Reimpulsemos en Venezuela un desarrollo científico tecnológico que venga de nosotros mismos y responda a nuestras necesidades

     La participación popular ha experimentado un crecimiento exponencial sin precedentes en el campo político, económico y social a raíz del Proceso Revolucionario Bolivariano. Múltiples son los testimonios que confirman esta realidad, y todos parten de una sentencia muy conocida del máximo líder de la Revolución Bolivariana: ¡Venezuela cambió para siempre! Y esta sentencia marca un momento de definiciones: ser espectador inanimado o protagonista de la transformación. El proceso participativo implica un rearme político ideológico que pasa por reflexionar y hacer balance crítico acerca de la labor emprendida; identificar las amenazas; conocer la diferencia entre un modelo de sociedad que explota y otro que libera; elaborar la estrategia; reconocer el terreno sobre el cual se opera; y sobre todo, sacar provecho del poder que otorga la organización y la participación popular.  

     En lo que concierne al área científico – tecnológica y su desarrollo dentro de Venezuela, existen iniciativas gubernamentales dirigidas a incrementar el conocimiento científico-tecnológico de la población, tales como las bibliotecas virtuales, infocentros, ferias científicas, concursos de innovación tecnológica popular, etc., que si bien han aportado avances aún es necesario infundir en el pueblo la importancia por conocer e involucrarse en temas de ciencia y tecnología que son de interés nacional, donde cobra máxima relevancia la creación y aplicación de herramientas tecnológicas destinadas a alcanzar la plena soberanía de las industrias básicas de la nación y en general del aparato productivo nacional . 

     Para poder lograr que el pueblo se empodere del conocimiento científico tecnológico que fue secuestrado por las elites de Venezuela, es necesario romper con un modelo educativo cuyo objetivo es la formación de personas con una ideología tecnocrática. Gracias al proceso de cambios que vivimos hoy en día, se ha dado un gran paso con la aprobación del proyecto de Ley Orgánica de Educación en el 2009.  

     Pero tendríamos que preguntarnos ¿qué es la tecnocracia? Uno de sus mayores exponentes fue Ernesto Mayz Vallenilla, fundador y primer rector de la Universidad Simón Bolívar (este dato hay que tenerlo presente). Este personaje fue uno de los mayores defensores de la ideología tecnocrática, la cual ha traído atrasos a Venezuela. Saúl Rivas Rivas utiliza una descripción muy adecuada de la juventud formada bajo este modelo tecnocrático que nos puede dar una visión de lo perjudicial que es esta ideología para nuestro país:  

“Una juventud anónima, invisible, masificada, sin historia personal y social, sin cultura propia y educación propia como base de la relación con las otras culturas y civilizaciones (punto de partida necesario de la interculturalidad): es una juventud que permanece en la eterna infancia, en el “mastica chicle” y en todo caso, en una eterna “adolescencia”. Y por tanto una juventud sin brújulas, que sin madurar envejece al nacer, sobre todo si se liquidan de antemano sus potencialidades creativas en un mundo donde todo  se le ofrece hecho: permítame pensar por usted, como decía el lema de aquella publicidad, que ahora se convierte en una ideología global de la  Era Digital. Una juventud sin reflexiones profundas…” (Dominación  de la juventud por la  ideología tecnocrática neoliberal, Saúl Rivas Rivas). 

     Este modelo impuesto durante los años de la IV república en Venezuela, desgraciadamente tiene su origen en los Estados Unidos de Norteamérica y puso su mira en la universidad venezolana que para los años 50 y 60 era un núcleo revolucionario y peligroso para los intereses del imperio. 

