Siempre es un tema sensible hablar acerca de libros, música o cualquier género artístico, en un momento donde la industria cultural imprime celeridad a la comercialización de sus productos gracias a los avances de la revolución de las telecomunicaciones que prácticamente desafían no sólo los derechos de autor sino también las diferencias idiomáticas. Vivimos en la generación del Youtube, del Ares, del Emule y de una infinidad de gestores de información que permiten a usuarios de cualquier parte del globo conectarse e intercambiar ficheros a una velocidad asombrosa. La primera en reaccionar ha sido la industria del disco, que ha pedido duras sanciones contra quiénes descargan material sin licencia y luego lo reproducen en la llamada comúnmente “piratería”; algunos países de la Unión Europea y en Estados Unidos han respondido al llamado con la aplicación de severas multas y legislaciones cada vez más punitivas al respecto.
En América Latina, desde un pueblecito de los Andes hasta las selváticas montañas centroamericanas, la presencia de la “piratería” se desarrolla con robustez, sobre todo en Venezuela donde la buhonería está asociada al derecho constitucional que garantiza un trabajo digno. Calles enteras donde se puede apreciar desde la cartelera “comercial” hasta documentales de canales como el National Geographic o infinidades de softwares “crakeados”. El ciberespacio es un mundo que se confunde entre lo mítico y lo real, historias de hackers y desarrollo de tecnologías de la comunicación, el mundo de la internet ha dejado de ser una vieja competencia de los militares, para crear una nueva territorialidad y nuevas tribus urbanas.
Los libros también han entrado en esa explosión cibernética, los formatos Pdf o su equivalente, contienen millares de títulos que van desde revistas científicas, artículos de opinión y tomos completos que se alojan en diversos servidores y son mostrados a través del internet. Las empresas de marketing han tomado en serio estas ventajas de acceso masivo a usuarios a nivel mundial y desarrollan campañas agresivas de publicidad que son denominadas en ingles Spam. Así, los correos electrónicos son bombardeados diariamente, pero para este artículo utilizaremos la palabra Spam en su doble acepción, la original de enlatado acuñándolo como “enlatados editoriales” para describir los productos de este tipo particular de literatura aparecida en el contexto antes señalado.
Hace algunos años el importante escritor argentino Julio Cortázar se refería a la polémica generada sobre cultura popular o cultura de élite, parafraseando sus palabras diferenciaba los compromisos del autor con su tiempo, considerándolos impostergables pero que la obra significaba un trabajo, por tanto el lector siempre reconocería un mal cuento de un buen cuento. En la década del sesenta, el contexto de la guerra fría configuró en América Latina el movimiento guerrillero que no sólo fue acompañado por el levantamiento militar, la “guerrilla en las artes” llevó a la ruptura de los círculos cultos y dio entrada al turbión de la modernidad. En Venezuela por ejemplo, se gestaron las principales vanguardias que tomaban como referentes el informalismo en las artes plásticas y en la literatura el lenguaje abyecto donde la mayor expresión posiblemente sea la del Techo de la Ballena, sólo basta revisar los tres manifiestos del grupo y sus exposiciones que en casos como Homenaje a la Necrofilia impactaron el quehacer cotidiano de la cultura en el país, antes de ellos y posterior a ellos también se encuentran Sardio, Contrapunto, Guaire y otros que renovaron las artes en general.
La militancia política en otros autores como los poetas Roque Dalton y Gioconda Belli en Centroamérica atravesó sus obras, el Chino Valera Mora en Venezuela y así muchos reconocidos escritores que no entraron en la industria del libro en ese momento pero posteriormente fueron reeditados en el redescubrimiento de sus trabajos. ¿El arte por el arte o la militancia política?, una vieja cuestión puesta de manifiesto en trabajos como el de Caupolican Ovalles cuando preguntó en 1962: ¿Duerme usted Señor Presidente?; el resultado de las vanguardias se tradujo en aportes en la construcción de una literatura propia, rompiendo con el formalismo clásico y abriendo espacios de nuevos lenguajes.
