deficiencia la que permite que a la mal llamada “excelencia
académica venezolana” la utilicen a su antojo las potencias desarrolladas
con el único fin de hacer que ésta juegue el papel de “tonto
útil” trabajando en su beneficio. De esta manera nos encontramos
con situaciones aberrantes como el hecho de que pese a la gran distancia
cultural y económica que separa a los países “desarrollados”
de los dependientes, en los simposios o congresos internacionales que
congregan a científicos de diferentes nacionalidades, los temas en
que trabajan los investigadores locales son los mismos que desarrollan
sus pares del mundo “desarrollado”. Dado que los problemas de una
sociedad que explota son cualitativamente distintos de aquellos que
debe resolver una sociedad oprimida, siendo éstos fijados por sus necesidades
reales como su seguridad nacional, su industria y sus prioridades políticas,
tanto internas como internacionales, resaltan dos grandes características:
los países dependientes trabajan para resolver los problemas de los
países “desarrollados” y más aún, en el plano de la actividad
científica la dependencia puede definirse como la ausencia de un Proyecto
Nacional coherente, autónomo y con identidad propia.
Por
otra parte, la comunidad científica internacional utiliza la publicación
de artículos o “Papers” en revistas especializadas como
el mecanismo habitual para dar a conocer sus resultados y teorías,
constituyendo éstas el principal factor para evaluar la actividad de
un científico y su calidad profesional. Tales revistas son publicadas
en el denominado idioma internacional, el inglés, y su categoría se
mide por la calidad y originalidad de los artículos que publica bajo
el criterio del cuerpo editor, quienes deciden cuáles artículos
publicar y cuáles no. Dicho cuerpo editor está constituido por los
“mejores” científicos en una determinada especialidad, que a su
vez son profesores titulares de las “mejores” universidades del
mundo “desarrollado” y asesores de las fundaciones, los gobiernos
y la industria. Sus actividades científicas son subsidiadas por los
grandes centros de poder y disponen de grandes números de tesistas
bajo su supervisión, gozando de la atribución de no sólo establecer
los temas de investigación a su equipo de trabajo sino también a las
revistas en las cuales actúan como editores, logrando así que los
científicos provenientes de los países dependientes aporten sus conocimientos
a los temas útiles para sus propios proyectos.
Todos
estos factores representan el mejor caldo de cultivo para la formación
de la más recalcitrante élite de tecnócratas en los países dependientes
que, al ser los únicos con acceso a lo que ellos mismos denominan la
“excelencia académica”, que como vimos, es la máxima representación
de dependencia en nuestros países, promueven el afianzamiento de anti
valores capitalistas como el individualismo, el egoísmo, la codicia,
el afán de lucro, la corrupción, la explotación del hombre por el
hombre, la arrogancia, la insensibilidad e indiferencia ante las carencias
de la sociedad, la mezquindad y el consumismo, pilares fundamentales
de los rasgos culturales característicos de nuestros científicos,
como la indiferencia hacia la apropiación de la tecnología, menosprecio
de lo nacional, apropiación de costumbres y tendencias foráneas por
encima de lo nacional, desconocimiento de la historia autóctona, menosprecio
a la capacidad productiva del venezolano y acumulación desproporcionada
de capital.
La única manera de desmontar definitivamente este mecanismo perverso de dominación y de dependencia, es la creación de un nuevo hombre, que pasa por la refundación ética y moral de la nación venezolana. El Proyecto Nacional Simón Bolívar Primer Plan Socialista proporciona los lineamientos políticos para darle al desarrollo científico-tecnológico el norte del cual carecía. Enmarcados en este proceso que vive Venezuela, será necesario desarrollar la conciencia revolucionaria para fomentar la ciencia y la tecnología al servicio del desarrollo nacional y reducir las diferencias en el acceso al conocimiento (participación activa del pueblo en todos los campos de la ciencia y la tecnología) y avanzar hacia una Venezuela y una América que como decía José Martí no venga ni de Rosseau ni de Washington, sino de sí misma.
Militante de la JPSUV Caracas