     Teniendo esto como objetivo el imperio a través de Rudolph Atcon, asesor del gobierno norteamericano para América Latina desde el Departamento de Estado, la OEA y la ONU, diseñó el modelo que ya fue denunciado en 1980 por un grupo de Venezolanos (“El modelo tecnocrático de la educación superior en Venezuela”, Quintero, M. y col., 1980). El Plan Básico o “Plan Atcon” (1960 y 1970) fue disciplinadamente concretado en Venezuela (con paralelos en el mundo: el "Plan Karachi", en Asia (1959-60), el "Plan Addis Abeda", en Africa, (1960-61)  
 
 Se trazó un plan de reformas que incluyó la privatización, el alza de matriculas, la represión al estudiantado y al profesorado. Se redujeron los aportes del estado, y el número de años de estudio -para sacar mano de obra rápidamente por medio de carreras “cortas”, educación a distancia, flexibilización de programas y la creación de Universidades para poner en marcha el “Plan Básico” que consistió en: 
 
1)  Disminuir la importancia de las humanidades, las ciencias sociales y toda materia que sirviera para analizar críticamente la sociedad, a cambio de un programa de orientación tecnocrática y pragmática. La idea fue “convertir” la Universidad Pública en una institución de formación tecnológica, para lo cual debía elevarse a status de científico y profesional las áreas tecnológicas. Se promovió entonces la educación tecnológica de 1 a 3 años, y proliferaron los Institutos Politécnicos y Colegios Universitarios. 
 
2) Se promovieron estructuras curriculares individualizantes, con el conocimiento fragmentado, superespecializado, sin una visión integral de los problemas estudiados. 
 
3) Se suprimieron “facultades” y se fragmentaron, con la creación de numerosas “escuelas”, “institutos” y “centros”, muy “exigentes” que consumieron el tiempo de los investigadores y alumnos permitiendo el control político. 
 
4) Se semestralizaron y hasta trimestralizaron las carreras para darle “vertiginosidad” al proceso educativo y mantener un permanente ciclo de inscribirse-evaluar-inscribirse y no dar tiempo a la reflexión. 
 
5) Eliminaron las “secciones” o salones estables de estudiantes, para impedir que los alumnos se conocieran y establecieran relaciones afectivas y/o políticas. 
 
6) Profundizaron el modelo unidireccional de “transmisión” de conocimientos y disminuyeron la construcción de saberes a partir de la experiencia compartida, reflexionada y analizada. 
 
7) Se ejecutaron diversas estrategias para desmovilizar estudiantado, como los programas de extensión universitaria - poco pertinentes socialmente o de alcances limitados-, para ocupar el tiempo libre y se adelantaron campañas contra el movimiento de resistencia estudiantil, promoviendo las formas organizativas y la ideología corporativista (centros excursionistas, cine clubes, organizaciones de turismo estudiantil, negocios administrados por estudiantes dentro de las universidades, etc...) 
 
8) Crearon nuevas universidades alejadas de los centros poblados para disminuir el contacto directo de los estudiantes con el resto de la sociedad. 
 
9) Diseñaron arquitectónicamente las nuevas universidades para impedir los mítines y tener mayor control de los estudiantes: inexistencia de grandes auditorios, cafetines pequeños y dispersos, planta física con diseño de “tránsito” y no de “permanencia”, áreas verdes sin asientos ni facilidades para estar reunidos. 
 
10) El horario fue restringido lo más posible al diurno, con transportes que vacían las universidades a una hora determinada. 
 
11) En los años 80 cobra fuerza la tendencia mundial hacia la división internacional de la producción de conocimientos tecnológicos, y comienzan a “financiarse” proyectos de investigación en diversos países, cada uno de los cuales serían fragmentos aislados e inútiles por sí solos, pero que integrados si han sido útiles para los “financiadores”.  
 
12) Vincularon a la universidad con el “aparato productivo” y así vimos las reuniones con los “empresarios” para “determinar y egresar lo que estos necesitan: cuadros al servicio de las clases dominantes, con la creación de grupos de investigación articulados a las líneas de desarrollo del nuevo orden neoliberal. 

     Vemos pues que se trata pues de organizar la universidad de manera mecánica, diseñada para domesticar a los estudiantes, adaptarlos al capitalismo, y no para que los estudiantes descubran y desarrollen una forma humana de vivir.  