La militancia política no ha sido el único punto de cuestionamiento de la literatura, el interés comercial también lo ha sido. La edición masiva de libros conduce al surgimiento de una poderosa industria que genera fuertes ganancias al año, pero esto ha llevado a una pregunta: ¿Qué se lee hoy?, dos premisas parecen ser claras: ser un autor consagrado a riesgo de que la maquina comercial lo lleve a copiarse a sí mismo pero cuyo respaldo de su obra es su propio nombre o la segunda sería la “moda positiva”. Notemos que la militancia política no se traducía en el aumento significativo de ingresos al autor que rara vez alcanzaba publicar en una editorial de renombre, convirtiéndose en publicaciones algunas veces clandestinas. ¿En qué momento la industria del libro miró hacia América Latina? Algunos críticos cómo Ángel Ramas sostienen que el Boom es la representación del desgaste de la industria editorial española, lo cual originó el consumo masivo de obras de América Latina para satisfacer las necesidades del “mercado librero” internacional. Muchas son las aproximaciones que se le han dado al fenómeno Boom, pero lo cierto es que es una de las nociones más populares para definir el éxito comercial de los autores latinoamericanos de los años sesenta y que fundamentalmente estuvieron implicados en la vanguardia de la narrativa.
¿Cuándo deja de ser la obra la preocupación y se convierte la comercialización?, esa pregunta quizás la pueda responder con mayor claridad Pablo Coelho quién se estima haya vendido más de 30 millones de copias de El Alquimista y amasado una fortuna estimada en 12 millones de dólares con todas su obras publicadas, en diferentes idiomas y con presencia en el globo. Los Best Seller acaparan los mostradores de las librerías del mundo con autores que son capaces de producir más de una novela al año, casos como el de la recién fallecida Corín Tellado demuestran cómo produjo 4.000 títulos y de la que se estima sea la más leída después de Cervantes. Todos recordarán que el eje central de las historias de Tellado es el romance, pero esa temática se ha diversificado y entre la ficción y la “moda positiva” se reparte el mayor número de publicaciones.
Harry Potter and the Death Hallows es la séptima edición de la escritora J. K. Rowling, libro que fue esperado en largas colas de algunas librerías en el mundo, al igual que el Código Da Vinci que vendió casi 80 millones de copias a nivel mundial. ¿Literatura o contraliteratura? Ni lo uno ni lo otro, literatura Spam, masiva que invade millones de hogares producto del marketing. Se ha creado un tipo de lector cada vez más masivo que no busca en la obra la sorpresa, el desafío del argumento o la radicalización del lenguaje, se trata de un lector hecho para un mensaje repetitivo, fundamentalmente lastimero (autoayuda), que de forma hipocondríaca reacciona frente al libro encontrando las claves de falsas enfermedades, son el resultado de un tiempo individual cada vez más escaso en el mundo Occidental, donde el desempleo sube a niveles escabrosos, la inseguridad se torna en un problema global; una sociedad profundamente desigual.
Es de esa misma agua de los Best Seller donde ha bebido el cine comercial, en un reciclaje de tramas que se hacen ante la ausencia de argumentos, un cine pensado para ese mismo público que se va haciendo adicto del libro “fácil”. ¿Todos los Best Seller son Spam?, hay que aclarar que de dos formas se llega a estar en el mostrador principal de la librería, la más común por la moda o la segunda por el “nombre”, autores clásicos o trabajos experimentales que logran colarse y pueden también entrar en las masivas ediciones. La literatura Spam ha entrado hasta en los mercados de la piratería, en calles venezolanas juntos a tarjetas telefónicas, jugos, panes, películas, dulces, cientos de trabajadores informales en los semáforos aprovechan la parada obligada de los vehículos y ofrecen textos como: La culpa es de la Vaca, ¿Quién se llevó mi queso? O el título del momento, libros que pasan al olvido rápidamente.
Autores como Deepak Chopra combinan la publicación de sus trabajos con las entrevistas televisivas, que hacen crecer las expectativas de un público ansioso de respuestas para sus vidas. ¿Médicos? ¿Escritores?, no existe un manual para determinar el perfil de un escritor auténtico, esto corresponde más al trabajo que genere, donde no sólo basta la formación académica tal como relata Pablo Neruda en Confieso que he Vivido en su experiencia con el poeta Miguel Hernández. Los libros académicos tienen sus peculiaridades, y muchos cuestionan la existencia de un género infantil o juvenil, pero en este caso no son ni libros escolares, ni universitario, es un tipo específico de libros que para diferenciarlo de la literatura llamo Spam, y que se inscribe en un ambiente más amplio de comercialización que va hasta el surgimiento del Coaching de vida.
