Recientemente en lo que va de siglo XXI, la integración en América Latina, ha tomado el interés de los gobernantes, en una región donde se acrecientan gobiernos de tendencia izquierdista. Un renacer del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), un aparente ocaso de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), y el nacimiento de la Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe (ALBA), son hechos concretos de los esfuerzos por integrarnos. Estas intensiones de fortalecernos como bloque político, económico, social y cultural, se remontan a nuestra primera independencia, cuando Bolívar visionó en la integración de la Gran Colombia, una opción frente a las intenciones arrogante de los imperios de la época de hacerse suyo los pueblos latinoamericanos. Esta referencia a nuestro Libertador no es una idea suelta, pues justamente con el renacer del pensamiento bolivariano latinoamericano se ha retomado la idea de una región unida, que sitúe en el concierto internacional, la defensa de los intereses comunes de nuestros pueblos. Sin embargo, dentro de los procesos de integración, se han definido algunas posturas de los países de la región, los cuales han orientado sus preferencias hacia dos grandes tendencias: 1. La integración solo en el ámbito económico, 2. La integración desde una perspectiva integral, incluyendo todos los espacios de la vida social. Pero vale acotar, que independiente de la postura que se adopte los procesos de integración, se han definido estructura que infieren el interés por la integración política, a través de la creación de instancias de decisión como lo son los parlamentos y algunos foros de deliberación, cuyas contribuciones en la integración política (o en otras palabras, en la creación de instancias de definición conjunta de soluciones a problemas comunes) de la región, han sido muy modestas. Esta tensión causada por los países orientados hacia las tendencias anteriormente descritas, ha definido el devenir de la integración latinoamericana, en donde se dilucidan algunos resultados. En primer orden, la tendencia a mantener el MERCOSUR como lo que es, un mercado común, donde el interés al cual se supedita el resto de los esfuerzos es económico, frente a la postura encabezada por el gobierno venezolano, y que tiene como aliado a Argentina, de expandir el MERCOSUR hacia otras áreas de la integración, tensión que pudiese en palabras del presidente, alejar a Venezuela de la posibilidad de ser parte de ésta. Por otro lado, tenemos el caso de la CAN, el cual actualmente lo conforman los países que han firmado –o tienen el camino avanzado hacia ello- acuerdos bilaterales de libre comercio con los Estados Unidos, donde prima el interés futuro de ser un ALCA a menor escala, y donde Chile, quien había renunciado a su membresía, vuelve a ser parte, producto de la estrategia que adelanta el gobierno norteamericano. Finalmente, en sus inicios esta el ALBA, novedoso marco de integración basado en la solidaridad y la cooperación de los países que lo conforman, y que bajo la batuta de Venezuela, ha desarrollado otros esquemas de intercambio, atacando problemas que son comunes para sus miembros y para el resto de los latinoamericanos como lo es la pobreza y sus consecuencias principalmente de salud y educación. Finalmente, es importante acotar que en lo sucesivo, esta materia de tanta importancia para los latinoamericanos va a desarrollarse con mayor fuerza en el segundo semestre del 2007 y en los dos próximos años, principalmente por el desenlace del MERCOSUR, que por demás pareciese no ofrecer en sus esquemas actuales un modelo de integración que atienda los intereses de los pueblos del sur (norte) del continente, sino más bien de sus grupos económicos que ven en la integración una posibilidad de expandir sus mercados. Igualmente, consideramos que va a tomar un sitial dentro de las opciones de integración latinoamericanas el ALBA, producto de la evolución de los movimientos sociales, y su emergencia como actores políticos dentro de la comunidad latinoamericana, demandando el acercamiento de los gobiernos a esquemas sociales de integración. O muy por el contrario, quizás sean directamente ellos los que se conformen como miembros activos y beligerantes de la Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe.
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