     Este adoctrinamiento nos dejó como resultado un triste ejército de profesionales automatizados y colonizados, básicamente especializados en áreas tecnológicas. Unos escuálidos con pensamiento acrítico, y conformistas. No es para menos. Los pobres estudiantes fueron sometidos a un régimen de estudio que se apoyaba en la concepción empresarial del máximo rendimiento en el menor tiempo. Este régimen de estudio formó estudiantes dispersos sin tiempo para socializar ni de establecer nexos. 

     Es todo un plan inspirado en la ideología tecnocrática necesaria para formar a los proletarios de cuello blanco con las nuevas tecnologías del norte que están orientadas hacia la acumulación de capital y no hacia el desarrollo social. Una tecnología que por cierto, tiene una carga ideológica y además establece lazos dependencia y dominación. 

     Todo lo anteriormente planteado, es reproducido fielmente dentro de la Universidad Simón Bolívar que fue fundada en 1970, tiempo histórico dentro del cual se intervino la UCV, se promulgo una nueva ley de universidades y se impuso el modelo Atcon en miras de formar tecnócratas bajo la visión de Mayz Vallenilla; que hizo en la Universidad Simón Bolívar el modelo perfecto de universidad para los intereses de  EEUU. Desgraciadamente utilizaron como epónimo el nombre de nuestro libertador para esta institución que se opone drásticamente a su pensamiento antiimperialista. Afortunadamente hoy en día en el marco de la celebración de los 200 años de nuestra independencia vamos avanzando a concluir este proceso de liberación del yugo imperial. 

     Simón Bolívar en la carta de Jamaica nos hablaba de América como el nuevo mundo y nos planteaba “…formar de todo el nuevo mundo una sola nación”, vinculada por un origen, una lengua y unas costumbres, comunes a todos sus componentes, así mismo debemos de impulsar un desarrollo científico tecnológico propio a nuestros orígenes y que responda a las necesidades del pueblo venezolano. 

     Con esto como objetivo es necesario romper con varios paradigmas que nos atan a seguir bajo el yugo de los intereses del extranjero. Para empezar hay que eliminar esa suposición de la neutralidad de la ciencia, tan profundamente arraigada en el espíritu y conciencia de tanto de nosotros. Esta suposición se cae por su propio peso en la medida en que nos volvemos conscientes de que no es posible separar el objeto de nuestro acto de conocimiento, de las razones de ese acto, que no es posible distinguir entre el momento de la investigación de la realidad y el momento de la formación de esa realidad. 

     De esta circunstancia surge claramente que existe una diferencia cualitativa entre la planificación de la ciencia, siempre orientada hacia fines concretos, y la ejecución de la investigación científica, en donde aparecen elementos psicológicos y políticos de otro tipo. El científico pudiera ser indiferente a las posibles aplicaciones posteriores de sus resultados, o en el caso contrario, puede estar íntimamente compenetrado con los objetivos políticos de la planificación, y entonces ser consciente de que su tarea tiene una razón y unos objetivos claros. Claro para avanzar hacia una nueva sociedad es necesario formar una ética dentro del pueblo que esté ligada al último caso. 

     Es en los países dependientes, como Venezuela (por ahora), en donde el científico, y su correspondiente comunidad científica, actúan de manera indiferente ante las posibles aplicaciones ulteriores de sus resultados, ocurriendo la mitificación de la ciencia y la tecnología, es decir, se le  ubica en una paradójica  categoría de actividad lúdica o deportiva y hasta superflua, destinada fundamentalmente a incrementar el acervo cultural. 

La Universidad Tradicional venezolana en la actualidad, como máxima practicante y defensora de tal mitificación de la ciencia, representa el símbolo por excelencia de la dependencia en nuestro país. 