¿Es un público homogéneo el que consume la literatura Spam?, podría pensarse que el origen de quienes adquieren este tipo de literatura es de un extracto social de clase media alfabetizada, pero su presencia no se limita a un solo extracto, ni tampoco a un tipo específico de formación académica. En Universidades, profesionales en ejercicio de la educación tratan de resolver las complejidades de sus disciplinas con un “pensamiento positivo” tomado de este tipo de literatura, reflejo de una crisis auténtica en la problematización de sus campos de saber. Tomando palabras prestadas de Morín y contextualizándolas a este caso, se trata de una reducción de lo complejo a lo simple que lleva a una interpretación de los problemas focalizada en preceptos pocos rigurosos. Pero este público es particular, sobre todo en América Latina donde existen índices considerables de analfabetismo en países gobernados por la derecha y donde el libro a veces no tiende a ser muy popular, o en España que se estima el menos lector de toda la Unión Europea. Podría pensarse que ya no es sólo una preocupación la alfabetización, sino que se incluye también lo que se lee, entendiendo que la censura no contribuye a detener la avalancha del marketing.
En Venezuela el libro se mueve en dos espacios totalmente diferentes, por un lado el Estado refuerza su política educativa con la incorporación de imprentas regionales en un intento de aumentar el nivel de lectura pero también incorporando a los autores regionales, eso ha llevado una estrategia de distribución ambiciosa con la cadena de Librería Kuaimare (hoy Librería del Sur), con libros accesibles desde un costo casi simbólico de 1 dólar, el otro lado de la moneda son los Malls que cada vez más desplazan las viejas librerías de los centros urbanos y que se engranan a las cadenas editoriales internacionales con precios superiores a los 40 dólares en algunos títulos que pueden adquirirse en la misma Kuaimare a menos de la mitad del precio. ¿Libros para la izquierda?, a pesar de los cuestionamientos que se pueda hacer a ediciones como el Perro y la Rana o Monte Ávila, los esfuerzos editoriales han rendido su fruto en un aumento importante de nuevas publicaciones sin dejar de contar la importancia de Biblioteca Ayacucho.
La industria del libro se mueve con la maquinaria mediática, internet es fundamental en ese proceso, Pablo Coelho comenzó a piratearse a sí mismo al colocar algunas de sus obras sin el copyright a disposición de los usurarios, lo curioso es que esta estrategia está lejos de ser una liberación de sus obras, la mayor parte de los títulos “liberados” son obras que ya generaron ventas masivas y que no se encuentran en el tope de las listas actuales, esto lleva a un proceso de ampliación del mercado, permitiendo llegar a quienes no pudieron comprarlo y capturarlos para la próxima edición de sus novelas por las que sí tendrían que pagar. Estrategia similar usó Stpehen King con algunos de sus libros, al liberar algunos capítulos antes de la publicación, aunque también Ernesto Sábato lo hizo con su libro La Resistencia. Cada vez son más populares los portales especializados en la venta de libros virtuales o los llamados en ingles e-books, aunque algunas librerías abren la posibilidad de compras electrónicas con tarjetas de crédito, el librero tradicional va desapareciendo y los propios locales de las librerías se convierten en escenarios mediáticos para el lanzamiento de la literatura Spam.
Un caso como el de Pablo Coelho quién es más conocido en el mundo que un escritor como Jorge Amado que puede considerarse uno de los pilares de la literatura brasileña, nos sirve para preguntar: ¿Es Coelho un buen escritor?, no sobrará quién aluda que fue incorporado a la academia de las letras en Brasil, del público importante que compra sus obras, ¿pero son estos los indicadores?, la literatura no puede medirse por el volumen de publicaciones, hay algo fundamental y es el oficio del escritor, la calidad de su obra que no es expresada en el lujo del exterior del libro sino en las palabras que están contenidas en él.
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