Las Historia y Antropología dan cuenta de la dinámica comunicacional
impulsada desde nuestros más remotos antepasados. Una constante evolución y
perfeccionamiento de los medios extrabucales nos lleva por un largo y
ascendente recorrido que va desde el primitivo y tamboril "tam tam" hasta
el presente envío y recepción de finas y poderosas ondas energéticas
audiovisuales, sembradas y cosechadas en el electromagnético seno de los
satélites de fabricación "manual".
Cuando las comunidades primitivas entraron en contacto con vecinos
suficientemente retirados como para no ser oídos de viva voz, debió usar el
silbo, y posteriormente recurrió al mencionado tambor así como el las
ridiculizadas "señales de humo".
Consideramos que todas las formas de telecomunicación son de una
extraordinaria importancia. Sus logros han sido la obra de cientos de miles
y millones de horas hombres.
Y como expresión de desarrollo de las Fuerzas Productivas humanas, por
ejemplo, los tamborileros se comunicaban con gente lejana. Para cumplir tal
fin debieron disponer de un importante conocimiento de los movimientos
eólicos, pues del errático curso del viento dependía la trayectoria y el
destino de las emisiones sonoras. Igual ocurría con las señales de humo
cuyos emisores tenían que esperar determinadas horas del día sobre
determinados espacios adecuadamente propicios para el fin mediático
propuesto.
La flamante orbitación de un sofisticado satélite alrededor de la Tierra no
sólo la enriquece meteorológicamente, sino que nos hace copropietarios de
un inmenso espacio estelar que hasta ayer fue propiedad ajena y
oligopólicamente usufructuada por determinados países motorizados por el
lucro crematístico de sus acciones internacionales. Una inequívoca expresión
de que el mundo tiende más a su colectivización que a su privatización.
marmac@cantv.net
