La vida es una eterna glorieta de nunca acabar. Entramos y salimos. A veces sabemos a dónde ir, cómo llegar y cuándo frenar. Nunca deja de girar. A veces nos perdemos, nos desesperamos y nos lamentamos. Las oportunidades van y vienen. Los caminos no se abren por sí solos, ya que todos debemos encontrar la llave, la puerta y la salida del traicionero destino. Puedes flotar, volar y alucinar por un millón de años, pero mientras más te hincas al cielo, más rápido se avecina el infierno.
Hoy lo volví a conocer. Hace un año que no lo sentía dentro de mi ser. Yo fui a buscarlo y lo encontré. La reincidencia emocional por culpa de la adicción al dolor. Aquí no se juega con fuego, porque te quemas al escuchar sus gritos de habladurías baratas. Te consumes al engañarte por unos segundos de amargo placer. Necesito ese amargo placer, porque cuando se apaguen las luces, no quiero sentir el remordimiento ni la decepción de jamás haberlo intentado.
Finalmente puedo asegurarlo: ¡Lo logré!
Lo hice por ti. Ya estaba cansado de silencios, de miradas, de pensamientos, de insinuaciones y de falsa hostilidad. Lo peor, es que las palabras son el comienzo de mi trágica tragedia de vida. Debo hacerlo. Sin miedos, sin reproches, sin quebrantos. Cuando te vayas, yo seguiré jadeando dentro de tu alma. Ya no me importa nada ni nadie ¡Te lo juro!
Estando contigo, todo fluye, todo se conecta y todo se disfruta. Me encantas. Yo sé que me haces un irreparable daño psicológico, pero no puedo dejarte ir y sacarte de mi autismo voluntario. La naturaleza apremia a los más inocentes. Caí en tus garras pensando que jamás volvería a alimentarme de tu ironía, pero una vez más, me declaro adicto al dolor de tus vagabundas promesas.
Es una inevitable fuerza suprema que enciende mi sexto sentido, y me hace caer de rodillas en el centro de tu habitación. Hoy soy tu siervo. Nos revolcamos todas las noches de madrugada. Y a cambio, me otorgas la luz del esplendor mañanero. Muero por ti, aunque me entregaste el nocivo holismo de la vida.
Contigo le arranco vida a la vida. Le gano a las ganas de ganar, y me esclavizo a tus rebuscados sentimientos de infamia. Me desconozco. Casi un año de castidad mental tirada a la borda. No me importa lo que me digas. Eres un ignorante, un egoísta y un crédulo. De eso no tengo la menor duda. Estoy jugando contigo. Juego con tu efecto, con tu soledad, con tu necesidad de cariño, y con tu vacío espiritual. Te recargo las veces que yo quiera, porque nos separan cincuenta años de profusos respiros en alta mar.
Te canto las verdades. Esas frases que pensaste que nadie te las diría de frente. Pues fíjate que yo lo hice, y salí muy bien librado de aquella batalla.
No ibas a cruzar el charco de la descendencia humana, sin escuchar mi repaso de tus más oscuras equivocaciones. ¿Sabes algo? Eso no lo aprendí en la escuela. Tú fuiste mi motivación, mi proveedor y mi mejor consumidor. Al final, te quedaste atrapado en la inocua glorieta, por intentar atraparme en tu inicua gloria.
Pero, ¿Sabes algo más? Tu glorieta es muy sucia, muy tormentosa y muy arrogante. Por eso das vueltas y vueltas a mi alrededor, siendo incapaz de anclar las garras en lo más profundo de tus miedos.
Yo soy tu miedo. La evidencia de que fallaste al germinar la semilla de tu propia vida. Te acobardas e inhalas la peste de tus malditos recuerdos. Tienes toda la razón, yo no viví tu vida, yo no viví tus pesadillas, y yo no viajé con tus demonios.
¿Por qué no los enfrentas en la cueva? ¿Crees que el pasado borra los errores del pasado? ¿De verdad eres tan manipulable?
Demuéstrame un poquito de sabiduría, y quédate clavado frente a la omnipotente luz del Sol. Espera un trillón de milenios, navegando en un barco antagónico.
Con total alevosía, dejaste mal colgada la bocina del teléfono, evitando que la ayuda necesitada por la sangre consanguínea, llegara hasta la sien del árbol genealógico. Eres un vulgar y asqueroso traidor.
Mereces vivir en el incesante mareo de la glorieta, porque por tu culpa nosotros también recibimos, los coletazos de la gloriosa estupidez. No me arrepiento de haberte llamado tracalero. Apenas fue un abreboca de lo que te espera. Tú estás acostumbrado al alboroto, a las ofensas y a las borracheras. Eres un pendejo sinvergüenza. Sin duda, serás el rey de la glorieta.