     Precisamente es esta deficiencia la que permite que a la mal llamada “excelencia académica venezolana” la utilicen a su antojo las potencias desarrolladas con el único fin de hacer que ésta juegue  el papel de “tonto útil” trabajando en su beneficio. De esta manera nos encontramos con situaciones aberrantes como el hecho de que pese a la gran distancia cultural  y económica que separa a los países “desarrollados” de los dependientes, en los simposios o congresos internacionales que congregan a científicos de diferentes nacionalidades, los temas en que trabajan los investigadores locales son los mismos que desarrollan sus pares del mundo “desarrollado”. Dado que los problemas de una sociedad que explota son cualitativamente distintos de aquellos que debe resolver una sociedad oprimida, siendo éstos fijados por sus necesidades reales como su seguridad nacional, su industria y sus prioridades políticas, tanto internas como internacionales, resaltan dos grandes características: los países dependientes trabajan para resolver los problemas de los países “desarrollados” y más aún, en el plano de la actividad científica la dependencia puede definirse como la ausencia de un Proyecto Nacional coherente, autónomo y con identidad propia. 

     Por otra parte, la comunidad científica internacional utiliza la publicación de artículos o “Papers” en revistas especializadas como el mecanismo habitual para dar a conocer sus resultados y teorías, constituyendo éstas el principal factor para evaluar la actividad de un científico y su calidad profesional.  Tales revistas son publicadas en el denominado idioma internacional, el inglés, y su categoría se mide por la calidad y originalidad de los artículos que publica bajo el criterio  del cuerpo editor, quienes deciden cuáles artículos publicar y cuáles no. Dicho cuerpo editor está constituido por los “mejores” científicos en una determinada especialidad, que a su vez son profesores titulares de las “mejores” universidades del mundo “desarrollado” y asesores de las fundaciones, los gobiernos y la industria. Sus actividades científicas son subsidiadas por los grandes centros de poder y disponen de grandes números de tesistas bajo su supervisión, gozando de la atribución de no sólo establecer los temas de investigación a su equipo de trabajo sino también a las revistas en las cuales actúan como editores, logrando así que los científicos provenientes de los países dependientes aporten sus conocimientos a los temas útiles para sus propios proyectos. 

     Todos estos factores representan el mejor caldo de cultivo para la formación de la más recalcitrante élite de tecnócratas en los países dependientes que, al ser los únicos con acceso a lo que ellos mismos denominan la “excelencia académica”, que como vimos, es la máxima representación de dependencia en nuestros países, promueven el afianzamiento de anti valores capitalistas como el individualismo, el egoísmo, la codicia, el afán de lucro, la corrupción, la explotación del hombre por el hombre, la arrogancia, la insensibilidad e indiferencia ante las carencias de la sociedad, la mezquindad y el consumismo, pilares fundamentales de los rasgos culturales característicos de nuestros científicos, como la indiferencia hacia la apropiación de la tecnología, menosprecio de lo nacional, apropiación de costumbres y tendencias foráneas por encima de lo nacional, desconocimiento de la historia autóctona, menosprecio a la capacidad productiva del venezolano y acumulación desproporcionada de capital.  

     La única manera de desmontar definitivamente este mecanismo perverso de dominación y de dependencia, es la creación de un nuevo hombre, que pasa por la refundación ética y moral de la nación venezolana. El Proyecto Nacional Simón Bolívar Primer Plan Socialista proporciona los lineamientos políticos para darle al desarrollo científico-tecnológico el norte del cual carecía. Enmarcados en este proceso que vive Venezuela, será necesario desarrollar la conciencia revolucionaria  para fomentar la ciencia y la tecnología al servicio del desarrollo nacional y reducir las diferencias en el acceso al conocimiento (participación activa del pueblo en todos los campos de la ciencia y la tecnología) y avanzar hacia una Venezuela y una América que como decía José Martí no venga ni de Rosseau ni de Washington, sino de sí misma.

Militante de la JPSUV Caracas

rleon1984@gmail.com



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Ricardo León


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