Seguro que te la vas a gozar un mundo. Acelera todo lo que quieras. Juega con tu buena suerte. Dispara los dardos. Inyéctate esperanzas. Rompe el retrovisor. Sonríe sin vacilaciones. Cultívala con recelo. Vive tus sueños. Haz lo que quieras con tus pócimas mágicas, porque aquí ya nadie pero absolutamente NADIE, te espera con los brazos infinitamente abiertos.
Construiste una casa de odio con palillos chinos, y ahora yo le robé un beso a tu bella amada, para traerla de vuelta a la vida. Todo el tiempo te estuve faltando el respeto. Caíste en la trampa y mordiste el anzuelo. Pides mi prosa para sentirte más vivo que nunca. Me ruegas caricias para no ver la lluvia en retrospectiva. Buscas mi protección vendiéndome tu podrida falacia.
¿Sabes algo? Siempre supe que eras una total y absoluta mentira. Placebo de viernes para rehuirle a la televisión basura. Capricho de sábado para desquiciar la razón vaginal. Hierba de domingo para hacer el borrón y cuenta nueva.
Mi perdón es tuyo. Siempre lo tuviste y siempre lo tendrás. No te hice sufrir, porque soy parte de tu sufrimiento. Así nací, así soy y así moriré. Sufriendo, equivocándome y cayendo en tentaciones, que hace tan solo un instante, pensaba que eran las mejores pruebas superadas por mi ego. ¿Misión cumplida? No lo creo, pues el futuro es tan incierto que castiga la lengua de los más débiles. Si con tu debilidad llegué hasta tu corazón, entonces hazme débil de por vida.
Creemos que podemos salir de la glorieta cuando nosotros queramos. Pero por desgracia, no es una decisión tan fácil de cumplir. El conformismo, la costumbre y la rutina, destruyen el poder de gritar ¡Basta! Perdemos la voluntad de cambio en el círculo vicioso de la glorieta. Estoy escribiendo la desdicha desde un helado pozo sin fondo.
Sin reclamos, nos quedamos viviendo en la traicionera glorieta del desierto. Nos hace sentir seguros, cómodos y valientes. Oasis terrenal, privilegio siamés y locura gravitacional. Creemos que todo está bajo control, mientras giramos una y otra vez en el incondicional abismo de la exacerbada glorieta.
Lo que a ti te aturde, a mi me relaja. Lo que a ti te choca, a mi me sorprende. Lo que a ti te aborrece, a mi me enloquece. Divina paz de los ángeles caídos. La misma escena se repite hasta el cansancio. Un cansancio sin señal de retorno, sin cambio de luces y sin voces de alarmas. Absurdo caos creado por la ilusión del caos. Relámpago que revienta los tímpanos, tras despertar del martirio eléctrico. Sangre en la carretera. Dolor que nos desangró por la bendición de Dios. Llanto a escondidas mientras todos dormían. Paraíso que hoy me duele mucho reconocerlo. Calle ciega que me aleccionó en una calle ciega. Ladrillos cruzados de brazos, imposible de mirarlos fijamente a los ojos.
Amarga derrota para fecundar un poco de amor. Un amor enfermizo, que tú te encargaste de enfermarlo por tanto desprecio, humillaciones y sinsabores.
¿Sabes algo? Nunca la probé. Siempre la rechacé. Yo vuelo por mis propios medios. Soy único. No dependo de jeringas e inhaladores para alzar los brazos, para comprar los anillos de saturno, y para llegar hasta el inmaculado altar del cielo. No tengo que viajar a Uruguay en primavera. Yo soy el dueño de toda mi genuina imaginación descafeinada.
Padre santo, no te creas tan poderoso.
No pudiste arruinar mi destino, con tus absurdas tentaciones africanas. La vida no es una Biblia que se lee para aprender a vivirla. Eso se lo dejo a los lacayos, a los borregos y a los sumisos como tú.
Primero aprende a leer lo que lees y aprende a escribir lo que escribes, antes de predicar versículos de retrógrada algarabía. Así sea drogándote, anda y compra un diccionario, escucha tu dicción, y vamos a leer juntos con el gran talón de Aquiles. Entiende que ser niño NO es jugar con la pelota, que ser adulto NO es afeitarse los riñones, y que ser un anciano NO es pintarse las canas de violeta.
Quizás algún día comprendas el significado unívoco del Universo.
El significante atemporal siempre derrota a los oportunistas apóstoles, a los santos y a los esclavos. No se contradice, no pide diezmo y no se autocensura. El hijo pródigo vuelve a la ejemplar casa del discernimiento. Por favor ¡Nunca nos abandones!
Hoy aprendí a autodescubrirme. Yo construyo mi realidad, mis sueños y mis pesadillas. El día que muera, estaré feliz por haber escrito la tinta de mi propia aventura, y haber sido el emperador de mi propia conciencia. No necesito comprar las páginas de la fe ciega, para terminar enterrado cuatro metros bajo tierra.
Renací de las cenizas. Todos los días lo hago. Superar derrotas y llorarlas con dignidad. Ustedes no se imaginan qué se esconde, detrás de mi anecdótica historia. Es tan real que atemoriza.
¡Sálvate!